La Semana de la Lucha contra el Uso Indebido de Drogas se constituye en una buena excusa para que una historia en primera persona pueda llevar a un testimonio terrible sobre los efectos que causan las diversas drogas que existentes. Y cómo cuesta salir de las mismas
Sebastián Noguera es Director Administrativo de Centro de Tratamiento de Adicciones “CMB”. Estas siglas remiten al mensaje que parece querer dar este hombre de 46 años: son Cosas Muy Buenas. Y este ex-adicto a la cocaína y el alcohol viene a dar su alegato. Sí, Sebastián es abogado del foro local, ha ejercido la docencia por muchos años, pero ahora quiere contar esas cosas muy buenas que vive desde la Navidad de 2019, cuando dejó de consumir. Ahí va con su lucha, sus esperanzas y también con el deseo de transmitir un mensaje.
En el sitio de CMB lo cuentan así: “Somos un equipo interdisciplinario de profesionales dedicados a brindar apoyo y asistencia permanente a las personas con problemas en adicciones.
Nuestros objetivos se basan en ayudar a nuestros pacientes y su círculo íntimo, a través de diferentes herramientas terapéuticas y tratamientos previamente planificados, con el fin de reducir hasta detener el uso de sustancias o conductas adictivas, y así lograr mejorar la calidad de vida de las personas”.
Y las preguntas surgen fáciles.
Tuviste problemas con consumos diversos. Tengo entendido que con alcohol y cocaína principalmente, pero, ¿probaste otras? ¿Por qué consideras que tuviste incidencia en estas dos?
Sí, la verdad es que nunca creí (que me fuera a afectar). Más allá de que cuando empecé a consumir alcohol y cocaína entendía simplemente que era una trasgresión y lo que buscaba era un cambio de sensaciones, sentirme más que el resto. Porque así empecé, y no me di cuenta de que hay una enfermedad que se despierta en uno, a partir de la manifestación de las tendencias que tenemos nosotros, los adictos -hablo por mí- puntualmente, a funcionar de una manera dependiente de cualquier cosa externa a uno, a mí mismo, que me haga sentir pleno. A partir de ahí yo empecé a vivir desde un principio, en forma de una trasgresión y entendía que era un problema moral al principio, es decir hacerlo o no hacerlo, hasta que en un momento de mi vida pude sentir el efecto de lo que era unas ganas imperiosas de consumir puntualmente cocaína. Y eso me llevó a que mi vida se transforme en un desastre.
¿No lo entendías así al principio?
Claro. Digamos, para mí en el consumo problemático no existe un consumo que no sea problemático para la persona que tiene la enfermedad de la adicción, porque yo no comprendía en un principio que el problema no era la droga sino mi manera de funcionar, la dependencia es un problema que tengo en mi conducta, en mi cerebro, una enfermedad que se aloja en el cerebro y yo no tenía ni la más pálida idea de que eso funciona de una manera que me hace a repetir conductas incluso de forma involuntaria y que me llevaba a un autoengaño. Esto es, creía que yo podía manejar y tener el control del consumo. Yo pude notar después de 26 años de consumo de cocaína y alcohol -desde los 12 años-, tengo 46, cuánto tiempo me costó reconocer que tenía un problema.
¿Y qué pasó ahí?
El día que yo sentí que tenía un problema y que la enfermedad era más fuerte que yo, era más sencillo mentirme y decir “yo puedo parar con esto cuando quiera y en realidad no paro porque no quiero”… y así me mentía. Porque era mucho más fácil decir eso, a reconocer que era más fuerte que yo, y claramente tener que admitir mi impotencia frente a la adicción. A partir de ahí mi vida se transformó en un desastre y todo fue un problema, no sólo el consumo, mi vida era un problema.
Volviendo al tipo de consumo…
Sí. En cuanto a esta pregunta, mi droga de preferencia eran la cocaína, el alcohol y también pastillas, como lo que llamamos tranquilizantes, para paliar el efecto eufórico que genera la cocaína, como Clonazepam, Alplax, esas cosas que si bien son de drogas lícitas; eran parte de mi consumo. Sí he probado marihuana, he probado otro tipo de drogas, ketamina, algún que otro ácido, pero no era de mi preferencia. A mí me gustó la cocaína por el efecto que me causaba, me hace sentir Aristóteles, me hacía creer que yo estaba por encima del resto de los mortales. Supongo que por ser una persona que se caracteriza por una alta soberbia y por manejarme en un círculo social de familias conocidas de Misiones.
