Empezó a inicios de los años 60 junto a Joan Baez. Y hoy es un monumento viviente al arte, la creación, la canción de protesta, el folk rock (que él inventó) y muchas otras cosas más
Sí, antes que se supiera que el tipo había nacido en Minesota, Estados Unidos y que su apellido era judío (Zimmerman), mucho antes que él saliera a correr en motocicleta como loco por las amplias y extensas autovías de su país tal como lo hacían los protagonistas de Busco mi destino, mucho antes de que se diera “un palo” casi fatal y que lo tuvo en coma y moribundo varios días y que recibiera la visita de Jesús y lo hiciera cambiar de religión (se hizo cristiano), antes de todo eso, acá en la Argentina en las iglesias ya se cantaba “Saber que vendrás”
Quizá el amable lector ya sepa de cuál tema se trate.
Escúchela y admita que la conoce
Y, sí. Era el famoso tema Blowin’ in the wind (Soplando en el viento) una de esas canciones de protesta que el ahora ya más conocido Bob Dylan y su nuevo apellido tenía que ver con un poeta irlandés llamado Dylan Thomas.
Arrancó con una guitarrita y derivó al folk.
Lo más parecido a él fue Woody Guthrie, un músico popular (al estilo, para tener alguna referencia, de León Gieco) que caminaba el país y contaba lo que vía en las épocas de la gran recesión (años 30 del siglo pasado) como un juglar con su guitarra y su armónica.
Bob arrancó con este estilo.
La hija de un diplomático que había viajado por medio mundo fue su trampolín a los escenarios.
Ella, una morocha con una voz excepcional, parecía encantada con su nuevo “partner”. Joan Baez.
Ambos músicos se conocieron en 1961 cuando Baez ya era considerada la nueva “reina del folk” y Dylan buscaba abrirse camino en la escena con la bendición de su admirado Woody Guthrie.
Se los conoció como la “canción de protesta”. Y era eso. Con deseos de cambiar el mundo.
En los años 60, el mundo hervía.
Vietnam, los hippies, la marihuana, el amor libre.
Todo vino de golpe.
Y, de repente, Bob decide incorporar electricidad a sus temas.
Tanto fue así que el nuevo género se llamó folk rock.
Pero, como pasó con Astor Piazzolla a quien los tangueros no le perdonaron el atrevimiento, Bob la pasó mal con los tradicionalistas del género.
Como dice una crónica: “Fue Baez quien presentó a Dylan en el tradicional Festival de Folk de Newport -en donde conocería la gloria y la más estrepitosa silbatina cuando viró hacia el rock y el blues-, y quien lo llevó a participar de la Marcha de Washington que culminó con el famoso discurso de Martin Luther King”. Sí, ese famoso que decía “Tengo un sueño”.
Ronchas al maquinista
Aunque la canción de protesta no cambió el mundo, una canción de Dylan fue capaz de hacer lo que había adelantado Quino en la boca de su alter ego, Mafalda: “Un mosquito no podrá detener nunca un tren pero sí puede llenar de ronchas al maquinista”.
A comienzos de los 70, un boxeador negro ya llevaba varios años de encierro en una prisión por…sí, ya lo vio en el cine… por un crimen que no cometió.
Hurricane fue el tema que denunció esta situación.
Dylan visitó al que pudo haber sido campeón del mundo como cantaba y se enteró a fondo de su triste situación: le habían “enchufado un fardo”. Y ahí estaba tirado Rubin Carter como una bolsa de papas en el fondo de su prisión.
Disparos de pistola resuenan en la noche en el bar
Llega Patty Valentine desde el piso de arriba
Ve al encargado en un charco de sangre
Grita: “¡Dios mío, los han matado a todos!”
Aquí viene la historia del Hurricane.
El hombre al que las autoridades culparon
De algo que nunca hizo”
Así comienza el tema. Con un violín que sobrevuela toda la canción mientras Dylan va contando la historia de una injusticia.
Y, sí. Costó pero Hurricane terminó siendo liberado. Pero quedaban las letras con la dura descripción del caso.
Todas las cartas de Rubin estaban marcadas de antemano
El juicio fue un circo de cerdos, él nunca tuvo una oportunidad
El juez hizo aparecer a los testigos de Rubin como borrachines de los bajos fondos
Para la gente blanca que miraba él era un vago revolucionario
Y para la gente de color él era solamente un negro loco
Nadie dudó de que él había apretado el gatillo
El estribillo de la canción era
Lo pusieron en una celda de prisión, pero él pudo haber sido
el campeón del mundo.
Y el final del tema era tremendo
No puedo evitar avergonzarme de vivir en un país
Donde la justicia es un juego.
Ahora todos los criminales con sus trajes y corbatas
Están libres para beber martinis y mirar el amanecer
Mientras Rubin se sienta como Buda en una celda de tres metros
Un hombre inocente en un infierno viviente
Esa es la historia de Hurricane
Pero no terminará hasta que limpien su nombre
Y le devuelvan el tiempo que ha cumplido
Lo pusieron en la celda de una prisión, pero una vez pudo haber sido
El campeón del mundo.
Los amores del viejo Bob
Fue un hombre que se enamoraba. Y tenía hijos.
Menos con Joan Baez con la que convivió varios años.
Hace unos años, cuando se le consultó a Joan Baez por Bob Dylan, fue tan contundente como enigmática: “Él no es un hombre normal”.
En aquellos años Dylan mantuvo romances con otras mujeres, entre las que sobresalen Suzy Rotolo, modelo que aparecía en la portada del disco “The Freewheelin´ Bob Dylan”.
Posteriormente llega Sara Lownds, con quien se casó en 1965 y tuvo cuatro hijos entre ellos Jakob hoy un músico bastante conocido.
Sarah fue su musa durante una década.
El tema a Sarah es una bellísima canción de despedida por los buenos años.
Luego se terminó
A mediados de los 70, Dylan en los conciertos solía presentar así a sus acompañantes.
“Aquí están, está es mi novia, esta otra es mi amante y aquella otra es la chica con la que estoy saliendo”.
En los 70, el tema Golpeando las puertas del cielo se usó en un film sobre la vida de Billy The Kid. Un clásico total y una de las mejores reversiones del mundo en la versión de Guns and Roses
Pero hay que decirlo: Ya integra el salón de los clásicos.
Qué dudas caben.
El propio Lennon dijo: “Empecé a darle artículo a las letras por Dylan. Él me enseñó la importancia de las palabras”.
Así como medio siglo antes, los puristas del folk lo crucificaron por ponerle electricidad a sus temas, en 2016 los escritores del establishment pusieron el grito en el cielo: Bob Dylan recibía el premio Nobel de Literatura.
Sí, un cantante. Un artista. Un trapecista, como él se definía.
Que ya había ganado un Pulitzer y el premio mayor de la Literatura en castellano, el Príncipe de Asturias.
Esta vez fue “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”.
Y sí, poesía y de la buena es lo que sobra en las canciones del viejo Bob.
Es seguro que se lo merecía.
Y hoy con sus flamantes 80 años, no queda otra que alzar las copas y espera que él siga andando “como un viejo canto rodado” (like a rolling Stone) por el mundo y los corazones.