No es fácil imaginarse pero con tesón y voluntad Maximiliano Barrientos salió de Misiones y pudo llegar a la capital de Francia. Como en el tango, con la pandemia quedó “anclao en París”. Tuvo que salir a vender chipa (misionera i té, como dice él) para sobrevivir. Ahora busca quedarse allí y vivir del arte (en especial audiovisual: hace películas, videos, stop-motion). Una ucraniana lo salvó de vivir en la calle. Ella actuó en uno de sus cortos. Se enamoraron y ahora piensan casarse
Hay una vieja canción de Charly García de la época de Sui Generis. Se llamaba Botas locas y transmitía su (pésima) estadía como conscripto: “Se darán cuenta que aquel lugar era insoportable para alguien normal. Por eso me dije basta de quejarme Yo me vuelvo a casa y decidí largarme”
Y así lo hizo Maximiliano Barrientos.
“Sí, como no sabía qué hacer con mi vida, ingresé al ejército. Pero la vida de soldado no era para mí”.
Y se marchó. Como Charly.
Lo suyo eran las artes. Todas. La creación. Llegó a Paris en 2020 (sí, leyó bien). Empezó a trabajar en lo suyo (hacer películas, escribir guiones) y páfate: llegó la pandemia y el confinamiento. No tenía nada ni a nadie. Sólo sus habilidades culinarias. Así que no se achicó: elaboró alfajores y chipas y salió a venderlas. Y así pudo ir tirando.
Por ahí se lo ve con la torre Eiffel de fondo, mientras ofrece una chipa. Redonda. Quizá si pasaba un alemán o un austríaco podía ofrecer con una frase: “Yes, it is an argentinian pretzel”. Y agregar por lo bajo: Y más rico, todavía.
Maximiliano Barrientos siempre luchó por sus sueños.
El posadeño de 28 años, cineasta, guionista y productor televisivo se hizo famoso estos días por ir tres jornadas seguidas a plantarse frente a la casa de Lionel Messi para entregar su CV. “¿Querés una foto?”, preguntó entre resignada y amable Antonela Rocuzzo y él: “No, no. Solo quiero que me recibas este currículum… ¿puede ser?”.
Como ya es conocido (hubo notas de Clarín, Infobae y de varios medios de su provincia) publicó: “Doy gracias a la gente de todo el mundo que me saludó en mi cumpleaños, especialmente amigos lejanos, seguidores de mis libros, fans y criaturas mitológicas hahahaha, me siento muy agradecido por ser parte de sus vidas ya sea en fotos o vídeos, estoy un poco ocupado en el amor ahora pero pronto volveré a trabajar para ustedes en entretenimiento y escribiendo mis libros. Gracias totales” en Facebook.
Epa, acá hay algo nuevo. “Ocupado en el amor”.
“Sí, me enamoré”, admite Maxi.
“Estaba en la lona… en la calle, tirado. Ya no tenía casi opciones y ella vino como un ángel y no sólo me salvó, me dio cobijo, me abrió su corazón, hasta me compró un celular y una computadora y sí, una cosa llevó a la otra. Nos enamoramos”.
Su nombre es Anastasia. Es pianista
Es una bella muchacha, rubia y atractiva.
“Sí, dice él, fue miss Vinytssia”. (Y manda foto de cuando ella fue elegida)
Y agrega datos no menos importantes: “Me llevó al festival de Cannes para presentar un proyecto. Pagó el hotel me compró smoking y todo con ahorros que tenía. La verdad? Me puso de nuevo en el cine”.
Ahí están.
Maxi se toma la molestia y envía un video que no se ha visto mucho.
Ahí dice que se va a casar con esa chica.
Y lo envía para compartir.
Se maneja bien con el inglés, correctamente con el francés y está tratando de aprender ucraniano. Bien por él.
En su momento, se llamó El chipero de París.
La foto lo testifica.
Y su gran homenajeado es George Méliès, el mago casi inventor de los efectos especiales en el cine.
Para el que esté medio desnorteado, sólo tendría que ver la película La invención de Hugo Cabret
Méliès empezó a fines del siglo XIX a hacer cine. Inspirado en la máquina de los hermanos Lumiere, le vio la aplicación comercial.
Obvio, cine mudo.
Pero con una creatividad sin límites.
