El desarrollo de la tecnología lo permitió. Desde sus primeras fases primarias (fuego) hasta la actual donde aumenta la claridad y baja el consumo de energía que hace falta para iluminar. El ser humano y su búsqueda de lanzar luz a la oscuridad
La película se la conoció como “Náufrago”. Y más de uno recordará la apoteósica escena de Tom Hanks, como un repartidor de FedEx olvidado en una isla perdida mientras va quedando medio loco y habla con “Wilson” (una pelota de vóley), cuando hasta lastimarse las palmas de tanto girar las ramitas consigue hacer aparecer algo de humo y luego unas pobres llamitas. A partir de ahí, todo cambiará. Lo sabe el protagonista y lo conocen los espectadores. La aparición de esas llamas (que ya no volverán a apagarse hasta que él deje la isla) lo cambia todo.
El fuego fue decisivo en la evolución y así lo plasmó también la película de Stanley Kubrick 2001 Odisea del Espacio inspirado en una novela de Arthur Clarke.
Cuando el hombre lo descubrió, fue revolucionario. Y dicen que, con la rueda, fueron los dos elementos que propulsaron la raza humana sobre la tierra y su dominio sobre el resto de la escala zoológica. Entonces, todos acuerdan que cuando el ser humano pudo dominar el fuego, la humanidad avanzó.
El uso del fuego tuvo dos aplicaciones básicas: cocinar (quemar) los alimentos y dar luz. Todo ello quedó en el fondo de los tiempos. (Está claro: También servía para calentar los huesos en las noches frías y para alejar las fieras que querían usar al humano como alimento).
Así, el fuego fue la primera fuente artificial que se usó para iluminar. El hecho de que las fogatas (que también se usaban para calentarse y cocinar) fueran fijas, hizo que luego se desarrollara el uso de la antorcha (esto es, el antecedente de la linterna de mano).
Este sistema se creó de forma accidental, puesto que provino de las chispas que saltaban de las fogatas. Tan importante fue este descubrimiento que, en la Edad Media, se usaba como alumbrado público.
Ahí ya estaba a punto de darse otro salto tecnológico.
Las lámparas de aceite. Lo malo del fuego como fuente de iluminación era que la luz no era buena. Con el paso del tiempo se empezó a usar el aceite para hacer lámparas. La misma grasa de animales faenados (cerca de mar, los grandes cetáceos proveen mucha grasa; en lugares mediterráneos, animales como el cerdo también lo hacen).
Lo malo de esto era que, debido al precio del aceite y las velas de sebo, sólo la gente rica podía usarlas. Seguía quedando el fuego de leña o carbón, nomás.
Al principio, estas lámparas se hacían con terracota, pero con el paso del tiempo, se empezó a usar bronce y hierro.
Aquí una apostilla misionera. En el lejano oriente, fueron los primeros en usar el aceite de tung para iluminar. Bueno, rendidor y con muy poco olor al quemarse (no ocurre lo mismo con las grasas animales). Este árbol fue traído a América y su cultivo en Misiones dio origen a varias fábricas de aceite de tung (en Eldorado, Santo Pipó, Campo Grande y Leandro Alem). Pero cuando este avance tecnológico llegó, el aceite de tung se usaba para otros fines (no tanto para quemar) tales como la pintura externa de los cascos de buques marinos.
Luego, llegó el tiempo del sebo y las velas.
Sus primeros usos datan del principio de la era cristiana. Las primeras velas eran elaboradas con madera y cera de abeja. Las que se hacían con sebo de animal sólo estaban al alcance de los ricos.
Si bien su uso no era tan común como las anteriores, entre los siglos XVI y XVIII, las velas eran lo que más se usaba para iluminar el interior de un edificio.
A medida que la ciencia y la tecnología avanzaban, el mejoramiento era ostensible como la claridad emitida por los focos de luz aumentaba y las sombras nocturnas desaparecía.
Velas
Sus primeros usos datan del principio de la era cristiana. Las primeras velas eran elaboradas con madera y cera de abeja. Las que se hacían con sebo de animal sólo estaban al alcance de los ricos.
Si bien su uso no era tan común como las anteriores, entre los siglos XVI y XVIII, las velas eran lo que más se usaba para iluminar el interior de un edificio.
Después de ese tiempo apareció el aceite de ballena, denominado spermaceti. Las ventajas d este tipo de lámparas eran que la llama era más constante y nítida. Esta pasó a denominarse candela.
La aparición de la parafina, más económica, la convirtió en lo más usado hasta la llegada del gas.
Iluminación a gas
Seguramente la gente no lo sepa, pero en el siglo XVIII el alumbrado público tenía como fuente de energía el gas.
La imagen cultural que más puede venirse a vincular es la del Fantasma de la ópera, esa obra señera donde un ser olvidado crece entre bastidores en el Teatro de la Opera de Paris. Todo ocurre a fines del siglo XIX y la ciudad aún se ilumina a gas.
