Lanzado en 2017, hoy en día para que tenga la misma capacidad adquisitiva debería multiplicarse por nueve. Cada vez se acerca más al valor que tenía el billete de 100 pesos
Una inflación en torno a 6% mensual golpea de lleno al poder de compra de los pesos, donde el billete de máxima denominación del país de $1000, ya no alcanza ni para cubrir compra de un kilo de queso, ni siquiera un kilo de carne para asado o un paquete de 800 gramos de leche en polvo o un frasco de café de 170grs. Bajo este escenario, los analistas sostienen que se requiere un papel de mucho mayor valor al actual.
Un estudio reciente comparó lo que se podía adquirir diciembre de 2017, cuando se presentara el billete de 1000, con los valores actuales: hoy se necesitaría un ‘teórico’ billete de $9000 para equiparar, respecto de los precios actuales que tienen los mismos artículos.
La inflación es la causa, sin dudas.
En los primeros 10 meses del año la suba constante de precios acumuló un alza de 76,6%. Por ende, la necesidad de que se imprima un billete de mayor denominación ya resulta más que evidente, sobre todo para cubrir gastos cotidianos que requieren la utilización de efectivo y para retirar dinero de los cajeros automáticos.
Se sabe que el kirchnerismo (y el cristinismo, en especial) suelen negarse a esta posibilidad por la simpleza de un razonamiento que sostiene: “Si lanzamos billetes de mayor denominación se van a dar cuenta de que hay inflación”.
Es de esperar que el ministro de Economía, Sergio Massa, tome nota de esta cuestión, aplique el principio de la realidad y se decida a lanzar billetes de 2000, 5000 y 10.000 pesos para alivianar la vida. No será una solución pero al menos, los cajeros automáticos podrán funcionar sin estar solo entregando billetes de mil.
La necesidad de más ejemplares de pesos, de forma progresiva, para comprar la misma cantidad de productos y bienes, genera, por citar una consecuencia, que los cajeros automáticos se vacíen de forma más rápida por la capacidad limitada que tienen para la entrega de billetes.
Además, el uso de más efectivo causa que los comercios y bancos deban trasladar y atesorar más cantidad de unidades, con el mayor costo y espacio correspondiente que eso implica.
“Pero el inconveniente transaccional no se agota en esta multiplicación de las unidades intervinientes en cada transacción, sino también en el escaso valor del billete de máxima denominación, situación que provoca la utilización excluyente del billete de más alto valor por el escaso significado que tienen las unidades de importes inferiores”, concluyó un técnico citado por iProfesional.
Pero de acuerdo a fuentes oficiales, no hay intención política de emitir denominaciones mayores debido a que se pretende promover la utilización de los medios de pagos digitales, para bajar el uso del efectivo y “blanquear” más la economía. Aunque, desde lo transaccional, esta decisión está generando inconvenientes operativos en los canales financieros.
Menos alimentos con el billete de $1.000
En resumidas cuentas, el de $1.000 cada vez alcanza para comprar menos, y se requieren más unidades de esta máxima denominación. Si en diciembre de 2017 la adquisición de una caja de leche entera en polvo en su presentación de 800 gramos podía abonarse con dos billetes de $200, en la actualidad son necesarios esos dos ejemplares con el agregado de uno de $1000.
De hecho, según datos oficiales del Banco Central, desde hace dos meses los de $1.000 representan la denominación con más cantidad de ejemplares en circulación entre la gente y los bancos, superando a los de 100 pesos
En concreto, hoy circulan 2.346 millones de billetes de $1.000, que representan el 31,8% de todas las denominaciones que circulan en el país. Y la impresión de la mayor cifra de la moneda nacional sigue en crecimiento, ya que apenas en los últimos 30 días se emitieron 96 millones de papeles más.
En este video, una inmigrante muestra su experiencia al respecto.