La cocaína, de alguna manera era de la llamada la droga del éxito y en esta fantasía, que uno cuando consume cocaína se siente el rey del mundo, el amo del universo. A medida que yo iba estudiando Abogacía, que me recibí de abogado, eso -la cocaína- me hacía estar lúcido entre comillas- sí, despierto por supuesto-, encontré una especie de vitamina para poder afrontar la vida de manera eufórica y llenar este vacío eterno que tenemos los adictos adentro
Volviendo al CMB, allí tienen cinco etapas para atender las adicciones.
La primera se llama adaptación: Desintoxicación – Romper con la negación.
Objetivos básicos:
-Analizar la demanda, contener al paciente en tratamiento, realizar los procedimientos para su desintoxicación, comprometer a la familia y red social allegada.
-Ayudar al paciente a aceptar y asumir que es impotente ante el alcohol y/o otras sustancias que alteran su estado de ánimo.
-Ayudar a aceptar el hecho de que su vida se ha vuelto incontrolable (ingobernable) a causa de la adicción (intento directivo para tratar de romper con la negación).
Elementos a considerar:
Motivación para el cambio, estadios de cambio, recursos disponibles, apoyo de su medio (vínculos-red de contención), tratamientos previos, conocimiento de los tratamientos disponibles, tratamiento que desea, analizar quien está implicado en la demanda, por qué, etc.
Y Sebastián sigue contando:
¿Cómo y cuándo empezaste a consumir? ¿A qué edad? ¿Cómo fue?
Cocaína empecé a consumir a los 18 años, me acuerdo el día exacto: fue el día que cumplí 18 años, en el año 1992, yo estaba en quinto año. Pero, mi consumo de alcohol empezó cuando tenía 12 años, o sea qué fueron en esos momentos a los 12 y a los 18.
¿Cómo fue lo de la cocaína?
Cocaína- empecé a consumir un día alcoholizado, para levantar la borrachera. Lo empecé a hacer con un amigo de mi hermano, el del medio. A partir de ahí, el consumo se hizo espaciadamente. Lo hacía como a modo de premio, cada vez que yo sentía que me iba bien en algo o que tenía algún evento social, porque así empecé. Fue en un contexto de reuniones, de amistades en el que, para variar, siempre trataba de salir el esquema, lo hice con un amigo mío de mi edad y con otros amigos de mi hermano más grande.
Tu círculo de amistades, ¿influyó? Como está esa creencia típica de “la junta”
Mi círculo concreto no influyó directamente. Si sabía de otros que habían probado y yo también quería probarlo. Sí influyó el círculo de amistades de mi hermano más grande, que fueron los que me facilitaron el consumo, pero obviamente porque yo lo buscaba, no es que me fueron ofrecer, fui yo el que imperiosamente necesitaba un cambio de sensaciones. Quería probar algo distinto, algo que me sacara del estado de la borrachera, de esa miopía que te genera la borrachera. Y pasé de la miopía a la lucidez que durante los primeros consumos de la cocaína uno lo siente como algo propio del efecto, que te quita la anestesia que te genera el alcohol. Fue una experiencia que lo recuerdo como si fuera el día de hoy. Lo viví como un estado de euforia total y negando los efectos, creyendo que no me había hecho nada, cuando realidad estaba hablando como un loro.
¿Qué sentías al consumir, qué era lo que más te atraía de las sensaciones que producía?
Sentía en los momentos previos un estado de euforia importante, un estado en el que la adrenalina despierta en el cuerpo antes de empezar a consumir. Eso se llama consumo de seco. Y me gustaba el efecto anestésico que me provocaba en la zona oral, en la boca. Me hacía sentir una persona invencible; me quitaba, me desinhibía de todo, me transformaba en un ser humano locuaz, entrador, carismático, sin sentir vergüenza. En definitiva, te hace sentir invencible, muy perspicaz, despierto. Así es al principio
Como comentas que lo negabas, que lo dejabas cuando quisieras; ¿Cuándo fue que sentiste que llegaste a tu límite? En ese momento, ¿pediste ayuda?
