Vale traer al recuerdo algunas historias vinculadas a la cuenca de uno de los arroyos más importantes de Posadas. La generadora de Emsa, el frigorífico, la famosa chacra 223 donde trabajaban los oleros, la fábrica elaboradora de láminas, la capilla Santa Rosa, el viejo Rowing Club, las cercanías del Jardín Botánico
En 2020, la Legislatura declaró por ley (XVI – N° 137) la creación del Área Natural Protegida con categoría de Reserva de Uso Múltiple a las tierras denominadas Zaimán bajo, medio y principal. Para ver el texto, ir a http://www.diputadosmisiones.gov.ar/web_camara/archivos/sanciones/S54723.pdf
Se trata de una región en el sur posadeño que se fue desarrollando en torno al arroyo homónimo. Cuando toda la región se vio afectada por las obras de relocalización y reasentamiento de Yacyretá, la cuenca del Zaimán mostraba una vitalidad notable y el proceso de cambio y movimiento de personas fue muy importante.
Hay hacia fines de los años 70, un arroyo Zaimán que se hacía ancho en su desembocadura y que tenía algún tipo de caudal desde poco antes del puente sobre la ruta 12 (hoy ampliado al doble de su tamaño).
De ahí, hacía los orígenes el arroyo se tornaba pequeño y casi imperceptible, visto desde el cielo. Hoy, el remanso y cola de arroyo llegan a la avenida Cabo de Hornos y toda la zona adquirió un gran flujo tras el reasentamiento de poblaciones afectadas por Yacyretá hacia el área A4, como se lo conoce, así como las viviendas de barrios provinciales.
Pocos kilómetros más hacia el inicio y el Zaimán virtualmente se transforma en un par de arroyitos que se juntan en un punto de esos grandes campos solo moteados por plantaciones de pino. Así, el Zaimán es grande cuando termina; no definitivamente, en sus orígenes.
Volviendo a zona previa al puente sobre ruta 12, una de las generadoras de Electricidad de Misiones SA capturaba el agua del arroyo para enfriamiento de sus motores. Se lo denominaba Estación La Tablada.
Pero no era todo: ahí mismo, donde está el barrio San Jorge estaban las instalaciones del Frigorífico (tuvo varios nombres) que faenaba toda la hacienda de la región. Asimismo, ya sobre la ruta se hallaban y siguen estando un campamento de Vialidad Nacional y contiguo la playa de transferencia de la basura de Posadas (Hoy, el Instituto Municipal de Sanidad Animal).
Cruzando el puente hacia el río, el Zaimán ganaba cuerpo y volumen. El barrio Santa Rosa hacia el norte crecía fuerte lleno de gente.
Allí estaba y sigue la capilla con su canchita de fútbol donde aún en la actualidad se pueden ver aguerridos encuentros donde los contendientes van por todo ya que se juegan “por cajones de cerveza”, ingeridas por los ganadores en el tercer tiempo.
Y, claro, las olerías. Todo un símbolo. Que, además, tenía todo: Una zona con arcilla apropiada para la elaboración de los ladrillos artesanales, la cercanía a los puestos de venta (sobre las colectoras de la ruta 12 a pocos metros de allí), una cuestión de propiedad que no estaba claro y entonces los oleros iban y venían sin mayores problemas. Se trataba de la famosa chacra 223, una extensa área que se iniciaba como un triángulo desde la Rotonda de acceso a la avenida Uruguay, avanzaba –por un lado- muy cerca de la ruta 12 y, por el otro, rodeaba al Barrio Kennedy, al Jardín Botánico y bajaba imaginariamente hasta unirse en forma angulada cerca del arroyo y de la ruta.
Decenas y decenas de olerías trabajando. El trabajo exigía, por sobre todo, mucha dedicación. Apenas con un par de moldes y un caballo ya se podía poner a elaborar. Se iban sacando los ladrillos de a pares. Se los dejaba secar en una primera instancia así acostados (de plancha) y luego venía el “canteado” (se los colocaba de canto). Ahí se terminaban de orear, es decir, se iban endureciendo. Luego de varias jornadas (y cruzando los dedos para que no lloviera) estaba listo para que se armara la torre con grandes túneles interiores.
