El abogado, político, historiador y periodista escribió una columna donde ponía en contraste los riesgos que pasaron los países, con sus poblaciones encerradas y la decisión de los gobernantes: abrir, cerrar, cuarentena sí o no. La explicación científica de la decisión de Trump y Bolsonaro. En Misiones, el abogado Leonardo Villafañe tomó la lanza y le mostró al economista Martín Tetaz por qué estaba equivocado.
El intelectual Rodolfo Terragno señaló días pasados que la llegada de la pandemia de Coronavirus en el mundo significó una reivindicación de la política, porque muchos gobernantes arriesgaron todo su capital político en pos de defender la población. Pero que esta jugada puede significar perder el poder que detentaban.
“Con la llegada del Coronavirus los gobernantes de casi todo el mundo optaron por preservar la salud ciudadana, a riesgo de perder poder, popularidad y futuro. Lo hicieron, sobre todo, aquellos que adoptaron una cuarentena lisa y llama”, indicó.
Era una decisión difícil y tenía un alto costo: popularidad y economía en caída libre. “La imprevista aparición del virus causó un miedo casi unánime. La gente aceptó al principio el aislamiento, y hasta sintió que los gobiernos la protegían. Pero ningún político podía engañarse: el agradecimiento iba a durar poco. Llegaría un momento en el cual la gente ya no soportara el encierro… y la economía empezara a derrumbarse.
Para dar un ejemplo de cómo evolucionó el tema, fue dando ejemplos concretos de distintos lugares en el mundo.
Los gobernantes dieron esa batalla que, sabían, no podían ganar. Aun si tenían, como tuvieron, éxito en la salvación de vida. Como ejemplo, graficó con un número: Cuando el presidente Emmanuel Macron sancionó la cuarentena en Francia, logró 87% de aprobación. Ahora tiene 31.
Otros recurrieron a la tecnología y los resultados fueron halagüeños.
“En Corea del Sur, el presidente Moon Jae-in, no forzó la cuarentena, sino que la aconsejó. Pero igual paralizó a gran parte del país. Cerró las fronteras, ordenó testeos masivos obligatorios, suspendió las clases, prohibió las aglomeraciones, decidió que ciertos comercios siguieran abiertos e hizo crear un sistema para controlar por GPS a cada infectado”.
Terragno recordó que el 5 de mayo el presidente coreano distendió las exigencias de la cuarentena. Reabrió de a poco las actividades…¡y los casos volvieron a subir! Como en el juego de la oca, “vuelve al comienzo”.
¿Por qué Boris, por qué Donald? La inmunidad del rebaño
Terragno explicó el enfoque de Estados Unidos y Reino Unido para encarar el problema.
Donald Trump en los Estados Unidos, y Boris Johnson en el Reino Unido, creyeron encontrar la panacea: un procedimiento para controlar la pandemia sin cuarentena y con débiles restricciones.
Se basaban en la “inmunidad del rebaño”, una teoría según la cual encerrar a la gente es lo peor. Como de cada 100 infectados sólo mueren 3, la teoría sostiene que, si la mayor parte de los 97 restantes se contagiara (quedando así inmunizada) el país se llenaría de inmunizados y al coronavirus le resultaría muy difícil encontrar a quienes infectar.
Cuando las muertes se hicieron imparables, Trump y Johnson recurrieron (tarde) a la cuarentena. El Reino Unido es el segundo país entre los diez con mayor cantidad muertos por millón de habitante. Los Estados Unidos están sextos, y tiene la mayor recesión de los últimos 91 años.
El abogado que le mostró la falacia al economista
Un economista argentino señaló el mismo detalle de fallecidos para el Brasil. “Son muy pocos, apenas representan el 0,0… por ciento”.
“¡No importa el porcentaje!”, le contestó enfático desde Posadas el inquieto abogado y conocedor de tantos temas Leonardo Villafañe. “Ese es el problema (muchas veces) de los economistas: todo lo transforman en hojas de cálculo y se olvidan de la gente de carne y hueso. Fueron miles y miles de afectados en un país gigantesco como Brasil”.
El diálogo total fue este
“Hasta ahora, en Brasil el 0,0169% de la población murió por coronavirus. Entre los menores de 60 años ese porcentaje cae al 0,0019% y equivale a las chances de pegar tres plenos al hilo en la ruleta”, señaló Martín Tetaz, economista.
“No Martín… –contesta Willafañe- murieron más de 35.000 personas hasta hoy. Y si te toca … es un pleno. No subestimes el problema efectuando una falacia con cálculos. Son personas y son vidas”.
Y redondeaba: “Es por eso que en éstas situaciones no se deben dejarlas libradas a los economistas. Es una gran parte del problema”
Y Terragno siguió enumerando éxitos y fracasos.
Brasil, ya no quedan dudas, es el país más perjudicado por el virus.
En Uruguay, el presidente Luis Lacalle Pou no ordenó una cuarentena, pero cerró escuelas y universidades, al igual que museos, cines, teatro, casinos, hipódromos y estadios. Por último, cerró las fronteras. Logró un meritorio porcentaje de muertes: 7 por millón de habitantes. Uruguay no fue el líder… ya que lo venció Paraguay, donde el gobierno de Mario Abdo Benítez consiguió que su país, con cuarentena y sólo 2 muertos por millón de habitantes, se convirtiera en el país de América Latina más exitoso la lucha contra la Covid-19.
Y Terragno finalizaba con una frase premonitoria: “Casi todos los gobernantes han apostado fuerte. Ahora, enfrentan el desafío mayor: componer las maltrechas economías, para lo cual necesitan un poder que la pandemia les ha reducido.
Algunos se quedarán sin poder alguno.
Los otros tendrán una sola ventaja: siempre que las crisis provocan desesperación, la gente siente alivio cuando se empieza a salir y, al menos por un tiempo, la alientan los progresos, aunque sean mínimos”.