Karina Friedl nació en Oberá pero desde los 7 años que vive en San Vicente. Cuando terminó la secundaria se inclinó por medicina en la Universidad del Nordeste de Corrientes, carrera que finalizó estando embarazada de su primera hija, motivo que reforzó su idea de regresar a la ciudad que la adoptó. Después de muchos años pudo entrar como médica de planta en el Hospital convertido recientemente en Nivel III, es decir Alta Complejidad.
“Estos cambios para el pueblo de San Vicente son algo ansiado y soñado. Es un avance grandísimo para lo que se puede brindar a toda la población y cubrir las necesidades que tenemos. Porque acá hay una comunidad muy grande. Nosotros no teníamos alta complejidad y las necesidades son infinitas. Las cirugías, los partos… había que derivar todo. Y ahora ya no, tenemos terapia intensiva, eso es importantísimo para el avance del pueblo”, explica con un marcado entusiasmo.
La infraestructura cubre una demanda de una población de 100.000 habitantes y zonas aledañas. La gran pregunta es si cuando Karina era estudiante universitaria se imaginaba pudiendo trabajar en un Hospital de alta complejidad en su propia localidad.
“Uno siempre sueña. Pero lo ve como algo lejano. Y ahora lo tenemos acá, en nuestras manos, la verdad es que es un sueño hecho realidad. Estoy agradecida y me siento bendecida”, relata la profesional de la salud.
“El Soberbio, San Pedro, Dos de Mayo: nosotros tenemos una comunidad enorme de gente, tanto de zonas urbanas como de las chacras”, especifica.
Para la médica es un gran logro que se hayan contratado 54 nuevos profesionales de salud: “son muchas especialidades que van a cambiar el funcionamiento del hospital. Y la terapia, obviamente”. Antes, los pacientes críticos tenían que ser trasladados. Hoy, ya pueden ser atendidos en su localidad.
Los servicios que se incorporan son: Terapia Intensiva, Laboratorio de Análisis Clínicos, Morgue (en construcción), Esterilización, Sala de Parto, Diálisis. Llevando la capacidad de camas de internación de 22 a 30, sumándose 9 camas en Unidad de Terapia Intensiva (UTI) y 3 camas en el Shock Room (Emergencias).
Durante muchos años, Friedl trabajó para distintos planes nacionales como Médicos Comunitarios, o Médico de Cabecera. “Siempre quise trabajar en el Hospital. Incluso me costó mucho ingresar ahí como médico de planta”, recuerda la médica de 48 años.
El médico clínico es el más solicitado en los pueblos o ciudades pequeñas, debido a que muchas veces faltan especialistas, entonces los clínicos pasan a ser a quienes primero se recurre. Incluso muchos años atrás, eran la palabra autorizada para todos los males. Hoy la ciencia avanzó a punto tal que para cada dolencia hay una especialidad, lo que permiten tratamientos más efectivos para las enfermedades complejas.
“La capacidad de internación, de hacer estudios en el laboratorio, todo cambia”. El recurso humano pasó de 75 agentes de salud pública a 129, ya que 75 eran del plantel del antiguo nosocomio y se incorporaron 54 Agentes (15 Médicos, 22 Enfermeros, 10 Administrativos, 2 Bioquímicos, 2 para mantenimiento, 1 odontólogo, 1 Nutricionista y 1 Asistente Social.
“Es una emoción, por ahí con palabras uno no puede explicar lo que se siente. Uno estuvo, vio como era y ve el avance, es muy satisfactorio”, concluyó.
