Albert Camus vuelve al rodeo. Su obra La Peste es best seller por obvias razones. La pandemia la eyectó a la estratósfera. Su vida con origen en una colonia francesa en África y su premio Nobel siempre lo tuvieron en foco. Intelectual de fuste visitó Argentina pero no pudo dar sus exposiciones. En 2019, el manuscrito de su famosa novela llegó al país
La peste es una novela del escritor francés Albert Camus (nacido en 1913 y fallecido en un accidente automovilístico en 1960 luego de recibir el premio Nobel de Literatura). En estos días, la venta de esta obra que tiene más de 70 años volvió a las listas de best sellers. Y no es para menos. Además de una historia de una ciudad que queda encerrada y cuyos habitantes deben guardar cuarentena, se plantea una serie de cuestiones filosóficas típicas del siglo XX. Tanto en Francia como en Italia La Peste arrasa, vaya juego de palabras. Para los tiempos que corren, se usa mucho el libro digital, pero también el libro físico está liderando ventas.
Camus fue un escritor que dio brillo a las letras galas durante el siglo pasado y lo sigue dando. La vigencia de su obra se plasma en esta increíble novela.
En La Peste, publicada en 1947, se cuenta la historia de unos médicos que deben luchar contra una plaga que infesta la ciudad de Orán, en la antigua colonia francesa en África y allí se descubre lo mejor y lo peor de los seres humanos.
Los personajes del libro, en un amplio abanico que van desde médicos a turistas y de periodistas a fugitivos, contribuyen a mostrar los efectos que una plaga puede tener en una determinada población.
Se piensa que la obra está basada en la epidemia de cólera que sufrió la misma ciudad de Orán durante 1849 tras la colonización francesa, a pesar de estar ambientada en el siglo XX.
La población de Orán había sido diezmada por varias epidemias repetidas veces antes de publicar Camus la novela.
No era cólera
Lo que viene a advertir aquí que no se trató definitivamente del cólera. Los síntomas que muestran los enfermos agonizantes se parecen en mucho a los de la peste bubónica (o peste negra) que azotó la Edad Media en gran parte de Europa, Asia y parte de África. Esto es, las ratas y pulgas que estas tienen traspasan la enfermedad y producen la zoonosis (transmisión de animal a humano). Con ello, la persona enferma termina falleciendo al igual que los roedores.
La obra es una continua reflexión sobre la humanidad desde una perspectiva filosófica que descree de Dios y que terminó por denominarse “existencialismo”.
Diez años después de escribir La Peste, Camus recibe el premio Nobel de Literatura. Aunque era originario de las colonias francesas en África, en su discurso no hace mención a los movimientos anticolonialistas que producían atentados continuos en esa parte del mundo.
Vale la pena, repasar que esto le es reprochado por un seguidor de esa corriente independentista de Argelia luego de recibir el galardón sueco. Y es notable la respuesta de Camus.
En su discurso al recibir el Galardón en Suecia, destaca el rol de la Literatura y de los escritores frente al poder. Además, en una entrevista general, no concuerda con Jean Paul Sartre sobre la situación de Argelia y explica –al enfrentarse cara a cara con un cuestionador- por qué no apoya los movimientos terroristas, sino que cree en la democracia y la justicia.
La novela conlleva una reflexión de tipo filosófico: el sentido de la existencia cuando se carece de Dios y de una moral universal. El narrador hace hincapié en la idea de que, en última instancia, el hombre no tiene control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable; así, la Peste representa el absurdo, cuya teoría el mismo Camus ayudó a definir…
El resurgir de La Peste y Camus en Argentina
“Creo que hoy se entiende mejor esta obra, cómo habla de una ciudad dichosa que ve como en un momento todo cambia radicalmente y el comercio se frena. Es ahí donde empiezan a surgir miedos ancestrales y el lector observa cómo responde cada uno a esos miedos: cómo se puede pasar del miedo al odio y ver como la responsabilidad individual es muy importante”, señaló Lucía Luengo, la editora del Grupo Editorial Penguin Random House.
El manuscrito original (en sentido literal porque no está tipeado) llegó a la Argentina y fue exhibido en la Biblioteca Nacional. Esto ocurrió a mediados del año 2019.
En agosto de 1944, Camus regaló el manuscrito a su amigo, el editor Michel Gallimard. “Posteriormente, la familia Gallimard cedió este original al coronel Sickles, un coleccionista de obras literarias del siglo 19 y 20”, cuenta Anais Dupuy-Olivier, encargada del departamento de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Francia.
En junio de 1983 hubo una subasta en la casa Drouot y la Biblioteca Nacional de Francia adquirió así La peste de Camus y otros documentos que pertenecieron a Sickles.
La versión original de La peste llegó intacta a Buenos Aires para ser expuesta. Escoltada por la Policía Federal, fue entregada a los expertos y curadores de la Biblioteca Nacional de Argentina.
Albert Camus vino a la Argentina en 1949. “Se trató de una visita frustrada porque fue enviado por el Ministerio de Asuntos Exteriores pero, por la censura de su obra El malentendido, en junio de 1949, él decidió no hacer visitas oficiales”, relata Tomás Schuliaquer, el curador argentino de la exposición. Camus terminó recluido en los pocos días que estuvo en Argentina, entre el 12 y el 13 de agosto, en la residencia de Victoria Ocampo en San Isidro.
Como se dice al final, ‘el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás’, sino que ‘puede permanecer durante decenios dormido’ hasta el día en que ‘despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa’. La peste, pues, advierte sobre los peligros invisibles que acechan a toda sociedad.
“Hoy parece que se dirige a nosotros directamente por lo que cuenta y por las ideas que tiene, que pueden dar mucha luz y orientación”, quien además recuerda cómo el filósofo francés hizo hincapié en la obra en personajes “clave para cualquier sociedad”, como pueden ser el médico, las autoridades o los periodistas.
Algunos datos biográficos
Camus nació en una familia de colonos franceses dedicados al cultivo del anacardo y su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Birkadem, Argelia, y de familia originaria de Menorca, era analfabeta y casi totalmente sorda.
Su padre, Lucien Camus trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de Mondovi (hoy conocida como Dréan) para un comerciante de vinos de Argel, y era de la zona de Alsacia (Francia), como otros muchos campesinos que habían huido tras la anexión de esta región por Alemania a consecuencia de la Guerra Franco-Prusiana. Movilizado durante la Primera Guerra Mundial, es herido en combate durante la Batalla del Marne y fallece posteriormente en el hospital de Saint-Brieuc, el 17 de octubre de 1914, hecho que propicia el traslado de la familia a Argel y en casa de su abuela materna.
Paradójicamente –dice Armando de Armas en su columna “Albert Camus: disidente del comunismo, desertor del paraíso”- una de las cosas que no puede perdonar a Camus la izquierda intelectual, siempre tan solidaria con los pobres de este mundo, siempre que los pobres de este mundo se mantengan en su sitio, es su humilde, oscuro origen de madre analfabeta y padre agricultor, pero más que su humilde, oscuro origen, lo que esa izquierda intelectual parece no perdonar a Camus es que se haya levantado desde el fondo mismo de la sociedad francesa no para ocupar un sitial al lado de ellos, cosa ya inadmisible, sino para ocupar un sitial más alto que el de todos ellos, incluyendo al del mismísimo Sartre. Los pobres son para ser ayudados, no para ganar el Nobel y, herejía total, muchísimo menos para desmentir el dogma establecido. Los negros serán de izquierda o no serán negros, o en todo caso serán negros malos. Pobres y negros malos. Inservibles para la Santa Causa; eliminables vaya.