Desde junio que no se llega a este registro ya que todos estuvieron en 6% o arriba. Esto acarrea un leve resquicio de expectativas favorables más allá de que la puesta en marcha de Precios justos tiene sus bemoles y en las provincias va a haber un mayor delay (o retardo) para que lleguen sus efectos
Una leve desaceleración se detectó en el registro de precios de alimentos. En las dos primeras semanas de noviembre el valor llegó a 2,5% y llevaría a 5% para el mes. Pero, primero recordar: el índice de precios al consumidor dio 6,3% en octubre y si se anualiza (o sea se estima que en lo que resta del año sigue el ritmo actual) llega a un impactante 108%, y si se mide el acumulado de los últimos 12 meses (1/11/21 a 31/10/22) da un 88%, el dato más alto desde la hiperinflación de 1991.
Sin embargo, no se puede soslayar que el dato dio menos que lo que el mercado esperaba. Sobre todo, después de haberse conocido que en la Ciudad de Buenos Aires se había registrado un 7%. Ahora, el ritmo al tono de Precios Justos se encontró en el 5%.
Y en una economía en que las expectativas tienen una influencia potenciada esto conlleva un cierto alivio a nivel político.
Por lo pronto, le permite a Sergio Massa y su equipo afirmar que las medidas de contención fiscal y monetaria empiezan a dar un resultado, al frenar la espiralización de precios.
Pero, sobre todo, lo que abre un pequeño resquicio de optimismo es que en el arranque de noviembre se notó una moderación inflacionaria en el rubro de alimentos, lo cual lleva a pensar que, dentro de un mes, se puede publicar un IPC que empiece con 5, algo que no ocurre desde junio
Uno de los relevamientos más seguidos en el ámbito empresarial, el que hace la consultora LCG, mostró en la primera semana de noviembre una inflación de alimentos de 0,7% y en la segunda semana de 1,18%. El acumulado da 1,9%, lo cual, a esta altura, se puede calificar como un buen número. De hecho, en la serie de LCG hay que remontarse hasta diciembre del año pasado para encontrar una primera quincena con una inflación más baja para alimentos.
Es cierto que, en compensación, se registran este mes subas de precios regulados, como las tarifas de gas y electricidad, así como transporte y pagos de personal doméstico. Pero aun así, la perspectiva es de leve mejora.
En este escenario cercano al fin de año, juegan muy fuerte las expectativas. Ese sería un elemento que puede ayudar a que los valores no se disparen
Por otra parte, noviembre suele ser estacionalmente un mes de inflación relativamente baja, en coincidencia con una mayor demanda de pesos por parte de las empresas, que necesitan pagar aguinaldos y saldar obligaciones de aportes y tributarias
El trasfondo
Los recortes aplicados en el segundo semestre hicieron que el gasto primario, en términos reales, cayeran un 17% a fines de octubre, en comparación interanual.
En cuanto al manejo monetario, se está extremando el afán por sacar pesos del mercado, lo que se evidencia en el hecho de que la base monetaria se contrajo un 3,9% real en octubre respecto del mes anterior. Cuando la comparación se hace contra el año pasado, la caída llega al 25%, y si se lo expresa en términos de PBI la base monetaria se redujo al 4,6%, el ratio más bajo desde 2003.
egún el viceministro, no se puede acusar al Gobierno de estar pretendiendo que la inflación baje por la aplicación de “Precios Justos”, sino que el programa es visto solamente como la forma de detener la inercia de la indexación. Y que va a ayudar al objetivo de bajar del nivel inflacionario actual a un promedio de 4% mensual.
ero eso no es lo más grave: lo que se le discute a Rubinstein no es apenas la eficacia del programa “Precios Justos” para romper la inercia de los aumentos de precios. Además, también se le cuestiona que su política de disminución del gasto y de contracción monetaria sean tal como las muestra el Gobierno.
Se compra menos
La gente tuvo pérdida del poder adquisitivo. Y esto incidió tanto en los segmentos de los trabajadores formales e informales. Así como la inflación pega más fuerte entre los deciles más vulnerables de la sociedad, ocurre el mismo proceso en cuanto a la caída real de los ingresos laborales. Entre enero y septiembre de este año, la pérdida real de recursos rondó el 1% en la mitad más rica de la población, aunque fue del 3% en promedio en la mitad más vulnerable. Así se desprende de un informe de Ecolatina en base a la Encuesta Permanente de Hogares y la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares, ambos informes publicados periódicamente por el Indec.
“La composición de la canasta de consumo difiere entre los hogares de mayor y menor ingreso, la inflación puede tornarse más o menos regresiva de lo que ya es. Los sectores de menores recursos se ven más afectados por la dinámica de los precios de alimentos, bebidas, vestimenta y servicios públicos que el resto de la sociedad, en tanto destinan una mayor porción de su ingreso a satisfacer estos consumos básicos”, puede leerse en el trabajo de Ecolatina. Entre enero y septiembre, los precios de los alimentos subieron por encima del nivel general de inflación. El rubro de alimentos y bebidas trepó un 69,5%, superando por en 3,4 puntos porcentuales al promedio (66,1%). Esta