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viernes, noviembre 22, 2024

El rock ¿es de derecha o de izquierda?

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Hace un tiempo, Sergio Marchi lo planteó como tema de debate. Su respuesta fue contundente: “Eso es falso: el rock encarnó siempre el espíritu de libertad física, psíquica y también ideológica”

Para quienes no lo conocen, Sergio Marchi es un “rara avis”. Proviene del rock y lo mamó desde muy joven. Un tipo de 58 años que vivió toda la locura del género que se hizo castellano en Argentina (más allá de La Plaga y algunos éxitos de Enrique Guzmán en México).

¿Por qué ‘rara avis’?

Porque lo ves y no tiene ninguna de las poses con las que se suele identificar a los “rockeros”, esa especie de tribu urbana como tantas otras que existen. No es hippie, ni neo-hippie, ni hippie con Osde. No lo es, simplemente. Viste probablemente un jean, una camisa o remera sencilla y calza un par de mocasines o zapatillas para nada llamativas.

Por lo que consume, no se puede inferir que ande por la vida drogado ni mucho menos. Es un tipo de aspecto saludable y –eso es lo llamativo- muy amable y de agradable trato. No se da aires de superioridad ni siquiera parece “un porteño”, tal como calificamos los del interior y también los de otros países al tipo prepotente y de voz fuerte que se hace notar en cada lugar en que va y donde todos los demás son inferiores. Sergio Marchi tiene un tono agradable y es de muy buen trato.

Tuve la oportunidad de entrevistarlo hace unos quince años en la Feria del Libro. El tipo llegó con su reproductor de CD y una pila de compactos. Iba a dar una charla abierta para entender y apreciar la historia del rock nacional. Y lo hizo de manera impecable: claro, didáctico, con amor por el género que describe.

Marchi (izq) estuvo mucho tiempo con Charly García y escribió una biografía del músico

Y aquí estamos hablando de alguien que no solo la vivió desde adentro y que estuvo (casi) desde el comienzo. Marchi llegó a convivir con “un loco de la guerra” como Charly García (¡hasta le hizo de baterista alguna vez!) mientras escribía su biografía que se plasmó bajo el título “No digas nada”. Pero nada de eso le dio aires de superioridad y nunca se subió a un caballo del que no se creía capaz. En resumen, es un buen tipo.

Y –esto es lo que nos importa- un gran observador. Capaz de emitir una de las más fundamentadas opiniones sobre el “rock chabón” y su responsabilidad en los hechos que devinieron la tragedia de Cromañón, por caso.

Aquí presenta libros sobre el tema de la tragedia de Cromañón

Hace unos días, cuando Sergio Marchi leyó la opinión de alguien que se supone es experto, pareció que había metido el dedo en el ventilador. Y reaccionó, claro está.

De izquiera era Jimmy Hendrix porque con esa mano manejaba su guitarra

 “Hoy la izquierda dejó de ser rock. Ya no es contracultural ni transgresora. Y es la derecha la que tiene más éxito en la representación de la indignación frente a la realidad”.

Alejandro Bongiovanni es abogado, Magíster en Derecho y Economía. Magíster en Economía y Ciencia Política. Director de Fundación Libertad. Y lo dijo muy livianamente.

Y Marchi no dejó pasar la observación porque merecía ser respondida. Con respeto, como es su estilo, pero sin dejar un muñeco en pie en las pretenciosas elucubraciones de Bongiovanni.

Marchi responde con la frase apuntada: “Hoy la izquierda dejó de ser rock”. ¿Cuándo lo fue? Nunca: justamente la gracia del rock ha sido hasta ahora –y espero que lo siga siendo- encarnar el espíritu de la libertad, física, psíquica e ideológica. ¿Eso significa que el rock es de derecha? Tampoco: el rock no puede ser concebido como un movimiento, tal y cual lo entienden una buena cantidad de sociólogos y pensadores que se han metido a desentrañar un fenómeno que no alcanzan a comprender”.

De derecha era Pappo (Norberto Napolitano) porque con esa mano tocaba su guitarra

Para entender el contexto, hay que recordar algunas anécdotas.

A fines de los años 60, el rock no se llamaba así. Se llama música beat. Y los que la tocaban creían en el amor libre y el uso de estupefacientes como modo de vida. Eran absolutamente repudiados por todos. Mientras algunos jóvenes luchaban “por la liberación” hasta transformar el país en un baño de sangre cargado de bombas, ataques perpetrados, muertes inútiles (la vida no valía un céntimo) que atrajo la peor represión de todas, los responsables de estas acciones se encargaban de fustigar de la peor manera a los que hacían música.

