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sábado, noviembre 23, 2024

“En una guerra no hay lógica y el sentido común pasa a ser la supervivencia”

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Su abuela era ucraniana y su abuelo, ruso. Ambos encontraron en Misiones un lugar donde tener una nueva vida en paz. Así nació Silvia Risko, quien hoy se encuentra en la zona del conflicto que mantiene en vilo al mundo. Viajó a documentar lo que sucede para la Fundación Raúl Roque pero quizá también por esa sensación de querer hacer algo en la tierra que vio nacer a sus ancestros.

Contó la experiencia que están viviendo por estos días en Europa del Este en Magazine Henrika. Aquí su relato:

Dos de la madrugada, con temperaturas bajo cero, el ómnibus que me transporta desde Varsovia (Warsan, Polonia) hacia Lviv (Ucrania), viene completo en su mayoría por mujeres con sus niñas y niños pequeños. Las observo sin dejar de preguntarme ¿Qué están haciendo acá? ¿Por qué vuelven?

La lógica o el sentido común indicaría que deben huir y ponerse a salvo, no ingresar. Pero en una guerra no hay lógica y el común de los sentidos pasa a ser la supervivencia que en este caso, luego de escuchar sus testimonios, no se trata sólo de las personas sino de la identidad de su pueblo. Eso está en juego para ellas.

“Hay que estar acá”, me responden. “Es el momento de que cada ucraniano esté acá, no sólo está en peligro nuestro territorio sino, principalmente, nuestra identidad y nuestro derecho a decidir cómo queremos vivir”.

¿Tú acaso, por qué estás acá?, me preguntaron. Y sí, más allá de mi tarea de documentar lo que sucede para la Fundación Raúl Roque, estoy porque soy descendiente directa de una ucraniana y un ruso.

Ni bien ingresamos a tierra ucraniana, los controles fronterizos son exhaustivos. Retenes militares con sofisticadas armas y tecnología nos reciben. Toda persona que tenga sello de entrada/salida de Rusia es apartada y controlada con más rigor. No hay que olvidarse que en las guerras no sólo son utilizadas armas, tanques y misiles, el espionaje es una pata indispensable en la mesa del horror.

Bajo en la estación de trenes de Lviv, hace mucho frío y estoy cansada luego de 36 horas de viaje, pero la energía que percibo al descender del ómnibus me carga de adrenalina. Las luces, el ruido, la muchedumbre yendo y viniendo se asemejaría a una noche festiva digna de una escena de película de no ser por las vallas, fortificaciones y sin fin de militares.

Cientos, miles de personas desplazadas de sus hogares de distintos puntos de Ucrania se congregan aquí. Carpas con catres, calefactores –que dudo den abasto–, puestos con voluntarias y voluntarios que tienden una taza de té caliente, galletas y frutas. Orden y organización ante tanta incertidumbre y angustia.

No puedo dejar de pensar en mis abuelos, Rosa (ucraniana) y Gusmán (ruso). Se unieron y formaron una gran familia de dos hijas mujeres, cinco hijos varones e incontable descendencia.

En Misiones, nunca mejor llamada, La Tierra Sin Mal, encontraron refugio, formaron un hogar, criaron su prole y murieron en paz. ¡¡Cuanta paradoja!! Huyeron antes de la segunda guerra mundial de la hambruna, persecución y muerte, en búsqueda de la oportunidad de vivir en paz y hoy, casi cien años después, su tierra natal, Rusia y Ucrania, viven una guerra entre sí.

Me impacta el espíritu nacionalista ucraniano, que no pasa por el himno, bandera o partido de fútbol, pasa por defender su libre determinación como pueblo, derecho humano fundamental para toda nación que debe ser respetado. Esto me parte la cabeza, no puedo entender cómo un país que vive sus jóvenes años de democracia, con todo el empuje, ganas de crecer y desarrollarse no pueda decidir cómo vivir, hablar su idioma (que no es el ruso), tener su propia iglesia y mantener sus costumbres sin tener que aceptar el yugo de otra nación -sea cual sea- que pretenda condicionar y coartar ese derecho natural.

Silvia Risko en videollamada con Canal 12

Mi corazón está con ambos pueblos, independientemente de sus gobernantes. Pero al llegar es inevitable tomar partido, Ucrania con toda la desventaja y soledad en el frente de batalla no baja los brazos ni piensa retroceder un centímetro.

Ante mi pregunta de qué pasaría si su gobierno cede, la respuesta fue dura y cortante “sería peor, el pueblo se levantaría en armas pero sin conducción, una catástrofe”.,

No son sólo territorios, su honor, su historia, su gente y su libertad son las consignas de lucha.

Hay que estar acá.

Silvia Risko fue Diputada Nacional por Misiones representando al Frente Renovador y hoy es Delegada del INADI.

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