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jueves, noviembre 21, 2024

El círculo virtuoso del productor que tiene yerba, cría cerdos, cultiva maíz y cuida el ambiente

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En su chacra de 25 de Mayo, Luis Daniluk posee cubiertas verdes entre líneos del yerbal así no usa agroquímicos. Allí cultiva maíz que alimenta a los cerdos. El estiércol de éstos fertiliza las plantas. Y una vez faenados, aprovecha el polvo de huesos para aportar nutrientes a la tierra

Desde que las ciudades existen, se da el fenómeno del éxodo rural-urbano. Los jóvenes son expulsados de su medio rural (dejan el campo, abandonan la chacra) y van a probar suerte en las grandes urbes.

Hasta José Larralde lo plasmó de una manera maravillosa y bien al estilo argentino en su Cimarrón y Tabaco, una especie de “Ópera-Folk”, donde en 24 minutos contaba la historia de un joven que dejaba el pago para ir a probar suerte en la gran ciudad. Vivía en “Villa Palito” y la pasaba mal. Hasta que al final, decidía pegar la vuelta y reiniciar su vida en donde empezó

La historia de Luis Daniluk tiene algunos elementos que parecen haber inspirado a Larralde.

Como muchos hijos de agricultores, en algún momento Luis partió en busca de nuevos horizontes. En Buenos Aires trabajó durante mucho tiempo y formó su familia, pero hace unos años decidió dar un nuevo vuelco a su vida y regresó para volver a poner en marcha la chacra que le habían dejado sus padres. Luego de ordenar las cosas con sus hermanos, empezó la tarea con un objetivo claro: producir para el autoconsumo en forma amigable con el medio ambiente. “La chacra es nuestra casa, es el lugar donde vivimos y me gusta respirar aire puro; además, acá vienen mis nietos”, enfatizó.

La chacra de Luis Daniluk, un pequeño productor de 25 de Mayo, combina la yerba mate con otras actividades productivas y apuesta al autoabastecimiento, todo ello en medio de un círculo virtuoso que involucra no usar más agroquímicos gracias a las cubiertas verdes (básicamente, pasturas) entre líneos de los yerbales

El yerbal de Daniluk, ubicado en el paraje “A del Valle Chico” a pocos kilómetros de 25 de Mayo, es un claro ejemplo de cómo se puede realizar un manejo sustentable con el medio ambiente y que, al mismo tiempo, entregue buenos rendimientos en cada cosecha.

Además, es el típico caso del agricultor que vive en la chacra y se autoabastece de lo que produce.

Por supuesto, para eso es fundamental darle prioridad a dos factores muy importantes: el cuidado del suelo y el aporte de materia orgánica.

“Cada año estamos tratando de no usar herbicidas ni otro producto similar, utilizamos abono orgánico que obtenemos con la ‘cama’ de los cerdos y también elaboramos ceniza con los huesos que traemos del matadero, para el aporte de fósforo al suelo”, explicó.

Hay de todo para comer


En su chacra no falta la carne, ni la leche; tampoco los huevos, las verduras y las frutas como bananas, uvas y cítricos.

Las seis hectáreas de yerba mate, en tanto, le proporcionan el ingreso de dinero en cada cosecha y por eso la cuida.

“Hacemos una mezcla de azufre con cal común y con eso fumigamos; además de la ceniza de huesos y toda la materia orgánica que incorporamos al suelo”, detalló.


Con el asesoramiento de la técnica del INYM que trabaja en la zona, está en pleno proceso de recuperación de una parcela bastante castigada, pero que lentamente va mejorando como las otras.

“Lo que observamos es un trabajo de años que demuestra que se puede”, destacó la ingeniera agrónoma Gabriela Silva Dico, del Servicio de Extensión Yerbatero.

La profesional acompaña a Luis y lo alienta para que continúe con el manejo que realiza. “Es difícil dejar los agroquímicos para el control de las malezas porque la carpida que es un trabajo intenso, pero se puede hacer mediante el uso de cubiertas de verano e invierno que no compiten con la yerba. Además – añadió- trabajamos mucho en el manejo de caminos empastados para que el agua quede en la chacra”.

Todo el trabajo, hecho en casa


Daniluk adquirió una motosierra y una motoguadaña con financiamiento del INYM. Y todo sirve para mecanizar el trabajo en la chacra. Con ambas, se ayuda para manejar su yerbal.

Todo el trabajo lo hace con su familia; incluso la cosecha. Hoy la yerba vale y eso le permite organizar mejor la zafra para garantizar sus ingresos.

“Tenemos seis meses para levantar la hoja verde y por suerte está la cooperativa cerca; entonces – explica – cargamos en mi pequeño acoplado 1.000 0 1.500 kilos y llevamos. Pero supongamos que sean 500 kilos por día, igual es mucha plata”.

La nota realizada por el Inym también fue compartida en YouTube

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