A comienzos de los 70, en La Plata (nada menos) ya existía una comunidad hippie que se denominó La cofradía de la flor solar. Sí, eran jóvenes que creían en eso de vivir en comunidad.

Naturalmente, los jóvenes de la liberación decían que había que tomar las armas y salir a matar a troche y moche. Poner bombas, hacer atentados, todo sumaba.

Si a eso le sumamos el hecho de que abrieron la puerta a la peor dictadura que hubo porque para estos “genios de la política” que arrastraron a miles de jóvenes idealistas a padecer tortura, dolores, desaparición y muerte, mientras sus líderes simplemente la pasaban bomba o se transformaban en aliados e informantes de las fuerzas armadas dictatoriales. Iban de aquí para allá, empujaban a otros a empeorar todo ya que “cuanto peor, mejor”, ése era su lema. Ahí tenemos el combo perfecto. Unos locos que querían la “liberación” y otros más locos y más malos que venían a producir muertes y desapariciones porque los jóvenes de la liberación “se la dejaron servida en bandeja”.

Y ahora resulta que el rock era de izquierda. Y no, como dice Marchi. Nunca lo fue

“El rock es un cuerpo de voluntades individuales muy diferentes entre sí y que conviven en un proyecto en común o en un espacio físico o anímico por amor a la música. Nada más lejos de una ideología. Todos los otros significantes que se le adjudican son alimento balanceado o, como cantó Charly García, filosofía barata y zapatos de goma.”

Y acá hay un aporte palabras muy bien puestas por Marchi.

“En los comienzos del rock en Argentina, la izquierda lo combatió tan tenazmente como la derecha, los militares, los sectores “bien-pensantes” de la sociedad, los medios de comunicación y la tan denostada clase media. La izquierda, enamorada del régimen cubano y la idea del “hombre nuevo”, fue la que demonizó al rock como “una distracción imperialista para impedir que las mentes de los jóvenes abracen el ideario de la revolución”.

Solo una anécdota más, para ilustrar la situación.

A comienzos de los 70, un par amigos se lanza a hacer canciones urbanas. Y les va bien. Lanzan Yo vivo en esta ciudad y aún hoy el tema de Pedro y Pablo es un himno para los porteños.

Pedro y Pablo - Wikipedia, la enciclopedia libre
Miguel Cantilo y Jorge Durietz a inicios de los años 70.

Pero Miguel Cantilo y Jorge Durietz en realidad no tenían intenciones políticas en su canto.

Hasta que lanzan “Marcha de la bronca”. Ahí cambió todo. Fueron ubicados simbólicamente como músicos “de protesta”. Pero es una idea equivocada.

“Nosotros queríamos hacer canciones como Simon and Garfunkel”, explicaron en referencia al famoso dúo neoyorquino que cultivaba el género folk rock.

Con su pluma fina pero cortante como una navaja, Marchi apuntó a la yugular. “Se usó esa estrategia porque en aquellos años –segunda mitad de los ’60 y primera de los ’70–, el rock parecía ser el brazo musical de otra clase de revolución, que tenía que ver con el hippismo. Y, se sabe, la izquierda no paladea con gusto la idea de la libre competencia”.

Queda claro: algunos no se proponen, pero a la larga convergen en un camino maravilloso.

Pedro y Pablo no solo hicieron temas como Apremios ilegales y Padre Francisco donde retrataban la cruda realidad del país sino que fueron capaces de plasmar uno de los temas más emotivos para los Derechos Humanos: Los desaparecidos, nunca más. Pero no es “un tema de izquierda”. Es una canción de gran humanismo, donde –no es casualidad- recuerda a “un amigo, que vivía conmigo y una noche de los tiempos unos hombres violentos lo secuestraron y no lo volví a ver”.

Así, sencillamente cuenta la historia que resume de manera notable la tragedia argentina.

“Los desaparecidos no están muertos ni vivos
No están en el silencio, ni en el olvido.
Están en el camino como un símbolo frío
De lo que en nuestra tierra hemos vivido.”

No hace falta ser de derecha ni de izquierda para conmoverse con esta canción.

O como redondea Marchi: “En el rock convive gente de izquierda, derecha, centro, norte, sur, oriente y occidente; no hay ideas que sean ajenas al rock, que tiene una canción para toda emoción.”

Para quienes deseen leer la crónica completa de Sergio Marchi, este es el link

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