La Psicología lo asume como un reto y ha realizado aportes desde las investigaciones. El propio fundador de la disciplina, Sigmund Freud, desarrolló aspectos relacionados a esta cuestión al describir los complejos de Edipo y Electra. Un tema (casi) universal y que merece un análisis a fondo, pero también admite que muchos de los inconvenientes (que pueden acarrearse de por vida) se pueden morigerar de una manera muy sencilla
El relato es británico y proviene de la solemne BBC Mundo: “Joanna supo que tenía un hijo favorito desde el momento en que nació el segundo. La madre vive en Kent, Reino Unido, y dice que ama a sus dos hijos, pero el menor simplemente la “entiende” de una manera que su primogénito no”.
Esto generalmente se racionaliza de alguna manera.
Cuando nació el primer bebé de Joanna, se lo llevaron rápidamente a incubadora debido a un problema de salud y no pudo verlo durante las 24 horas iniciales.
“Perderse ese valioso período de vinculación, cree ella, fue el comienzo de una preferencia duradera por su segundo hijo, con quien pudo pasar tiempo inmediatamente después de su nacimiento”, fue la explicación.
“Para resumir nuestras relaciones: tengo que pedirle una cita para hablar con mi hijo mayor”, dice Joanna, cuyo apellido se mantiene en reserva para proteger a sus hijos. “A mi hijo menor lo puedo llamar a las 2:30 de la mañana y va a conducir kilómetros para encontrarse conmigo. Es la persona más agradable del planeta. Es cariñoso, generoso, cortés y amistoso. Es el tipo que ayudaría a cualquiera”, cuenta.
Aunque luchó contra sus sentimientos durante años, Joanna dice que ya lo aceptó.
“Puedo escribir un libro sobre por qué amo a uno más que al otro”, asegura. “Ha sido duro, pero no tengo ninguna culpa”.
A diferencia de Joanna, el favoritismo de la mayoría de los padres es sutil y pasa desapercibido.
Tener un hijo favorito puede ser el tabú más grande de la paternidad, pero las investigaciones muestran que la mayoría de los padres lo tienen.
Un enfoque holístico
La tradición occidental se basa mucho en una combinación de elementos culturales aportados tanto por los griegos como por Roma, y, claro está, por las religiones judeo-cristiana. Todos ellos impactan en el “ser occidental”.
Qué más fuerte leer en alguno de los libros del Torá judío que Dios prefería a Abel y sus ofrendas por sobre las de su hermano Caín; o tal vez, la del propio pueblo judío que era amado por el Creador encima de las demás naciones del mundo.
¿Más ejemplos del Antiguo Testamento?
Y ahí estaba Rebeca, la esposa de Isaac que prefería a su segundo hijo Jacob (por parecerse mucho a ella) por sobre su hermano mayor Esaú con características más similares a las del padre.
Y es un modelo que se repitió una generación después.
Así, se tenía a José (“El soñador”) que era el hijo favorito de Jacob y sus hermanos, que le tuvieron envidia, lo terminaron vendiendo como esclavo.
Con mucha evidencia que sugiere que ser el niño menos favorecido puede moldear fundamentalmente la personalidad y conducir a intensas rivalidades entre hermanos, no es de extrañar que los padres se preocupen para que no se “filtren” sus preferencias.
Sin embargo, las investigaciones también muestran que la mayoría de los niños no pueden decir quién es realmente el hijo favorito de sus padres.
El problema real, entonces, es cómo los padres manejan la percepción de favoritismo de sus hijos.
Una profesional de Eldorado comentó al respecto: “Es verdad que hay favoritismos. Aunque no hago psicología clínica, es un tema importante. Cualquier persona que diga que no, es porque lo ignora (ya que se trata de aspectos inconscientes). Y si bien los padres intentan (en el mejor de los casos) ser ‘parejos’ (o ecuánimes), existen inclinaciones hacia alguno/s de su/s hijo/s”.
Preferido del padre y de la madre
“No todos los padres tienen un hijo favorito, pero muchos sí”, dice Jessica Griffin, profesora asociada de psiquiatría y pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos.
“Los datos sugieren que las madres en particular muestran favoritismo hacia los niños que tienen valores similares a los suyos y que se involucran más con la familia, por encima de cualidades como ser muy ambiciosos o motivados por su carrera”, agrega.