Allí irían los troncos que se quemarían casi sin parar durante un día, día y medio y con épocas de humedad y frío hasta dos días. Luego vendría el enfriado, y colocación apilada. Luego, la parte más difícil para muchos de ellos: negociar la venta. El camionero llegaba y negociaba. Trataba de tirar abajo lo más que se podía el precio. Traía dos o tres ayudantes (“secretarios”, en la jerga de la región) que rápidamente se ponían a subir a la carrocería del desvencijado vehículo. Los caminos, naturalmente, no existían y eran sendas muy hundidas por el suelo arcilloso y por la excesiva carga de los camiones. Y cuando quedaban “colgados” o empantanados, entre todos había que hacer fuerza, y –colocando bajo las ruedas los costaneros- tratar de sacarlos del atolladero.
Cuando llovía, el lodazal hacía imposible trasladarse en esas regiones con el famoso barro “ña-ú” que no deja pasar el agua y retenía por semanas el agua caída y acumulada.
Hoy en día se habla de los “clusters” o áreas de trabajo integradas (el famoso caso de las fábricas de autopartes que se hallan cerca de las grandes automotrices a las que proveen, por caso). En ese entonces, había un cluster que funcionaba perfectamente.
Laminadora Argentina SA (LASA) tenía un ritmo de trabajo muy alto. Las láminas para enchapados se obtenían allí. Troncos y más troncos flotando en líquidos y luego hincados como salchichas eran desarmados y cortadas en finas capas que se usaban como materia prima de la industria para la elaboración de terciados y productos derivados de la madera.
¿Qué es lo que sobraba? Los costaneros (los bordes de los troncos no aprovechados en el proceso industrial).
¿Quiénes lo usaban? Los oleros.
¿Para qué? Doble uso. Para quemar los ladrillos (aunque también requerían leña de más calidad) y para construir sus humildes viviendas. Costaneros en los bordes, chapa cartón arriba, letrina afuera y ya estaba listos para fabricar ladrillos y vivir en el lugar. No hacía falta más.
Y más adelante, el Zaimán seguía haciéndose más ancho hasta llegar muy cerca de su desembocadura a uno de los lugares más apreciados por generaciones de posadeños. El Rowing Club. Tal como su nombre en inglés lo indica era un club de remo que agregó muchas otras actividades deportivas y recreativas: tenis, fútbol, basquetbol.
Un muy activo presidente (Juan Cayetano Pernigotti) trabajó para gestionar lo mejor para su club ante la EBY.
Y así, con los nuevos tiempos obtuvo los fondos para trasladar el club -ya unido con otras dos entidades tradicionales-: para transformarse ahora CAPRI (Clubes asociados Progreso Rowing Independiente). Y sí, están en la desembocadura de otro arroyo posadeño con prosapia, el Mártires en la zona oeste de la ciudad.
Toda esta zona está prácticamente liberada y la creación de la nueva ley de Área Natural Protegida empuja la ciudad hacia un deseable BioParque que contará con todo tipo de atracciones: mucha naturaleza en plena ciudad, animales, verde, y si la plata alcanza, un tren ecológico al mejor estilo del Parque Iguazú.
Va a quedar linda Posadas. Soñar no cuesta nada.
Donde esta el puente de CAbo de Hornos ibamos a pescar, Poniamos botellas de vino “culo hondo” , rota y pan adentro. ademas de mojarreros. Hoy es una cloaca a cielo abierto, tanto este como el Martires, totalmentee contaminados con material fecal, el 90% de las plantas cloacales de Posadas no funcionan y tiran asi crudo al rio, una pena. Lastima los posadeños no abren los ojos, constanera tan linda,. el Brete ….
Ese sistema de pesca lo vi en toda mi infancia en Eldorado, Marcelo. Además del “medio mundo”, como lo llamaban. Funcionaba y muy bien.