Mediante ley, la Legislatura autorizó el uso de teléfonos celulares y otros dispositivos tecnológicos en horas de clases dentro de los establecimientos educativos, tanto de gestión pública como privada, en todos sus niveles.
Los teléfonos móviles, conocidos popularmente en el país como “celulares” vuelven a estar permitidos en las aulas misioneras. La finalidad es que estos aparatos sean utilizados como herramienta pedagógica, didáctica y de innovación tecnológica, para lo cual es necesario promover su uso racional, organizado, planificado y creativo dentro del aula.
“La incorporación de estos dispositivos en las escuelas apuesta a la agenda educativa, busca favorecer el uso de las tecnologías con sentido pedagógico, y colabora en la construcción de conocimientos socialmente relevantes”, argumentó el legislador Carlos Rovira, autor del proyecto.
“Es indispensable enriquecer el proceso de aprendizaje, tanto en los alumnos como en los docentes, capacitando a estos últimos para que incluyan las nuevas tecnologías en la enseñanza de los contenidos”, expresó.
En sus fundamentos, la iniciativa sostiene: “Cuando se hace un uso racional, organizado, planificado y creativo de la tecnología en ambientes educativos, estamos hablando de Tecnología Educativa. Si el docente aplica esta tecnología en el proceso de enseñanza-aprendizaje, contribuye a la formación de profesionales preparados para plantear y solucionar problemas sociales; ya que hoy en día, los bienes, servicios y medios de producción están empleando TIC para optimizar su funcionamiento”.
De Campo Grande al mundo
Lo notable es que esta iniciativa tuvo sus primeros progresos en un Parlamento Estudiantil de 2016, cuando dos estudiantes de Campo Grande (Gilda Balmori y Marianela da Silva) propusieron esta vuelta de tuerca para el uso de la TIC.
Así, el autor sostiene que la incorporación del celular a la actividad en el aula “implica, entre otros aspectos, construir un nuevo sujeto de enseñanza y más globalmente, suscribir un nuevo contrato pedagógico que se relacione directamente con el problema de la calidad de las enseñanzas a través de distintos procesos y recursos tecnológicos.
Por qué del cambio
Para Carlos Rovira, el celular se está apartando de su función original, la de comunicar por voz o texto a dos personas, para convertirse en una herramienta multimedia de calidad, completamente equipada hasta el punto de hacernos prescindir en muchos casos de nuestra cámara de fotos o de vídeo. “Los terminales son pequeños centros de información, comunicación y almacenamiento. Pero su punto fuerte es su uso popularizado, contando con más de un móvil por persona en nuestro país. Sobre cualquier otro medio tecnológico a su alcance, nos ofrecen disponibilidad inmediata, alta tecnología cargados de gadgets, foto y vídeo (resolución aceptable) bluetooth, mail, editores de vídeo, etcétera”.
Finalmente, al advertir sobre eventuales riesgos que pudiere acarrear la nueva normativa (que da de baja una ley de 2007 que prohibía el uso de celulares en aulas), se aclara: la idea consiste en dejar a criterio de cada establecimiento educativo la facultad de establecer el uso del celular y las actividades educativas a desarrollarse con los mismos. Lo cual conlleva a que los docentes aprendan al respecto, y que los planificadores de la educación diseñen programas y contenidos curriculares que incluyan la utilización de la tecnología, aprovechando el máximo potencial pedagógico.