Construyó su set en París y era todo vidriado. ¿Por qué? Para aprovechar la luz diurna y filmar una tras otra las películas que se vendían como pan caliente. (Pan francés, claro está).
Ese fue el nombre que Maxi le puso a sus chipas: Méliès, gluten free agregado. Un golazo
Y además fabricó como el personaje de la película de Hugo una máquina autómata para elaborar no solo chipas sino esa variante exquisita llamada caburé (que es casi al calor de llamas).
Esa máquina él la empujaba ahí donde estaban todos reunidos y vendía lo suyo. “No fui el primero pero mis chipas anduvieron bien porque la presentación era muy buena”, indicó. Muchos sudamericanos compraban este alimento con diversos nombres y el mismo exquisito sabor.
Y hasta se animó a ponerle un nombre maravilloso: “pain du Lune” (el pan de la luna).
“La verdad es que se portó como un soldado y resistió todo. Puse sangre y lágrimas en esa máquina”, remató (debía llevarla empujando todos los días para la venta).
Pero eso duró un tiempo…
“El pobre, cuando anda en la mala, pisa caca y se resbala”, canta José Larralde.
Maxi pisó caca.
Se vino el frío, las ventas cayeron y se tuvo que ir del departamento donde vivía.
¿Qué hacer con su autómata?
“Déjelo acá”, le dijo el propietario donde arrendaba.
Pero no pudo volver por la máquina y esta terminó arrumbada en algún tacho de basura de Paris. EN sus palabras: “No pude pagar el apartamento donde estaba y me dijeron que lo dejara allí por el momento hasta que encuentre donde guardarlo. Pero no pude encontrar y el dueño del apartamento lo tiró a la basura, lo sacó a la calle para que lo recoja la limpieza municipal”
Fin.
(Como en las películas).
Así, tirado por ahí (como Confesiones de invierno, del mismo Charly García), una bella rubia de dedos finos y sentimientos largos se compadeció del amigo argentino, lo sacó de la calle y lo llevó a vivir con ella.
Y una cosa trajo la otra.
El amor floreció.
El agradecimiento de Maxi también.
En el verano pasado, Anastassia que había sido Miss Vinnytsia, lo llevó al festival de cine más famoso de Francia. “El 28 de mayo fuimos al cierre del festival de Cannes y le propuse matrimonio en la alfombra roja”.
No sabe cómo decirlo pero gracias a ella volvió al cine. “Me llevó al festival de Cannes para presentar un proyecto, pagó el hotel me compró smoking y todo con ahorros que tenía. Yo estaba sin plata así que le dí un anillo del Señor de los anillos y lo guarda como lo más grande del mundo”.
Maxi mira a la cámara. Dice: “Me voy a casar con esta chica”.
Se da vuelta y le da un beso.
Y ahí van los dos. Él ya la hizo participar de una película llamada Girasol. Aparecen juntos.
Y luego, él ha estado trabajando con la técnica de stop-motion.
Es esa donde se hacen muñequitos a escala y se toman foto-por-foto de los movimientos que van haciendo (recordar que son más o menos unas 20 fotos por segundo, aunque Chaplin prefería 14 porque daba más ritmo a sus películas).
“Muchos de mis proyectos en stop-motion los subo a Tik-Tok que para eso se creó. Es una plataforma para cineastas. (Pero) Con el tiempo se le dio otro uso. Yo tengo a todos mis colegas serios allí. De hecho el ganador de la Palma de Oro 2022 que es amigo mío ganó por un tiktok”
Maximiliano Barrientos se hizo famoso por quedarse varado en París, por sobrevivir con la venta de chipa y caburé, por inventar una máquina que fabricaba todos esos productos maravillosos para comer a los que llamó “pan de la luna” en homenaje a George Méliès, le hizo un logo con los engranajes que simbolizaban la digestión la buena digestión, perdió todo, quedó en la calle, conoció a una chica que lo rescató; se paró frente a la casa de Lionel Messi y el propio jugador le recibió su currículum y mientras tanto sigue creando audiovisuales, tanto en cine como en stop-motion.
Y pide encarecidamente: “Y si podés recomendar mis redes sería genial ya que voy a subir mis cortometrajes pronto para ver si consigo laburo”.
Y ahí está. Uno entra a YouTube va a @Retrocrítica
https://www.youtube.com/@retrocritica
y aparecen los trabajos de este joven cuya vida, seguramente, en algún momento será motivo de alguna de sus películas.