La pieza, figura emblemática del Tercer Reich y del genocidio que perpetró Alemania durante la Segunda Guerra, fue extraída de los restos del buque que la portaba, pero con destino incierto a causa del siniestro simbolismo que encarna. El problema es que los rescatistas quieren cobrar por su trabajo
Pesa unos 3 mil kilos y mide más de dos metros de altura. Es uno de los emblemas del nazismo. Fue extraída del barco de guerra que permanece hundido en el río de la Plata, pero la justicia uruguaya ordenó al Estado enajenar la pieza. El dilema que se presenta tras la decisión es qué hacer con ella.
Se trata, pues de un litigio jurídico entre el Estado uruguayo y quienes la devolvieron a la superficie. Pero no es cuestión sólo de dinero y de subastas. Hay más elementos en juego.
¿Qué es lo que sucede? Los hermanos Felipe y Alfredo Etchegaray aseguran que luego de llevar a cabo el operativo, hace quince años, para sacarla del agua y recuperarla, Uruguay no cumplió con su parte y no pagó el dinero acordado para este trabajo.
Hacía mucho tiempo que los dos querían llegar al buque y descubrir sus “tesoros”.
El Almiral (Almirante) Graf Spee, la nave que la lucía el águila, fue el orgullo de la marina de la Alemania nazi durante los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial. Su tecnología era de punta para la época, poseía uno de los más exactos telémetros, de 27 toneladas y que se utilizaba para medir distancias en el mar, y aseguraba precisión a la hora de utilizar las piezas de artillería.
La mayor parte de las organizaciones de Derechos Humanos que entienden en el tema, así como Alemania (que tiene expresamente prohibida la comercialización de esta clase de elementos) como las entidades judías en el mundo, advierten que hay un riesgo de que el símbolo vaya a una subasta y circule entre fanáticos y al final se vivifique el culto al genocidio.
Este Panzerschiff (buque blindado) de 12 mil toneladas, no más rápido que los cruceros enemigos, pero con cañones de mayor alcance y radar, había sido vital en el aprovisionamiento de la Legión Cóndor alemana en la península ibérica.
En la Guerra Civil Española había probado su potencial también en las tácticas de buque corsario, y hundió a varios republicanos.
Por eso se lo destinó hacia el Atlántico Sur en los meses previos a la invasión a Polonia, donde permaneció indetectado hasta que empezó a hundir embarcaciones de aprovisionamiento británicas. Se calcula que mandó a pique más de 50 mil toneladas.
Inmediatamente al mando del comodoro Harwood se dispuso en la zona dos cruceros pesados, y dos cruceros livianos, y que enfrentarán al buque de guerra germano en la batalla del Río de la Plata el 13 de diciembre de 1939.
Dicen que sembró el pánico en el Atlántico Sur. Hasta ese 13 diciembre de 1939, cuando fue sorprendido en el Río de la Plata por buques británicos y debió refugiarse en Montevideo.
En el enfrentamiento habían muerto más de cien hombres entre ambos bandos (68 en los Aliados y 36 en los alemanes), según un informe
Su capitán, Hans Langsdorff, pidió asistencia técnica para poder refaccionar el acorazado, pero el gobierno uruguayo se la negó. Entonces, ordenó bajar los ataúdes de los caídos en la batalla y decidió hundir el buque para que la tecnología alemana no cayera en manos del entonces enemigo.
Al día siguiente, en un hotel de Buenos Aires, se suicidó
En enero de 1940 ahora los asombrados eran los porteños con estos jóvenes alemanes uniformados que se paseaban por Florida. Como Argentina era un país neutral no tenía obligación, en principio, de confinar o recluir a los internados sino que únicamente debía impedir que retornen a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo esto se complica por las actividades sospechosas que varios de ellos comienzan a desarrollar bajo el paraguas del Banco Germánico de América del Sur y la embajada alemana de von Thermann.
La gota que rebalsó el vaso fue el intento de fuga del alojamiento la Dársena Norte. Por lo tanto, se resuelve internar a los jefes y oficiales en Buenos Aires y Gran Buenos Aires, y al resto de los marinos en Mendoza (150), Córdoba (250), Santa Fe (200) y San Juan (50). Quedan eximidos los ocho profesionales sanitarios, que comienzan a trabajar en el Hospital Alemán.
Más de 200 marineros calificados, entre oficiales y cabos, llegan a la Isla Martín García y son ubicados en el Casino de Oficiales de la Escuela Preparatoria del personal subalterno, abandonado desde la estancia del depuesto presidente Yrigoyen en 1930, y una escuela primaria cercana al muelle. Varias son las tentativas de fuga hasta 1942 y se intensifican los controles de los soldados argentinos.
De todos modos, algunos alemanes cuentan con licencias especiales y se integran al cotidiano porteño como profesores y mecánicos. Con las actitudes pocas claras del embajador alemán junto con las acciones de un pequeño grupo que estaba retenido en Florencio Varela, asiduamente visitado por militares nacionalistas del gobierno golpista, en 1944 se dispone que todos los oficiales del Graf Spee se recluyan en el “Club Hotel” de Sierras de la Ventana, en la provincia de la Buenos Aires.
La posición del gobierno es garantizar por todos los medios que de ninguna forma pueda derivar en algún tipo de culto, según explican quienes conocen el caso. Se dice también que en una subasta internacional con distintos oferentes por el águila podrían obtener unos US$50 millones.
La historia, hoy
Un tribunal de apelaciones de Uruguay ratificó el 24 de diciembre de 2021 un fallo que ordena al Estado vender la escultura y entregar la mitad del dinero obtenido a los rescatistas privados, en base al contrato entre las partes. Pero ¿cómo venderlo sin caer en la referida ofensa a las víctimas del Holocausto?
Ariel Gelblung, director para América Latina del Centro Simon Wiesenthal, una organización judía global de derechos humanos que investiga el Holocausto y el odio en contextos históricos y contemporáneos, señaló la peligrosidad de lanzar el armatoste al mercado.
Momentáneamente, la escultura nazi fue llevada a un recinto militar uruguayo mientras se decide su destino.
El proyecto para rescatar el águila
Los hermanos firmaron un contrato de rescate en 2004 con el Estado de Uruguay y junto con el buzo Héctor Bado lograron retirar el telémetro del navío. Dos años más tarde, en 2006, descubrieron el águila de la proa y, tras una difícil tarea, lograron extraerla del mar.
Desde ese entonces hasta hoy se dieron una seguidilla de presentaciones ante la Justicia uruguaya para que el Estado cumpliera la parte de su contrato y les pagara a los hermanos lo que había acordado.
Del total de la tripulación alemana, unos 200 marinos volvieron a su país y unos 1000 decidieron quedarse a vivir en Uruguay y en la Argentina. Muchos de ellos terminaron viviendo en Misiones, de hecho, se sabe que en Eldorado hubo varios que residieron ya que la flamante colonia tenía mucha población de origen teutón así como hubo casos en Posadas.
En la década del 80, quien escribe estas líneas conoció un alemán que sostenía que había viajado en el Graf Spee. “Cuando vine a Posadas, era la época en que los marineros no podíamos hacer nada. Estábamos como detenidos. Además, se me informó que no podía siquiera pisar suelo argentino. Entonces, me prestaron una pequeña embarcación (una canoa) y estaba todo el día arriba de la misma. Me traían la comida”. Naturalmente, eso duró algún tiempo, luego los controles se fueron relajando y el alemán pudo adaptarse perfectamente a la nueva vida en Misiones.