Es un técnico oriundo de Foz de Iguazú. Pero es muy conocido en toda América latina. Polan Lacki difunde su mensaje. Sencillo y eficaz: los productores deben comprar barato y vender caro. Y deben hacer eficientes sus procesos productivos. Y todo debe empezar en las escuelas. En especial, aquellas del ámbito rural
Esta nota tiene su origen hace más de diez años. En 2010 tuve el gusto de compartir dos jornadas de trabajo con Polan Lacki.
Se trata de un ingeniero agrónomo brasileño nacido en Foz de Iguazú y conocedor de la vida en las chacras de esta región del mundo.
Su mensaje es sencillo: compren barato, vendan caro. Produzcan el alimento que darán a sus animales, sean medianamente eficientes: no necesitan mucho capital, apenas un poco de capacitación para sacarle “más el jugo a la actividad agrícola”. Nada del otro mundo, pero con una claridad conceptual que valen la pena resaltar.
Para Lacki, formar a las camadas de nuevos chacareros es parte de la solución del problema.
He aquí un ejemplo de sus ponencias En los países de América Latina, las escuelas fundamentales rurales (del primer al octavo o noveno año) siguen enseñando a sus alumnos la historia de los faraones y pirámides de Egipto, la altitud del Himalaya, los imperios Romano y Bizantino, el Renacimiento, la historia de Luis XIV, XV y XVI y de Napoleón Bonaparte, el sistema nervioso de los anfibios, la reproducción de las briofitas y pteridofitas y, algunas de ellas, hasta el “esquema de funcionamiento de los pies ambulacrales de los equinodermos”.
Qué hacer con la educación en escuelas rurales
Mientras aburren a los niños con estos conocimientos, absolutamente irrelevantes para sus necesidades de vida y de trabajo en el campo, pierden una extraordinaria e irrecuperable oportunidad: la oportunidad de ampliar y profundizar la enseñanza de contenidos mucho más útiles y de aplicación más inmediata en la corrección de las ineficiencias que están causando el subdesarrollo rural.
Así, a modo de ejemplo:
- Enseñar lo que las familias rurales podrían hacer para obtener una producción agropecuaria más abundante, más diversificada, más eficiente y más rentable. Y da preguntas orientativas al respecto, a saber:
- Qué medidas de higiene, profilaxis y alimentación estas deberían adoptar para evitar las enfermedades que ocurren con mayor frecuencia en las zonas rurales;
- Qué deberían hacer para prevenir las intoxicaciones con agroquímicos y
- Qué hacer con los accidentes rurales y cómo aplicar los primeros auxilios, cuando estos accidentes no puedan ser evitados;
- Cómo producir y utilizar hortalizas, frutas y plantas medicinales;
Cómo organizar la comunidad para solucionar, en conjunto, aquellos problemas que no pueden o no deben ser resueltos individualmente, como, por ejemplo, la comercialización y las inversiones de alto costo y baja frecuencia de uso.
- También pierden la oportunidad de otorgarles una mejor formación de valores, pues deberían enseñarles los principios, las actitudes y los comportamientos que ellos necesitan tener para mejorar su desempeño en la vida familiar y comunitaria, como, por ejemplo:
- Formarlos para que tengan más iniciativa y espíritu emprendedor con el fin de que se vuelvan menos dependientes de ayudas paternalistas;
- Educarlos para que practiquen la honestidad, la solidaridad, la responsabilidad y la disciplina;
- Para que tengan conciencia de sus derechos, pero especialmente de sus deberes;
- Para que posean una ambición sana y un fuerte deseo de superación, pero conscientes de que deberán concretizar estas aspiraciones a través de la perseverancia y de la eficiencia en la ejecución del trabajo.
Esas escuelas no están cumpliendo su función de desarrollar las potencialidades latentes de los niños rurales, de abrirles nuevas oportunidades de auto-realización ni de formar ciudadanos que, gracias a su propia voluntad y competencia, sean capaces de protagonizar el auto-desarrollo personal, familiar y comunitario.
¿Río Nilo o el río de la comunidad rural?
Las escuelas fundamentales rurales serían mucho más útiles si, antes de enseñar la historia de Europa o la geografía de Asia, enseñasen a sus alumnos la historia y la geografía de sus comunidades. Si, en vez de distraer las atenciones de los educandos con las jirafas y elefantes de África, les enseñasen como criar, con mayor eficiencia, los animales existentes en sus fincas con la finalidad de mejorar el auto-abastecimiento y el ingreso familiar. Dichas escuelas serían más útiles si enseñasen a los niños cómo evitar las plagas de la agricultura y de la ganadería, cómo identificar y eliminar las plantas que intoxican sus animales y los insectos que transmiten las enfermedades. En vez de hacerles memorizar la longitud del Río Nilo, sería más útil enseñarles cómo y porqué deberían evitar la polución de otro río: el río de su comunidad.
Así, la vieja humorada de Quino en Mafalda adquiere una actualidad dolorosa.
¿Jardines Colgantes de la Babilonia o huertas familiares?
Antes de abordar los Jardines Colgantes de Babilonia, sería conveniente enseñarles cómo y porqué deberían implantar huertas y árboles frutales diversificados en sus fincas y cómo adoptar medidas de conservación del suelo para que éste siga produciendo con altos rendimientos.
En vez de enseñar sobre los héroes de las guerras de otros continentes, deberían enseñarles sobre los “héroes” de sus propias comunidades; sobre aquellos “héroes” que otorgaron una educación ejemplar a sus hijos, que tuvieron una destacada participación en la solución de los problemas de la comunidad y que progresaron gracias a la dedicación al trabajo bien ejecutado y a la eficiencia en el uso adecuado de los escasos recursos disponibles. Esas escuelas deberían mostrar a sus alumnos los buenos ejemplos de aquellos “héroes” de la comunidad o del municipio que no robaron, que no engañaron a sus vecinos, que no poseen vicios, que no practican la violencia, que no son egoístas, etc.
Si la escuela es rural deberá “agriculturalizarse” y “ruralizarse”
El final no puede ser más esperanzador, según Lacki.
Es necesario “agriculturalizar”, “ruralizar” y volver más realistas, más instrumentales y más pragmáticos los contenidos educativos de esas escuelas; asimismo es necesario eliminar de sus sobrecargados currículos los contenidos excesivamente teóricos, abstractos y con baja probabilidad de ser utilizados en la vida, en el trabajo rural.
En su lugar, deberían ser incluidos o ampliados contenidos más prácticos, utilitarios y aplicables por los educandos en la solución de los problemas más frecuentes que ellos enfrentan y seguirán enfrentando en la vida cotidiana de sus fincas, y también de sus hogares, de sus comunidades y de los mercados rurales.