Con este tipo de alumbrado se consigue iluminar a través de combustibles gaseosos como el hidrógeno, el metano, el propano, el butano, el acetileno o el etileno.
En sus inicios, las farolas de gas debían ser encendidas a mano, hasta que se desarrolló un encendido automático.
En la actualidad este tipo de iluminación se suele usar simplemente para acampadas debido a que su alta densidad de energía permite una luz brillante, duradera y económica. Son los denominados “camping gas”, que suelen funcionar con butano.
Iluminación eléctrica (Se hizo la luz en serio)
El cambio de gas a electricidad llegó a principios del siglo XX.
Sir Humphry Davy desarrolló unos arcos eléctricos en los cuales se producía la incandescencia de un fino hilo de platino en el aire al hacer pasar una corriente a través de él.
Sin embargo, el considerado como inventor de la bombilla fue Edison, quien perfeccionó una lámpara eléctrica de filamento de carbono. Después de esto fundó la Edison Electric Light Company, dando comienzo a la iluminación eléctrica.
La primera calle que se iluminó con electricidad fue en Pearl Street. Con este desarrollo se ganó en eficiencia, calidad y coste.
Edison patentó la bombilla incandescente de filamento de carbono a finales del siglo XIX, primera bombilla incandescente.
Paso para zonas sin electricidad
Mientras el foco convencional que duró más de un siglo se hacía popular, en muchos lugares de Misiones donde aún no había llegado la electricidad se siguieron usando las lámparas de kerosene. Las famosas “lampiú”, como las conocía la gente.
Al abrir la válvula de paso, el kerosene a alta presión es forzado a atravesar un pequeño orificio donde se descomprime y gasifica. Este gas llena una bolsita de tela de amianto, denominada camisa o bujía, que lo retiene temporalmente para producir su ignición.
Incandescente tradicional
Fueron los primeros tipos de bombillas. Se basan en una corriente de electricidad que calienta un filamento, consiguiendo que brille.
Lo peor de este tipo de bombillas es que se pierde el 85% de la electricidad en forma de calor. .
Incandescente halógeno
Este tipo de bombillas utiliza gas halógeno como el yodo dentro del foco. Esto hace que el filamento dure más y la iluminación tenga más calidad.
Se sigue perdiendo energía en forma de calor.
Fluorescente compacto
Aquí el gas está localizado en un tubo de CFL, el cual manda fotones ultravioleta que reaccionan al recubrimiento del foco y emite luz visible.
Con este tipo se reduce la pérdida de energía, llegando a una igualdad entre luz y calor. Su vida útil es mucho más alta, con unas diez mil horas de funcionamiento.
Y ya estamos en el punto más reciente y eficaz.
Desde Energía de Misiones apuestan todo a esta nueva forma de eficiencia energética
“Nuestro objetivo es brindar calidad de forma efectiva y eficiente en la prestación del servicio, acompañado con la innovación tecnológica que es la clave para anticiparse a las necesidades de los usuarios”, señaló en su momento la titular de la empresa Energía de Misiones, Virginia Kluka.
Tecnología LED (Luz Emitida por Diodo)
Es lo último en tecnología para iluminación y la más eficiente, a años luz de las otras.
Un foco LED posee varios semiconductores los cuales emiten luz cuando se les aplica electricidad. Esta tecnología emplea la mayor cantidad de energía para iluminar, más de la mitad. Si vida útil duplica a la anterior, por lo que su eficiencia es incomparable.
La tecnología Led mantiene un diseño ecológico. Una de las características de la iluminación led es que no contiene mercurio, evitando así que afecte al medio ambiente. La durabilidad de las luminarias led, ya sean, bombillas Led, tiras de Led o paneles. Ofrecen una durabilidad de más de 20.000h. Lo que se traduce en un ahorro de hasta el 80% en la factura de luz.
En definitiva, es importante que todos los sectores y profesionales, ya sean arquitectos, reformistas, interioristas, decoradores o empresas de electricidad e iluminación trabajemos en conjunto para que poco a poco la economía energética sea un hecho. La mejora del medio ambiente solo depende de nosotros, de proyectos como los que AGREE realiza, o de movimientos como los que Greta lidera, porque se necesita más de esto; más personas que inspiren, proyectos que inspiren, ideas que inspiren y den luz a esas acciones reales de cambio.
Como señaló Kluka, “los profesionales de la ingeniería con formación y especialización técnica suficiente (entre los que están ingeniero Ciz como director y asesor técnico operativo presidencial y el ingeniero Walter Smichoski, en el cargo de gerente General Técnico de la empresa) designados para llevar adelante los procesos de transformación energética circunscripto en los nuevos paradigmas”.
Para que se haga la luz y para que sea eficiente en su consumo de energía.