El caso de Rebeca y su hijo Jacob parece ir en ese sentido.
Un valor muy alto
Independientemente de la razón, algunas investigaciones muestran que es casi seguro que muchos padres tienen favoritos, ya sea que lo admitan o no.
En un estudio se demostró que hasta el 74% de las madres y el 70% de los padres en Reino Unido muestran un trato preferencial hacia uno de los niños.
Sin embargo, para la mayoría el tema sigue estando fuera de lo aceptable. O al menos, de lo que debe plantearse como tema a analizar.
Para la profesional de Eldorado, la cuestión es sencilla. “Esto suele relacionarse con identificaciones entre padres e hijos, características de personalidad que se ven reflejadas en los herederos y que se repiten en sucesivas generaciones”.
El caso de Jacob cuando recaía (volvía a hacer lo mismo) en lo que su madre había hecho con él es muy elocuente al respecto.
Sin embargo, la profesional misionera (que pidió resguardo de identidad) advirtió: “Paradójicamente, no por parecerse más habrá un mayor vínculo. A veces, precisamente por verse reflejado en uno de sus hijos, el progenitor puede sentirse menos atraído por el mismo”.
En otra investigación, cuando se encuestó a los padres, solo el 10 por ciento admitió tener un hijo favorito, lo que sugiere que, para la mayoría de progenitores, los sentimientos de favoritismo siguen siendo un secreto familiar bien guardado.
Si la profesional Griffin de Estados Unidos sostenía que cerca de ¾ de padres y madres admitían tener preferidos para el divulgador Jeffrey Kluger la cosa es más contundente: “El 95 por ciento de los padres tiene un hijo preferido y el 5 restante miente”.
El divulgador Kluger, autor de The sibling effect (El efecto de los hermanos), lo sostiene de una forma contundente.
Pero, la psicóloga Ellen Weber Libby, autora de The favorite child, secunda esta teoría: la mayoría de los progenitores, si no todos, tiene mayor querencia hacia uno de sus vástagos
Kluger y Weber Libby no son los únicos que piensan así. Hay muchos otros estudios que suscriben idéntica tesis. Pese a ello, el tema sigue siendo un tabú difícil de abordar.
“El favoritismo es elección, pero suele ser irracional, porque refleja nuestras necesidades en una determinada época y depende de cómo responde el hijo a ellas y de la química que surja entre el niño y el adulto”, dice Weber Libby.
La profesional norteamericana advierte de las consecuencias, por ejemplo: “la rivalidad entre hermanos, fruto de los celos. Además, el niño relegado a un segundo plano hoy, puede ser mañana un adulto inseguro, mientras que el ‘hijo de oro’ -como lo califica Weber Libby-, tiene muchas posibilidades de convertirse en un maestro de la manipulación, ya que aprende a agradar para obtener más privilegios y reducir sus deberes”, observa la psicóloga, estudiosa desde hace tres décadas de las dinámicas familiares.
Volviendo a lo esencial y primario.
Pero ¿por qué una madre o un padre se inclina más por uno de sus hijos? Muchos son los motivos y diversos. Por afinidad o por complementariedad; por ser el primogénito o el benjamín del sexo opuesto a todos los otros hijos; por su forma de ser: más simpático, más cariñoso, más risueño, más fácil de tratar. Depende también de cuándo nació. “Si el padre era joven o mayor; si vino justo cuando se planteaba separarse; si el momento profesional era bueno; si económicamente uno estaba muy mal. Todo influye”, afirma Javier Urra, quien defiende que los padres suelen tener más debilidad por las hijas y las madres por los hijos, lo que no asocia a complejos de Edipo o de Electra, si no, más bien, a la atracción que supone el mayor desconocimiento del otro sexo.
Con solo esto, Sigmund Freud se hizo un extenso picnic y construyó buenos pilares de su teoría psicoanalítica a partir de la descripción de los complejos de Edipo (madre con hijo varón) y Electra (padre con hija mujer).
