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viernes, noviembre 22, 2024

Tomar mate baja el riesgo de tener Parkinson

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Investigadores comprobaron el efecto neuroprotector de la yerba mate. Con lo que la mateada diaria se transformará en el largo plazo en una aliada para bajar las posibilidades de contraer el mal de Parkinson

El consumo habitual de yerba mate podría constituirse en un interesante aliado al momento de contar con herramientas que disminuyan el riesgo de contraer el Mal de Parkinson, es la conclusión a la que arribaron varias investigaciones realizadas. Ambas fueron estimuladas desde el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).

El concepto de que la yerba mate constituye un alimento saludable cuenta con una amplia bibliografía científica que lo respalda. Uno de los trabajos que abordó la relación entre consumo de mate y Mal de Parkinson comenzó en 2015,  por iniciativa de la médica neuróloga Emilia Gatto, quien realizó un estudio poblacional y comprobó la relación inversa entre el alto consumo de mate y el desarrollo del Mal de Parkinson.  “Se trata de una enfermedad que tiene un alto componente genético, pero también existen factores ambientales que son potencialmente modificables”, sostuvo la especialista, con relación al estilo de vida y la alimentación.

La doctora Gatto  está a cargo del Servicio de Neurología del Sanatorio de la Trinidad Mitre y es Jefa del Área Movimientos Anormales del INEBA; además ejerce como Directora Asociada de la Sede del Curso Superior de Neurología de la Facultad de Medicina de la UBA. Basada en estudios de laboratorio preliminares que ya habían revelado el efecto benéfico de algunos de los componentes de la yerba mate respecto a la prevención del Mal Parkinson, se preguntó si era posible confirmar esas investigaciones en las personas y para responder este interrogante tomó una población de 223 pacientes con la enfermedad y realizó 406 casos de control. El resultado fue revelador: quienes durante su vida habían sido grandes consumidores de yerba mate de manera tradicional (mate con bombilla), tenían una incidencia de Parkinson menor respecto de aquellos no tomaban mate o que lo consumían en bajas cantidades. “Pudimos comprobar que existe una relación inversa entre el consumo importante de yerba mate y el riesgo de desarrollar el Mal de Parkinson”, destacó.

Más aportes

Irene Taravini confirmó con sus investigaciones la ayuda de la mateada para ralentizar Parkinson

Otro de los trabajos que también vinculan el consumo de yerba mate con la prevención del Parkinson fue realizado por Irene Taravini, bioquímica e investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Mediante ensayos de laboratorio la científica verificó que “el consumo de yerba mate durante muchos años contribuiría a la ralentización de la progresión del proceso neurodegenerativo que experimentan las neuronas dopaminérgicas en pacientes con la enfermedad de Parkinson”.

Al igual que sus pares, Taravini recordó que es bien conocido que la yerba mate posee propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y protectora del daño celular. En ese sentido, también coincidió en que “el ácido clorogénico podría ser el principal agente del efecto antioxidante y protector de las neuronas dopaminérgicas”.

Efecto neuroprotector

En una línea similar, y apuntalando la hipótesis de los efectos benéficos de la yerba mate con relación a la prevención del Mal de Parkinson, se desarrolló el trabajo de Juan Ferrario, licenciado y doctor en Ciencias Biológicas (UBA) e investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Ciencias Farmacológicas (Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA).

Qué es el Parkinson: cuando todo tiembla

La enfermedad de Parkinson es un tipo de trastorno del movimiento. Ocurre cuando las células nerviosas (neuronas) no producen suficiente cantidad de una sustancia química importante en el cerebro conocida como dopamina. Algunos casos son genéticos pero la mayoría no parece darse entre miembros de una misma familia.

Los síntomas comienzan lentamente, en general, en un lado del cuerpo. Luego afectan ambos lados. Algunos son:

  • Temblor en las manos, los brazos, las piernas, la mandíbula y la cara
  • Rigidez en los brazos, las piernas y el tronco
  • Lentitud de los movimientos
  • Problemas de equilibrio y coordinación

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