Al parafrasear la película El talentoso Sr. Ripley, Marcelo Moreyra puede hacer un filme con su vida. Por su talento, pero también por sus pesares. De una infancia sin padres a una adolescencia haciendo atletismo y jugando ajedrez y pasar al arte sin escalas. Y luego, a vivir otras experiencias que lo marcaron
“Yo mismo soy Embajador de Paz (…) y podemos decir que el mundo está inundado de textos, poemas y canciones sobre la Paz, plenos de bellas expresiones y buenos deseos. Y eso…está muy bien, porque las guerras y los desentendimientos de toda índole, destruyen todo, vomitan sobre la Paz y sobre el rostro de las personas”.
Ese es nuestro hombre: Marcelo Moreyra es oriundo de Tobuna y vive desde hace décadas en Puerto Iguazú. Allí ha desarrollado sus cualidades artísticas. Aunque empezó como un joven atleta a mediados la década del 70, luego se orientó a actividades como la pintura, el esgrafiado, la fotografía, el muralismo, la escritura donde desarrolló obras de novela y poesía
Claro, algunos malintencionados lo ubicaron realizando acciones incorrectas en los años 70. Pero si era apenas un adolescente que corría y hacía atletismo. Él mismo lo dice: “Competimos con Carlos Pernigotti de Eldorado en Córdoba. Y lo hacíamos bien. Ganando premios. Gracias al trabajo del profesor Carlos Ramírez un gran promotor de la actividad física”.
Pero la vida lo llevó por otros rumbos: dejó la actividad física y pasó a la mental y creativa. No es que se anulan entre sí, pero Moreyra decidió por la segunda.
Desde 1984, trabaja incansablemente como gestor cultural independiente, que le ha permitido ganarse un espacio muy importante en la región, trascendiendo las fronteras del país desde hace muchos años, donde también goza de consideración.
Días pasados viajó a Bolivia al XV Encuentro Internacional de Escritores y XV Exposición Pictórica Internacional como invitado de honor en un encuentro avalado por la Unesco.
Allí mismo, Moreyra fue nombrado Embajador Universal de la Cultura y Visitante Distinguido de Tarija y de San Lorenzodos ciudades de Bolivia, junto a los demás participantes. Además, los presentes realizaron disertaciones poéticas en varios institutos secundarios de Tarija, más precisamente en las ciudades de Uriondo y San Lorenzo.
“Mi participación con esta exposición, es apenas un punto de vista de alguien que, a pesar de nefastas experiencias, recientes, apuesta a la vida y cree que la Paz y todo lo bueno del ser humano”, continuó en su discurso en Bolivia.
Y es un hombre que perdió a sus padres muy pequeño.
Prácticamente no tuvo infancia: a los 12 años, ingresó a la Escuela Municipal de Artes, y fue entendiendo, que el camino de la creación tenía todo que ver, además de mucho trabajo, con la vida y con la Paz. (…) en la secundaria, vendía helados por las calles, luego pasó a lavar colectivos y hasta llegué a ser panadero, y luego pintor de carteles.
Con con 17 años recién cumplidos, en 1976, pleno inicio de la dictadura argentina, y en tercer año del secundario, realizó su primera exposición de pintura. “En aquel mismo año, como atleta, me transformé en el primer campeón provincial que tuvo mi ciudad, y hasta corrí en dos torneos nacionales, juveniles (1976 y 1977)”, recordó mientras también ejercitaba la mente con el ajedrez, de donde sacó enseñanzas simples: “primero, el respeto por el adversario, y luego, el concepto fundamental para la vida: sin esfuerzo no hay logros, sin sacrificios, no hay resultados, sin objetivos, difícil llegar a algún lado”.
Así, desgranando su vida, deja una frase valiosa. “De mi época de la Escuela de Artes, una de las cosas que se me grabó a fuego, fue una frase que nos repetía nuestro profesor: El arte les va abrir las puertas del mundo. Y así lo fue para mí y lo sigue siendo. Y lo recuerdo cada vez que pongo los pies en un avión”.
