El ex gobernador y actual diputado provincial Hugo Mario Passalacqua destacó la importancia que en su vida han tenido los escritores rusos del siglo XIX.
Y no sólo en su vida, sino que, en su perspectiva, han sido verdaderos formadores de la conciencia ética que trajo aparejado el siglo XX con respecto a las exigencias de la sociedad para con sus líderes. En especial, en las duras críticas que realizaron (con sus novelas y narraciones) a la aristocracia y nobleza rusas vinculadas al poder de los zares. Todo esto, terminó derrumbándose en 1917 con la irrupción de un nuevo régimen bajo lo que después fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Passalacqua hizo estas consideraciones en una de sus visitas al programa Derecho al Autor que se transmitió durante seis temporadas entre 2014 y 2019 por LT85 canal 12 de Posadas.
Nacido 1957 en Buenos Aires, destacó que su familia está en Oberá desde hace muchas décadas. Y él mismo se instaló en la ciudad del centro de la provincia a los pocos días de nacer. Luego, cuando llegó la época de la facultad, volvió a trasladarse a Buenos Aires. Y siguió la carrera de Licenciatura en Comunicación Social y, posteriormente, una especialización en Publicidad. Pero militó en política desde la secundaria, mientras le tocaba una época muy especial: el final de la dictadura y la llegada de la democracia al país.
Por qué le gustan los escritores comprometidos
Y sus afanes parten de esa consigna: “El arte también es compromiso. Tanto en la lectura como en la escritura. Siempre fui un enamorado de la literatura del siglo XIX. Fue la época de la expansión de los grandes inventos que venían del siglo anterior”.
En ese punto destacó un mérito de esa época y un déficit de la actual: “El telégrafo, la máquina a vapor, todo se expandía. El telégrafo era más importante de lo que es hoy internet. Y las artes acompañaron a ese movimiento y desarrollo. Hoy, eso no ocurre”.
Dicen que Pancho Villa pudo hacer su revolución por el telégrafo. “Y lo mismo en Estados Unidos en revolución civil norteamericana el Norte gana por el telégrafo”
Y aquí insistió con su concepto sobre la actualidad: “Las artes, las plásticas, la literatura no estuvieron a la altura de la evolución. Hoy decimos ‘los jóvenes no leen’ y ahí hay un desfasaje. Y eso no es culpa de los jóvenes (solamente).
Por qué Dostoievsky, Tolstoi (y los demás)
Él fue parte de una gran generación influenciada por los escritores franceses a su vez: Honoré de Balzac y tantos otros.
Ellos incluían un gran compromiso social en sus escritos, según sus impresiones. “Si uno lee con atención la literatura de Fedor Dostoievsky, de León Tolstoi, Iván Turgenev, de Alexandr Pushkin… todos fueron preparando la artillería para socavar el statu quo del momento, la realeza rusa y el régimen aristocrático y la vida de los nobles. Ellos criticaban mucho a la nobleza rusa. Y eso fue llevando a la revolución rusa”.
Y eso es lo que hoy nos permite vivir en democracia, aseveró. “Lo que les debemos acá los misioneros, los que viven en Oberá, en Posadas. Les debemos a los autores rusos el haber hecho caer ese velo de inalcanzables, de dioses de divinidades a los zares… todo eso se lo debemos a ellos”.
“Por ejemplo, en Crimen y castigo se da este fenómeno y también se aprecia en El jugador, y con Tolstoi en La guerra y la paz desnudan la hipocresía, la corrupción de las clases altas, de la nobleza que impedía a las clases populares hacerse cargo de su propio destino”.
Para Passalacqua, todos estos libros “tenían un objetivo subterráneo. Desarmar por abajo la cosa de la deidad de los sectores políticos dominantes. Después estaban las ‘anécdotas’ o excusas: el alcohol, el juego, las infidelidades, las guerras”.
El juego y las deudas: cosa de ricos
Dostoievsky se admite como un ludópata. Por eso sale El jugador. “En la Rusia de esa época, con ese frío, con la ingesta de alcohol. Bueno, todo eso da el marco. Y está escrita contra el juego. Allí desnuda cómo la condesa tal o el conde tal se jugaban todas sus pertenencias en una noche. Para tener una idea de la distorsión, en esa época deber mucho era un honor. Te daba mucho prestigio. ‘Prestige’ como se usaba el galicismo. Y ahí en el jugador, hay una frase tremenda: “Yo creo en Dios”, dice el protagonista. “De 4 a 5 de la mañana…” que es cuando se jugaban las últimas y decisivas cartas”.
¿Dónde estaba la ‘pata de la sota’, por usar un término muy argentino? “Queda claro, que los zares usaban estos dos recursos (el juego y el alcohol) para mantener quietos a los integrantes de la nobleza y la aristocracia. Y lo lograban. Por eso, estos alegatos venían a socavar todo”, señaló.
Crimen y castigo es una novela contra el alcohol. “Terminó siendo una novela policial. Pero es básicamente una historia contra la adicción de la bebida. El protagonista se llama Rodión Raskólnikov un joven universitario que se encuentra en la miseria pero siente enormes ansias de poder. Y termina matando para demostrar que él es un hombre extra-ordinario. Que está por sobre la ley. Y volviendo a Raskólnikov, no pudo convencer a los jueces que lo envían a Siberia. Pero él inicia ese largo recorrido por mostrarse extra-ordinario debido a que estaba ebrio. Había bebido vodka. Y así se transformaba en un alegato muy potente contra el alcoholismo, porque en ese estado uno puede llegar a creerse más de lo que es”
El caso se traslada a un personaje real de la época. “Napoleón. Él puede delinquir o salir a matar (o mandar a matar) porque es un hombre extra-ordinario, igual que Raskólnikov
La influencia de los escritores rusos en la filosofía y concepciones del siglo XX también fue un tema tomado por Tomás Abraham, un filósofo argentino que vivió en primera persona el mayo francés. Y que en su reciente obra se refirió a estas influencias.
Y, además, concluyó que, así como los rusos dominaron el mundo en el siglo XIX con su literatura, el siglo XX fue de los filósofos franceses. Algo que también Passalacqua coincide y que será motivo de otra nota.