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jueves, noviembre 21, 2024

Debate: entre un no vacunado y un enfermo grave no-Covid, ¿por quién deben optar los médicos para terapia intensiva?

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En Francia, los médicos no reniegan de su juramento hipocrático. Pero también piden responsabilidad a los no vacunados: deben dejar constancia de que no desean ser atendidos con prioridad en terapia intensiva

Frente a tensión en el sistema sanitario por los contagios récord, los profesionales de la salud cuestionan a quienes tomaron la decisión individual de no inmunizarseUna columna firmada por una quincena de médicos galos puso en el tapete el debate acerca de si debía tenerse en cuenta el estado de vacunación en la priorización de los pacientes con coronavirus en las unidades de cuidados intensivos.

El domingo 2 de enero, André Grimaldi, profesor emérito de CHU Pitié-Salpêtrière, uno de los hospitales públicos más reconocidos de Francia, se preguntó en una columna en el Journal du Dimanche sobre la clasificación entre pacientes con coronavirus o no en cuidados intensivos y el alcance de las responsabilidad de los médicos y cuidadores: ¿Deberían los no vacunados asumir también su libre elección de no ser asistidos en cuadros graves?

Operaciones no hechas por atender no vacunados

La compleja pregunta surgió cuando un responsable de terapias intensivas, y frente a la desprogramación de numerosas intervenciones quirúrgicas debido al estrés hospitalario por la crisis sanitaria, planteó por correo electrónico a varios de sus compañeros de otros hospitales: “¿Es normal privar a los pacientes de cuidados intensivos o camas de cuidados, personas que esperan ser operados, incluso no urgentes, para atender a personas que han optado por correr el riesgo de tener COVID-19 grave cuando se puede evitar?”

 “Ante la afluencia de pacientes en las salas de reanimación y la cuestión de la elección de pacientes, sería necesario poder aconsejar sistemáticamente a los adultos no vacunados que redacten directivas anticipadas para decir si desean o no ser resucitados”, estimó el profesor Grimaldi, una de las figuras mas importantes en la defensa del hospital público francés.

Dos de cada tres, no inmunizados

Los hechos son ahora bien conocidos: alrededor del 70% de los pacientes hospitalizados en Francia en cuidados intensivos por una forma grave de Covid-19 no están vacunados La peculiaridad de esta epidemia, a diferencia de otras infecciones más graves, es que afecta nuestra vida personal y ahoga en sus oleadas hospitales, especialmente los servicios especializados en cuidados intensivos.

Grimaldi, retomando la columna en Le Monde de más de una docena de colegas, recordó que a pesar del juramento hipocrático, esto no significa que los médicos no dejen de tener un juicio “moral”, aunque éste no debe interferir la relación con sus pacientes. 

Esta promesa, no evita sin embargo, la cuestión de qué hacer cuando hay una sola cama para dos pacientes, ambos en terapias intensivas.

¿A cuál dar prioridad?, se pregunta.

Para el profesor, la disyuntiva depende de una decisión de forma colegiada, aunque también pero debería ser abordada por las sociedades científicas, las agencias independientes, los comités de ética y, más allá, de la sociedad en su conjunto y sus funcionarios electos para esclarecer los principios que deben guiarlos.

Sumando el recibimiento de infectados por coronavirus, en muchos casos “amargamente” angustiados por su decisión inconsciente de no vacunarse, Grimoldi reclamó asesorar sistemáticamente a cualquier persona adulta que se niegue a vacunarse para que escriba directivas anticipadas para decir si desea o no ser resucitado en caso de una forma grave de coronavirus.

Una persona que afirma tener la libertad de no vacunarse, ¿no debería asumir sistemáticamente su libre elección de no ser resucitado?”

Para el grupo de médico, que anticipadamente reabrieron el debate en diciembre, “la solución de no admitir en cuidados intensivos a las personas que han optado por no vacunarse no es posible”.

No obstante, su exposición hizo lugar a recordar los hechos, que según ellos “no refleja ningún juicio moral”: no vacunarse es arriesgar su vida, arriesgar la de los demás, especialmente los pacientes con defensas inmunes débiles en quienes la vacunación no es muy efectiva, que solo pueden confiar en otros, pero también evitar que algunas personas más frágiles accedan a la reanimación, retrasando la atención de otros pacientes con patologías crónicas: es bastante simple aceptar la idea de que nuestra elección también impone privar a otros de la atención.

La discusión no sólo está presente en Francia. Una asociación de médicos de Alemania llegó a preguntarse si los no vacunados deberían correr con los gastos de las internaciones por infecciones por coronavirus. 

Estos galenos también precisaron que las atenciones por COVID-19 suelen ser más prolongadas e involucran más recursos de la salud pública que otras patologías.

Incluso, la inmunización vía vacunas es menos onerosa para las arcas del gobierno que el gasto que requiere una hospitalización por un cuadro severo de coronavirus.

El otro debate: Pase, sí o no

Dentro del conjunto de medidas adoptadas para enfrentar la pandemia provocada por el coronavirus, el Gobierno dispuso recientemente la obligatoriedad de contar con un “Pase Libre Covid” como requisito para realizar diversas actividades que representen un riesgo epidemiológico, planteó Pedro Caminos abogado y docente de la UBA especializado en Derecho Constitucional.

Dicho instrumento, conocido popularmente como “pase sanitario”, tiene como objeto acreditar que su titular haya recibido al menos dos dosis de la vacuna contra el virus. Como no podía ser de otro modo, la decisión despertó polémicas e, incluso, motivó la promoción de acciones judiciales en las que se planteó su inconstitucionalidad.

Para Caminos, “una de las funciones del Estado es manejar o administrar los riesgos sociales. Entonces se comprende mucho mejor en dónde reside la legitimidad de muchas medidas con las que convivimos cotidianamente y desde hace muchos años. Y que, una vez que advertimos esa circunstancia, tal vez podamos despejar varias de las incógnitas que se plantearon sobre la validez del “pase sanitario”.

En este caso, el jurista recurre a una analogía sobre la libertad de circular en auto y bicicleta en una ciudad. Y en el riesgo que conlleva la segunda opción. Un conductor insolvente atropella a un ciclista y éste estará expuesto no sólo a las consecuencias del incidente sino que deberá solventar su propia cura. Así proponía una especie de pago de seguro colectivo de todos los automovilistas.

Y agrega: “Ahora tenemos que el Estado decidió que el costo a la libertad personal de obligar a los individuos a vacunarse es muy elevado”.

Y ¿qué sigue? La pregunta es: ¿quién debe asumir en este contexto el costo de reducir los riesgos sociales de un aumento de los contagios? La obligatoriedad del “pase sanitario” hace que las personas asuman responsabilidad por sus decisiones e internalicen los costos que se siguen de ellas con el fin de reducir los riesgos sociales asociados con sus preferencias. Del mismo modo que quien prefiere conducir un automóvil en nuestra ciudad imaginaria internaliza el costo social de los accidentes pagando un seguro obligatorio.

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