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martes, noviembre 26, 2024

Almacén de ramos generales: lo que va de antes a la actualidad

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Fue un comercio característico de décadas pasadas, tuvo su auge en la Argentina colonial. Hoy ya no quedan comercios de este tipo. El formato kiosco o autoservice los reemplazó. Pero en algunos pueblos, aún pueden verse los sobrevivientes.

Así sucede en Colonia Alberdi, Misiones. Hace 62 años que Ester Quintana atiende su local junto a su familia. Hoy conserva su almacén de ramos generales en una versión actualizada polirrubro, donde conviven antiguas maquinarias con los productos que vende en la actualidad.
“Lo más lindo es que jamás tuvimos problemas con ningún vecino. Nos gusta estar acá, nos llena de satisfacción”, cuenta al micro Uno a uno emitido por Canal 12. Admite que el negocio es el sentido de vida de su marido y el de ella.

Cirilo, Florinda y Raúl Vergara

Misiones supo tener su programa que rindió tributo al almacén de ramos generales. Se emitió a principios de los noventa por Canal 12 con ese mismo nombre. Era conducido por el locutor Raúl Vergara acompañado por el Cirilo y Doña Florinda, dos simpáticos personajes que hacían reír con sus andanzas al público misionero.

Un recuerdo de Cacho

El ex gobernador misionero Ricardo Barrios Arrechea tuvo una remembranza sobre cómo eran los almacenes de ramos generales a mediados del siglo XX. En pleno Posadas, aquí está la descripción. Y realmente es imperdible:

“Hablando de almacén, no puedo dejar de mencionar el de Castiglioni en Colón y Córdoba, modelo siglo XIX.

“Por fuera caballos atados al palenque y carros distintos modelos; parroquianos con pañuelo al cuello, sombrero, faja en la cintura y alpargatas haciendo tertulia en la calle después de la compra o de entonarse con una caña (o dos).

“Por dentro, varios paisanos arrimados al estaño donde un cuello de ganso expendía vino al copeo. En el mostrador, frasco de caramelos para la yapa, rapadura envuelta en chala, masa negra en frasco, latas de corned beef y la infaltable balanza de pesas. Contra la pared, estantes y cajones con tapas en bajada llenos de arroz, fideos, harina, maíz (o choclos), galletas, todo para la venta a granel.

“En el suelo, damajuanas, y en los estantes la caña como figura estelar; el porrón de ginebra, el vino “común de mesa”, las latas acostadas con ventana de vidrio donde asomaban galletitas y mil cosas más que no recuerdo. Un “ramos generales” urbano. 

Y el remate que hizo Cacho en su columna para El Territorio es todo un resumen que viene bien para esta nota. “El almacén de Castiglioni vendría a ser un súper actual sin sucursales; un bar de vino/caña de parado sin cerveza ni café, para bolsillos populares”.

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