Es que la enfermedad es muy complicada, porque se trata de un problema básico, no sólo por las sustancias que provocan adicción, sino, porque la adicción es una enfermedad que está dentro del cuerpo y el consumo es solamente un síntoma, como la fiebre, que evidencia que hay una infección dentro del cuerpo.
El problema está cuando vos tenés, como mi caso, a una persona que tiene la adicción y además consume la sustancia que produce adicción al mismo tiempo, es un combo explosivo. Yo lo negaba, porque nunca lo tomé como un problema, porque te ciega de tal modo, que el cerebro -en mi caso y en de todos los adictos- no distingue de dónde viene el placer –teóricamente- y le gusta, y provoca como un equilibrio y desequilibrio en el cerebro. Yo no tenía ni idea de todas estas explicaciones, yo lo único que quería era sentir el efecto de algo que me había gustado y la verdad que no lo notaba hasta que me despertaba con culpa al otro día. Y la culpa a lo largo del consumo, empezó a desaparecer. Pero esa culpa se fue diluyendo respecto del consumo, pero trasladando a lo que yo provocaba raíz del consumo, a mis situaciones familiares, de mis responsabilidades familiares como esposo, como padre, de todas mis relaciones de amistad, de mis compromisos universitarios como docente, de mis compromisos laborales.
¿Había cambios en tu vida?
Sí… Empecé a notar que mi vida se estaba transformando en un infierno y yo pensaba que mi vida se había transformado en un infierno no por el consumo, sino, porque el mundo estaba mal, todos están mal, menos yo. El consumo era solo una cuestión que “pertenecía a mi esfera de privacidad y que no era una enfermedad”. Con el consumo muchas conductas mías provocaban quilombos en mi vida. Y ahí dije ‘no, pará un poco’, esto no puede ser. O, cuándo empezaba a notar que abandonaba mi responsabilidad como padre, por ejemplo, que me iba a un club el fin de semana y dejaba a mis hijos un rato solos con algunos amiguitos para poder ir a comprar para mí consumo.
¿Era una caída sin fin?
Obviamente que empecé a darme cuenta que no estaba bien y a raíz de todo esto me sentía mal, me traía conflicto con mi ex mujer, con todos los que me rodeaban y empecé a notar que había un problema. Y sí, por supuesto empezar pedir ayuda, no sabía cómo solucionarlo. Intenté con la psicología, con la psiquiatría, con tratamientos ambulatorios, hasta que de alguna manera dije basta o me muero. Consumía a lo último ya en contra de mi voluntad, es decir, consumía cocaína y lloraba. Me estaba viendo morir, estaba hecho (una piltrafa), pesaba 40 kg con ropa y mojado. Y a partir de esto dije basta, porque empecé a sentir la muerte, empecé a sentir que mi cuerpo que no estaba bien y ahí dije bueno me tengo que internar.
Claro, afectaron a tus relaciones en todos los ámbitos ¿puede ser?
Si, totalmente, afectaron en todos los ámbitos. Pero cuando yo me di cuenta de que no podía funcionar sin eso era una desesperación. Porque la obsesión y la compulsión estaban. Primero la obsesión como estado mental previo a la compulsión física del consumo, era desesperante porque era más fuerte que yo. Y ahí dije ‘¡Dios mío, esto me está matando!’ Darte cuenta que estás así es realmente desesperante y encima lo seguís haciendo. Cuando te das cuenta que es en contra de tu voluntad, te querés convencer de que sos vos el que lo podés manejar y en realidad es terrible, es fuertísimo.
Volviendo a CMB, el tratamiento en la segunda etapa prevé tres fases, a saber.
FASE “A”:
-Reconocimiento y aceptación de la necesidad de cambio.
-Conciencia emocional de la enfermedad.
-Confiar y pedir ayuda.
-Cumplimiento de normas, indicaciones y estructura de trabajo.
-Trabajar en actitudes.
FASE “B”:
-Honestidad.
-Trabajar sobre la historia personal.
-Expresar sentimientos.
-Aprender a separar.
FASE “C”:
-Ser autónomo.
-Proyecto de vida.
-Dar el ejemplo.
