Alejandro Nieto, desde Madrid, se ha tomado muy en serio explicar la decisión de que el agua pase a formar parte de los commodities que cotizan en Bolsa. Y aclara algunas cuestiones que vienen bien en estos días. Como autor especializado en temas financieros, vale la pena leer su interpretación de esta novedad. Y de cómo juegan los contratos de futuro en la decisión de determinados especuladores (gamblers) y cómo este sistema, de alguna manera, los controla
Hace unos días una noticia llamó la atención de los medios: el agua comenzaba a cotizar en bolsa. Lo que parece el colmo del capitalismo en realidad no es muy distinto de lo que sucede con otros ámbitos de la agricultura. Aunque pueda parecer raro que un bien tan esencial cotice en bolsa no hay que olvidar que existe un mercado de commodities (materias primas) donde cotizan numerosos productos agrícolas (maíz, arroz, soja, café, leche y cacao, por ejemplo).
¿Es el agua algo distinto?
En realidad, el agua como tal no cotiza en bolsa. ¿Por qué decimos lo contrario de lo que han difundido las noticias y de lo que acabamos de expresar? Porque realmente lo que ha empezado a cotizar en bolsa no es el agua en sí sino los contratos de futuros del agua. Y además de una zona particular de California, no de todo el mundo.
Quienes piensan que es una barbaridad que el capitalismo haga negocio con algo tan fundamental deberían revisar la factura que viene cada mes de la empresa de aguas de su zona: con el agua ya se comercia. Y en agricultura aún más, pues el uso de la misma en ciertos cultivos es muy intensivo.
Lo que comienza a cotizar en la bolsa de Chicago, es el futuro del precio del arrendamientos y ventas de derechos de agua de las transacciones de las cinco mayores regiones de California. Es decir, antes de que este contrato de futuros (llamado Nasdaq Veles California Water Index,NQH20) se indexara ya se negociaban contratos privados de derechos de agua. La única diferencia es que esto se hacía de forma privada, y no en un mercado de valores donde las transacciones son transparentes.
¿Qué es un contrato de futuros?
Los contratos de futuros son una forma de comerciar con el precio de los activos sin tocar el subyacente (el propio activo en sí). Es un tipo de derivados muy común y que sirve como seguro para las partes interesadas.
Pongamos un ejemplo: un agricultor necesita en primavera millones de litros de agua para sus cosechas. Estamos en diciembre y faltan tres meses, la incertidumbre del precio le puede acarrear noches de insomnio, pues puede ser la diferencia entre arruinarse o prosperar
¿Cuánto valdrá el agua en primavera? No lo sabe. Quizá podría comprar el agua ahora (el precio de los bienes ahora sí se sabe) y almacenarla, pero no es práctico. Si existe un mercado de futuros, sin embargo, hay una solución.
El mercado de futuros permite comprar el agua a un precio fijo en una fecha determinada. Puede comprar contratos de futuros para poder comprar el agua a un precio fijo en primavera, independientemente de cuánto cueste entonces. Si el agua está más barata entonces simplemente perderá el dinero del contrato que compró en diciembre. Y si está más cara, la diferencia de precios se la ahorrará. Efectivamente el precio del contrato es como la prima de un seguro, se pierde si no hay siniestro.
Para el vendedor de agua también es un seguro, pues permite determinar las ganancias a una fecha dada. Los contratos de futuros son como un seguro negociado de una forma transparente y pública, que no es otra que la función principal de las bolsas de valores.
Ahora bien, ¿qué hay de los especuladores?
Efectivamente allí donde hay un mercado de valores existe la especulación. Un tercero, que ni vende ni compra agua, puede adquirir y subastar contratos de futuros simplemente para enriquecerse. Puede comprar contratos de agua porque cree que su precio subirá, y una vez venzan vender el agua a precio de mercado (o mejor, vender el contrato unos días antes del vencimiento para no tener que realizar operaciones complejas, como almacenar agua).
Sin embargo, los especuladores dotan de liquidez al mercado, lo cual es positivo al proporcionar compradores cuando hay vendedores interesados y viceversa.
La gran duda es si afectan al precio dañando la economía real. Y en este caso, que los futuros del agua coticen en bolsa, ¿va a implicar que los usuarios reales del agua tienen que pagar más por este bien tan necesario para que alguien interesado se enriquezca en el camino?
Los futuros y el precio del subyacente
El debate sobre si los futuros afectan el precio del subyacente es viejo. Hay quien afirma que el simple hecho de algo cotice en el mercado de futuros y se pueda especular con su precio es negativo, pues afecta al precio del producto. Sin embargo algunos estudios, más recientes, afirman que esta cotización de futuros no afecta al precio del bien, es más, lo que hace es reducir la volatilidad estabilizando las fluctuaciones de precio.
Es algo que tiene sentido.
En los mercados de futuros no se compra y vende el bien en sí mismo, algo que sí podría afectar al precio del subyacente (en este caso el agua), dado que los especuladores podrían acumular el bien para generar una escasez artificial y disparar su precio. En los futuros sólo se apuesta sobre cuál va a ser el precio del bien en un momento dado.
Esto proporciona, además, información muy importante para todos los interesados: lo que piensa el mercado, la inteligencia colectiva, sobre el valor de los activos en el futuro. Lo cual puede usarse para asegurarse o simplemente para tomar decisiones sobre el negocio con anticipación (por ejemplo, en este caso cambiar el cultivo a algo que no demande tanta agua, en caso de que vaya a ser muy cara a corto plazo).
Y ahora la pregunta: ¿merece la pena invertir en los contratos a futuro de agua? Mi consejo es siempre el mismo: antes de invertir en algo es necesario conocerlo bien o delegar en alguien que nos inspire confianza. Por ejemplo, para invertir en acciones de empresas hay que entender bien sus cuentas y las perspectivas de futuro. Como también hay que diversificar, mi postura es que lo mejor es invertir en fondos confiando en un gestor (o en un fondo indexado si preferimos seguir al mercado de forma muy diversificada). Todo esto lo cuento en detalle en mi libro
(Inversión en tiempos de tipos bajo de Alejandro Nieto, autor que también posee el Blog Salmón sobre la temática)
Entonces, ¿merece la pena invertir en futuros del agua? La pregunta no es la correcta. Lo correcto sería preguntarnos: ¿conocemos bien el mercado del agua en California? ¿Somos expertos su clima? ¿Conocemos sus actividades agrícolas? ¿Conocemos cómo funciona el mercado del agua allí? Si las respuestas son no, mejor no invertir ahí. Y aunque lo conozcamos todo, invertir en futuros (y en general en cualquier derivado) es de lo más arriesgado que hay, pues tienen vencimientos y si la apuesta no sale bien se pierde todo lo invertido (cosa que en acciones solo ocurre ante una quiebra).