Y así hasta llegar a la actualidad. “Pero a partir de julio de 2018, comenzó mi verdadero infierno: desde un pequeño grupo, pertenecientes a una ideología en particular y escudados en el partido gobernante, me acusaron de ser un agente de la dictadura, del 76 al 83, basándose en un pseudo informe del archivo de la memoria (Que no es un organismo oficial), donde se afirmaba un dato que NO INVESTIGÓ, diciendo por ejemplo, algo ridículo y carente de seriedad: “Según la revista equis”, fulano de tal, es tal cosa. O sea, sin investigar nada y peor aún, sin haber tenido en cuenta, mi edad: o sea, en el 76, tenía 17 años y podría decir, que como tantos de mi edad, comía barro! El asedio, nunca visto en Misiones, duró 40 días, con mi rostro y mi nombre en todos los medios de prensa, todos los días”.
Y en su recorrido Moreyra continuó recordando el tormento pasado. “Uno de los principales acusadores, escritor, historiador y funcionario, nada más y nada menos que de la Cámara de Diputados, hizo terribles acusaciones, incumpliendo el abc de su profesión: investigar primero y afirmar después. Pueden imaginarse ustedes “la seriedad” de sus libros sobre personajes de la historia, con ese nivel de investigación? La Ministra de Derechos Humanos, por su parte, aplastó TODOS mis derechos humanos y por ser una funcionaria tan importante, todos le creían”.
El calvario no se detuvo. “Ambos pretendían algo absurdo: que yo demostrara mi inocencia. Y no se callaron por generosidad, sino porque fui a la Justicia y con un Recurso de Amparo, se tuvieron que callar hasta el día de hoy, además de denunciarlos penalmente a 4 de los principales difamadores, por Calumnias, Injurias y Daño Moral, en cuatro juzgados diferentes. Pero lo más loco de todo, es que el primero de ellos, el historiador, recién tres años más tarde, en pleno proceso de mis demandas, tuvo la luminosa idea de pedir, a través del juzgado donde está demandado, un informe sobre mi persona, en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Y créanme, se la dieron en cuestión de días, desmintiendo de manera rotunda, sus temibles acusaciones. La ya ex ministra, que no aprendió esta lección, hizo lo propio, recién este año, pidiendo un informe sobre mí al Estado Mayor del Ejército, de donde recibió LA MISMA respuesta. O sea, primero me acusaron, arruinaro mi vida y mi honor, y recién después se les ocurrió averiguar”.
Para entender que nada de esto fue gratuito, Moreyra tuvo un infarto, dormido, y quedó debilitado por el tiempo de vida que le queda.
¿Cómo finaliza su discurso?
Así. “Tengo cicatrices muy profundas, y ya llevo 4 años de tratamiento psicológico, pero aún así, sigo siendo un hombre de Paz, y me esfuerzo para que no haya odio en mi corazón, donde conservo encendida la más firme esperanza en la Justicia y en la Ley, a cuyos estrados recurrí, y donde los principales difamadores, están rindiendo cuentas”.
Cómo escribe (y gana premios)
ABUELA TROPERA
Mi abuela no tuvo patios
de banderas ni recreos
tampoco el vestido blanco
la medallita y los sueños
sólo campos infinitos
y azules rumbos de troperos.
Rudas sus manos, sin libros
mainumby de los esteros
con cruces de palosanto
aprendió a conjurar los vientos
a leer con las hormigas
los horneros y los misterios.
Mi abuela trajo a mis tardes
la vastedad de los potreros,
el reino de las calandrias
hondos días, ganado ajeno,
la piel marchita, de barro
harina rancia de los tiempos.
Atravesando las lluvias
encorvada con sus rezos
colgó en mi mundo de niño
un horizonte campero
y en sus colchas de retazos
de primaverales destellos
una paleta viviente
de rumbos marinos y vuelos!
Marcelo Moreyra
25/09/2020
PRIMER PREMIO NACIONAL POESÍA, Octubre de 2022. CONCURSO NACIONAL
POESÍA UNIVERSAL – Biblioteca Municipal y Popular ”José Hernández; Club de Poetas Baigorria y Alianza Cultural Universal, por el 50 Aniversario de la Biblioteca. Ciudad Granadero Baigorria, Santa Fe, Argentina.
- Mainumby: mariposa (Del guaraní), acentuando la pronunciación en la y, sonido gutural.