Son nueve mujeres que se juntaron para llevar adelante un esperanzado proyecto que incluye ofrecer obras de arte y artesanías a través de una cooperativa. Entre sus objetivos también está llegar a tener un Centro Cultural para ayudar y contener a sus pares.
Ellas son nueve y provienen de dos provincias y de diversas actividades y profesiones. Están –dice Mónica Pared desde el matutino Época- unidas desde la resiliencia y el empoderamiento.
Estas chicas de Corrientes y Misiones lograron construir un espacio en el que confluyen no solo sus historias de vidas sino también su arte. “Anga Mimbi” es un proyecto de cooperativa que se encuentra en los últimos trámites para realmente constituirse como tal.
Pero el sueño de estas mujeres no termina allí, este sólo es el principio. Juntas, anhelan conformar un Centro Cultural en el que “otras mujeres puedan encontrarse, compartir y encontrar contención desde el arte”, coincidieron.
Las integrantes de la cooperativa son: Melisa Díaz, estudiante de Arquitectura (37); Anabel Díaz, profesora de Arte (35); Solange Pombo de Campos, abogada (35); Gisela Lezcano, contadora (33); Mabel Ramos, profesora de Artes (32), Florencia Ponce de León, diseñadora gráfica (35), Glenda Herrero, programadora gráfica (33); Teresa, profesora de teatro (45) y Carola Díaz, arquitecta, docente, perito judicial y activista feminista.
Anabel, Gisela y Carola relataron a la cronista cómo surgió esta iniciativa y de qué se trata. “Anga Mimbi es una cooperativa de trabajo integrada por mujeres. Somos nueve. Hay una contadora, una abogada, una arquitecta, hay diseñadoras gráficas, profesoras de artes visuales y de teatro”, relató Anabel.
¿Qué significa Anga Mimbi?
Al ser consultadas sobre por qué la elección del nombre “Anga Mimbi”, Anabel respondió: “Significa “brillo del alma” o “alma brillante” y lo elegimos porque todas tenemos grandes historias y brillamos como personas, y brindamos mucho amor”.
Por su parte, Carola definió: “Para mí, es la esperanza de una mujer reencontrada con su ser y por eso brilla”. Gisela expresó “Anga Mimbi es esto de inspirarnos cada una desde sus vivencias, que son todas distintas, pero tenemos un punto en común que es la fuerza de la resiliencia y la inspiración para otras mujeres”.
Para estas mujeres, el proyecto surgió como una manera de sobrellevar la pandemia. “Varias de nosotras estábamos desocupadas y necesitábamos encontrar una manera de sobrellevar esta situación. Algunas de las chicas ya habíamos trabajado en algunos proyectos juntas, y con otras somos amigas o familiares y al enterarnos del proyecto, a todas nos gustó”, describió Anabel.
Anabel Díaz es la tesorera de la organización, tiene 33 años y es profesora de Artes.
“Ejerzo hace 6 años, pero además hago mil cosas”, contó. “Todas las integrantes fuimos superando situaciones difíciles en nuestras vidas personales, como el fallecimiento de personas queridas, situaciones de abuso sexual, intentos de suicidios, violencia de género, entre otras situaciones fuertes”, comentó la profesora de Artes, y sostuvo que la cooperativa para ellas “fue un espacio de contención muy importante. Encontramos en el arte y el reencuentro con mujeres un apoyo que fue fundamental para el año duro que tuvimos. Por eso nuestro sueño es abrir un centro cultural en el que queremos hacer actividades orientadas a eso, para que otras mujeres puedan encontrar un espacio de contención, de reencuentro con una misma y con otras en situaciones similares, apoyándonos mutuamente”.
Sobre lo que realizan en la cooperativa, Anabel explicó que trabajan desde lo artístico. “Por el momento tenemos productos de diseño de elaboración propia con maderas y material reciclado, artículos de decoración, estantes, materas, fuentes, porta papel higiénico por ejemplo, entre otros”.
La cooperativa todavía no está oficializada porque faltan completar algunos pocos papeles, pero el trámite ya está avanzado. Somos de Corrientes y Misiones. Seis son correntinas y tres misioneras pero que vivimos hace más de diez años en Corrientes; tenemos el corazón partido entre las dos provincias”, confesó.
Por el momento las ventas que tuvieron son más que nada por el ‘boca-a-boca’. “No estamos activando mucho las redes porque no estamos produciendo mucho por el tema de la pandemia. Nuestro taller está ubicado en Ruta 12 esquina Calle 27, (frente al aeropuerto de la ciudad de Corrientes). Es un tinglado que tiene varios murales de carnavales y tenemos un galpón amplio en el que nos gustaría hacer una especie de centro cultural en un futuro. Es nuestro sueño, pero estamos recién arrancando, así que queda mucho por trabajar todavía”, describió con entusiasmo Anabel.-
Perfil feminista
Carola Díaz es posadeña y tiene una multiplicidad de profesiones: es arquitecta, docente, perito judicial y activista feminista. En diálogo con diarioepoca.com se refirió a su llegada al grupo. “Me invitaron a integrar la cooperativa las promotoras de la idea que son mis primas, y le vi potencial de trabajo en territorio. Hoy mi propósito de vida es contribuir y construir espacios de equidad y empoderamiento de mujeres, lo que aplico en todos los espacios en los que puedo participar; la cooperativa no es la excepción”, expresó con convicción.