Objetivo: consolidación CTD y preparación para la reinserción social. Inicio de programa de medidas educativas. Trabajo de fortalezas personales y familiares, correlación entre valores propios y el socialmente aceptado, medio social-laboral-ocupacional-profesional. Formación de nuevos hábitos saludables y articulación con la organización familiar. Actividades recreativas, uso del tiempo libre, ocio creativo.
Y allí sigue Sebastián contando sus historias.
Y, ¿cómo fue lidiar con el estigma o el prejuicio de ser un adicto?
En mi caso, no me afectó tanto. Si durante mi consumo, porque como yo fui docente 20 años, un profesional reconocido en Misiones, por lo menos de mi especialidad. Yo creía que nadie se daba cuenta que yo consumía. Pero no me afectaba en esa etapa, sino cuando era más chico, por los 19 o 20 años, cuando empecé a consumir y cuando se comentaba que yo consumía y yo intentaba negarlo, decía que no. Después de grande, lo reconocía, pero la careteaba queriendo decir que ya lo había dejado y que ya no era para mí. Pero después no me costó el estigma, no me costó porque cuando entré en recuperación, lo primero que tuve que hacer fue reconocer que tuve y tengo una enfermedad, que es incurable, qué es de por vida. Entonces, hoy no me pesa la verdad. Lo que me costó mucho, fue aceptar que tengo una enfermedad y qué es gravísima, hoy se habla de pandemia pero la adicción fue declarada pandemia en 1986, de hecho mató a 271.000.000 de personas hasta el día de hoy y nadie suele hablar de eso. Por eso a mí no me afecta hoy, porque sé que no soy culpable de tener esta enfermedad, pero si soy responsable de lo que hago a partir de reconocerlo. Evolucionó el cómo me afecta lo del estigma de esta manera que te comento.
¿Hace cuánto tiempo no consumís?
Desde el 25 de diciembre de 2019, un año, 5 meses y 27 días. Pero hay otra limpieza más importante, que nosotros para poder dejar de consumir, tenemos que mantenernos a diario con actitudes, pensamientos y estar atento a determinado control de nuestras emociones y de un esquema de comportamiento, uno empieza a ser consciente a partir de que empieza el proceso de rehabilitación.
¿Cómo fue tu experiencia con el proceso de rehabilitación? Desde tu perspectiva, ¿es un proceso que nunca se acaba?
Bueno, mirá, por supuesto que durante toda la etapa de lo que podemos llamar rehabilitación dentro de la comunidad terapéutica, durante el tratamiento que yo recibí, que hice, mi perspectiva fue la de encontrarme conmigo mismo. Porque el drogadicto lo que no tolera es la vida en sí, vivir limpio implica aceptar la vida tal cual es. Porque de alguna manera lo que uno busca es evadirse de esa realidad que no la acepta, que no le gusta, que no le agrada; a raíz del consumo de droga, porque eso es lo que hacemos. Por supuesto, cuando empecé a consumir no tenía ni la más pálida idea de que eso era lo que yo realidad buscaba.
¿Hay una búsqueda?
El proceso de rehabilitación implica conocerte a vos mismo; implica enfrentarse con tu pasado e implica una cuestión muy dura de reconocer exactamente cómo sos, cuáles son tus problemas, tus defectos, tu carácter, cuáles fueron tus traumas, que es lo que te afecta, saber cómo funcionas; ser consciente del mundo interior que uno tiene. Es un proceso muy duro, porque, así como tenemos cosas buenas, tenemos cosas que son malas y esas cosas malas son las que generalmente queremos negar y tapar a través del consumo. Así que es un mundo de apariencias, que niega la parte enferma que uno tiene.
¿Se distinguen recuperación de rehabilitación?
Sí. Diría que sí. Si me hablas de la recuperación, no de la rehabilitación, si es un proceso que es para toda la vida porque, como, la enfermedad es incurable; entonces esto es de por vida. Es un día la vez, hasta el día que te vayas a la tumba. Por supuesto que también son diferentes etapas, es cíclico, el problema es que la enfermedad va creciendo a medida que vos te vas manteniendo limpio y son dificultades nuevas, sensaciones nuevas. Se trata de madurar, de aprender a afrontar la vida como es y los desafíos son nuevos. En recuperación, así como evolucionas vos como persona, también la enfermedad evoluciona y también las dificultades son nuevas. Entonces sí es un proceso de aprendizaje continuo
¿Qué consideras que fue fundamental para poder decidir hacer ese cambio, querer estar mejor?