La profesional de Eldorado aportó en esta cuestión: “También, se suelen ver algunos patrones relacionados con el sexo de hijos: es habitual decir que la hija mujer tiene más proximidad a su padre, mientras que el hijo varón se apega más a la madre. Estas son solo generalidades que pueden presentar excepciones en muchas familias. Pero puede relacionarse con aquellos “complejos” estudiados por el Psicoanálisis en la vida sexual infantil de los sujetos “Edipo” y “Electra”.
Qué hacer
La profesional misionera es clara al respecto. “Recomendaciones: hay que ver cuál es la consulta terapéutica. Todos estamos condicionados en nuestra adultez por los vínculos que hayamos tenido con figuras identificatorias primarias (padres, tíos, abuelos, o quienes hayan estado al cuidado durante la primera infancia). Esto en algún momento pueden llevar a una persona a replantearse su manera de ser o estar en el mundo; el porqué de ciertas conductas o pensamientos, así como conflictos con familiares. El profesional psicólogo elegido irá acompañándolo en el proceso terapéutico”.
El psicólogo español Javier Urra en su libro Educar con sentido común (Aguilar), señala que los hermanos siempre serán personas distintas, cada uno con sus necesidades, y que, por lo tanto, es indispensable tratarlos de forma diferenciada. Se debe evitar, eso sí, las comparaciones y hacer el esfuerzo para que no se note esa preferencia, la cual, en todo caso, no necesariamente tiene que ser por el mismo hijo durante toda la vida. Según su colega Laurie Kramer, investigadora de la universidad de Illinois, los niños no suelen molestarse por recibir un trato diferenciado de sus padres, siempre y cuando este sea justo. Es decir, que un padre se vaya con un hijo a montar en bicicleta mientras su hermana, a la que no le gusta el deporte, prefiere irse a casa de una amiga no es motivo para traumas. Kramer, que entrevistó a 61 niños y niñas entre 11 y 13 años, avisa en todo caso de que si uno de los padres dispensa mucha más atención hacia uno de los hijos habrá, sin duda, repercusiones negativas.
“Es preciso darse cuenta para que intentes equilibrar, no igualar, la relación con tus hijos”, recalca
Por ejemplo, la agresividad y un comportamiento destructivo antisocial son dos formas de canalizar la frustración por sentirse menos querido que sus hermanos. Lo dice la psicóloga Clare Stocker, de la Universidad de Denver, que analizó a 136 parejas de hermanos. La agresividad, como matiza el psicólogo manchego Guillermo Ballenato, autor de Educar sin gritar (La Esfera de los Libros), puede dirigirse hacia fuera, pero también hacia dentro, es decir, derivar en una depresión.
Los casos de depresión son, de hecho, más comunes entre los hijos que perciben que su madre establece un trato diferenciado entre los hermanos, según el estudio del gerontólogo norteamericano Karl Pillemer. Este experto estudió las relaciones entre 275 madres e hijos adultos y observó que, ante el favoritismo, todos salían perdiendo. El hijo menos favorecido desarrolla rencor hacia su madre o hacia el hermano preferido; el favorito, por su parte, no solo atrae la animadversión de los hermanos, también carga con el gran peso de las expectativas maternas, como ocuparse de ella cuando lo necesite. Los casos patológicos, descarados o enfermizos, como los define Javier Urra, sin embargo, son escasos. El psicólogo navarro defiende que el favoritismo es una actitud natural; por lo tanto, si no salta mucho a la vista, no hay que darle trascendencia. El hijo preferido puede reforzar su autoestima y el que no recibe tanta atención tener un punto de insatisfacción, pero casi imperceptible. Las personas evolucionamos con normalidad , estima Urra. El favoritismo tiene, en todo caso, un efecto secundario demoledor. mina la autoridad moral de los padres. La autoridad es fruto de la equidad, de la ecuanimidad, de la ponderación explica Guillermo Ballenato. No es igual a castigo. Todo lo contrario. Para perder autoridad, basta con mostrar favoritismos o incoherencia. Decir una cosa un día, otra cosa otro día, mostrarse más condescendiente con uno que con otro, aplicar unas normas a uno y no al otro .
Muy buen artículo don Mario Arturo. Aconsejo ver This is Us… así somos. Serie de Star Channel. Se ve muy seguido el tema porque tienen trillizos. Y es muy buena. Para debate. Saludos.
Muchas gracias por sus conceptos, don Carlos Miguel