En este sentido, Carola se refirió al sueño de ser Centro Cultural: “Esa faceta del plan es la que más atrapó al sumarme. Lo postergamos administrativamente (más que nada) porque iniciamos con el formato “cooperativa de trabajo” que es una matrícula de menor tiempo de gestión. En principio eran dos meses, que se transformaron en diez. Por eso, recién en ese momento empezamos a ordenar qué proyectos tenían financiación y a planificar plazos y equipos. Yo estoy involucrada más en esa faceta de la cooperativa, que es la construcción de los talleres de lectura feministas, de los talleres de producción de objetos, de los círculos de mujeres”, detalló.
Transformar la adversidad
Gisela Lezcano tiene 34 años, es correntina y contadora. La vida le dio una de las batallas más duras con la que convive: tiene parálisis cerebral desde nacimiento. Para ella formar parte de la cooperativa “involucra mucha fuerza, por la historia que tiene cada una. Y es un lugar de encuentro; tantas experiencias juntas hacen interesante al equipo, más allá de la actividad principal que es lo artístico. Es lo que se puede llegar a transmitir, lo que se puede llegar a inspirar a otras personas y a otras mujeres”, resaltó.
Sobre cómo llegó a conocer a la cooperativa, dijo: “Me invitó Anabel. Primero dudé, porque eran todas del sector artístico menos yo, que soy de los números. Pero me gustó la propuesta y la idea. Cuando conocí a las chicas, no me arrepentí de la decisión que había tomado”, apreció.
Por otra parte, se mostró optimista sobre la idea de avanzar con un Centro cultural. “Queremos tener un centro cultural para poder hacer talleres y ayudar a otras mujeres a que se empoderen y que busquen la forma de organización que crean conveniente, no solo la cooperativa. Inspirarlas a que se animen a ser protagonistas de sus vidas y a concretar sus proyectos”.
Las complicaciones de emprender en pandemia Una de las preguntas más complicadas fue la de cómo hicieron para emprender en pandemia. Carola expresó: “Emocionalmente fue duro. Venía de años de intenso trabajo en redes de mujeres (y en el ámbito laboral) y el stop/aislamiento del contacto personal me generó mucha tristeza. El traslado a la virtualidad de gran parte de mis líneas de trabajo y de las redes de mujeres saturaron mis horas frente al monitor”, describió sobre sus sensaciones.
“El entusiasmo de participar en actividades fuera de la ciudad por el formato virtual me aisló aún más, por todas las horas de cursos, algunos inclusive superpuestos y tomados simultáneamente en dos dispositivos. Fue una locura, no sólo por el agotamiento visual sino también intelectual. La cooperativa fue una tabla de salvación coincidente con un retorno a actividades presenciales”, sostuvo.
Anabel manifestó que también se vieron afectadas en la producción por casos de coronavirus. “Tenemos compañeras que tuvieron coronavirus y eso hizo que se paren un poco la producción y las reuniones. No pudimos avanzar mucho con nuestros proyectos por el tema de que también estamos interesadas en que sea un espacio cultural y con la pandemia la cultura no está trabajando”, indicó.
Gisela enfatizó que “emprender en medio de la pandemia fue todo un desafío, no sólo con la cooperativa, sino cuando me toca trabajar con emprendedores. Buscar nuevas herramientas, buscarle la vuelta y no quedarse con lo que uno ya sabía antes. Tratar de encontrar soluciones nuevas a esto que fue surgiendo, sumado a la pérdida de la seguridad, porque teníamos una cierta seguridad hasta antes de la pandemia con los proyectos que teníamos, con los procesos y ahora es otra cosa, hay que acostumbrarse”, afirmó.
Emprendedurismo
En un análisis más profundo, Carola reflexionó que emprender tiene múltiples dificultades, no sólo en Corrientes. Sobre todo cuando la mayoría de los emprendimientos se inician en simultáneo a otra actividad que es la rentable en ese momento. “En la medida que el emprendimiento se va consolidando, se pueden ir tomando nuevas estrategias al priorizar trabajo rentable versus emprendimiento emergente”, explicó. “El mayor porcentaje de patrocinio de actividades culturales está centrado en las líneas de programas nacionales y provinciales, un número menor son las actividades privadas que se organizan en mayor medida con autofinanciamiento y excepcionalmente con un mecenas”, ejemplificó.
Gisela aportó: “La principal dificultad es la falta de articulación con todos los programas que existen. Hay muchas iniciativas que se pueden tomar y por ahí no llega la información a todos lados. Nos pasa con la cooperativa, uno quiere empezar y se va enterando de muchas cosas en el proceso”.
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Redes sociales
Las chicas invitaron a conocer sus trabajos desde sus redes sociales: FanPage (AngaMimbi Cooperativa de Mujeres), Instagram (angamimbi_art) o al contacto: 3794-339098.
https://www.facebook.com/AngaMimbi
Mónica Pared (diario Época Corrientes)