Yo lo que quería, pero no sabía cómo, era dejar de consumir. Porque pensaba que el problema era la droga. El problema no es la droga, el problema es cómo lidiar con la enfermedad. Yo, cuando quise hacer eso, cuando decidí pedir ayuda y querer cambiar de vida lo que quería era dejar de consumir, qué es el presupuesto básico para poder recuperarte, para poder iniciar el proceso. Yo creo lo que fue fundamental, fue el desorden y el desquicio, el nivel de desquicio al que llegó mi vida y el adicto es una persona muy capaz de sostener múltiples facetas para llevar dos, tres, cuatro tipos de vidas paralelas.
¿Hay que hacer mucho sacrificio?
Sí. El esfuerzo que demanda eso, es terriblemente estresante y cuando ya no soporté más el estrés de tener que vivir todas esas vidas paralelas para poder sostener una vida de consumo, ya no di más. Ahí es cuando me sentí completamente acorralado por la vida de consumo. Y a partir de ahí dije “basta, no soporto más esto”. Fue fundamental querer parar con esa locura, con el nivel de estrés y el nivel de presión que uno siente para poder seguir sosteniendo eso. Yo quería sentirme aliviado y eso fue lo que me determinó a cambiar de vida, a buscar algo nuevo.
Ahora, voy a cambiar un poco el enfoque, teniendo en cuenta que esta semana es la de prevención de las adicciones. En nuestros días, con tanta digitalización, con los conocimientos a un click de distancia ¿consideras que hay suficiente información para la prevención, o todo lo contrario?
Te lo digo como persona que padece este problema, cuando estuve en mi etapa previa a decidir cambiar de vida, no encontré nada que me ayudara concretamente. Para mí, hay mucha información expuesta de manera desorganizada. Y además hay muchos puntos de vista, sobre todo con respecto a cómo tratar a la enfermedad. Entonces, no creo que haya información idónea, hay sobreinformación y mucha desorganización, está inorgánicamente dispuesta. Es difícil poder discriminar, sabiendo que tenés un problema. En vez de orientarte, te desorienta lo que hay.
Para vos, desde el sistema educativo, desde el Estado, ¿se hace lo suficiente para abordar esta temática tan compleja?
Campañas de prevención creo que no se hacen hace 20 años, la última organizada a nivel nacional fue “Un sol sin drogas” o una de esas, en las que andaba Maradona con Charly García. También no hay, honestamente, prevención de manera orgánica hecha por el Estado. Sí se están viendo a nivel educativo, algunas iniciativas, pero no veo que haya a nivel nacional. A nivel provincial, sí veo que hay esfuerzo como para poder hacer, digamos, lo que se llama prevención primaria. Veo que se están organizando, hay sí un enfoque o una voluntad política de expresar.
¿Y dónde está el problema?
Pero como padre, yo no veo que haya la suficiente profesionalidad como para transmitirlo y tratar el tema en los niños y en la familia; porque el problema está en la familia, cómo ingresar a la familia, hay mucho tabú para meterse ahí. Y, además de eso, el problema es el enfoque, porque la mayoría de los tratamientos que hay en Misiones son ‘pico y pala’: no abordan el problema con un tratamiento o una explicitación de entender que se trata una patología cognitiva-conductual, que no necesariamente tiene que ver con tener una infancia traumática, ni con ninguna otra cuestión, porque no hay una causa puntual.
¿El por qué se llega al consumo, decís?
Eso. El consumo se da por qué se da, puede ser por distintos motivos. Entonces, al haber tanto desconocimiento por cómo se contrae la enfermedad o cuáles son los factores que desatan, la prevención no es unidireccional, no está bien encaminada desde el punto de vista de los factores que hay que tener en cuenta para que sea idónea, cómo transmitir, cómo prevenir…
Se enfocan puramente en lo biológico, en el daño que hacen al cuerpo, y no en estas otras cuestiones que te estoy transmitiendo, que tenés que aprender después de veinte o treinta años de consumos problemáticos.
En CMB las etapas finales del tratamiento incluyen:
Reinserción Social:
-Prevención de recaídas.
-Sostener lo aprendido.
Y el alta terapéutica
El contacto es