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jueves, noviembre 21, 2024

Los 50 años de casados de Ismael e Isabel

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Atilio Ismael Ortigoza e Isabel Recalde cumplieron bodas de oro de su casamiento. Con tres hijos y seis nietos y un grupo de amigos y familiares festejaron en febrero de 2023 lo que se inició hace 50 años

En la actualidad es fácil y queda políticamente correcto hablar de reciclado, de las 3R y de que las cosas puedan usarse más de una vez. Pero hace 50 años, sólo a Atilio Ismael Ortigoza e Isabel Recalde se les pudo ocurrir. “Era 1975 y habíamos realizado la fiesta del primer cumpleaños de nuestra hija mayor, Claudia. Como sobraron muchas cosas del festejo, nos dijimos: ¿Y si abrimos un kiosco? Vivíamos sobre la calle Alemania a media cuadra de Santa Catalina. Y así empezamos”.
Como se dice hoy en día, ya tenían el expertise. De ambos lados.
Se conocieron en Villa Sarita.

Ella era hija de María del Pilar Acosta, viuda y madre de ocho hijos. Y almacenera del barrio. Su negocio se llamaba Ocho hermanos. Dos de los varones fueron conocidos en el ámbito futbolero local. Wenceslao Recalde se destacaba en Bartolomé Mitre y Ramón “Papi” Recalde en Guaraní Antonio Franco.
Él, en tanto, vivía en una casa alquilada por ahí cerca y pasaba por la casa de ella cuando iba a trabajar como cadete en la agencia Ford Pacheco que estaba sobre las calles Buenos Aires y Belgrano.
“Y, sí -admite ella, Isabel Recalde- yo lo veía a él bien elegante con pantalón de vestir y camisa y su corbatita en la mano pasar frente a casa. Tenía su facha. Por su pinta, me enamoré…”
Y él no queda atrás.


“A mi me gustaba Isabel… pero me acerqué a la familia por otra hermana de ella. Y en una fiesta, ella bailaba con otro y yo, con la hermana. En un momento de inspiración, dije: ‘cambio de pareja’ y ahí la tuve en brazos…”
Y ella certifica todo lo que él dice: “De ahí, no me aparté más de él”.
Ella trabajaba de almacenera en Ocho hermanos desde los diez años. “Volvía del colegio Santa María y después de almorzar tenía que quedar atendiendo. No se cerraba al mediodía. Así que no podía dormir la siesta. Después, cuando terminé el secundario empecé a estudiar maestra jardinera, como se le llamaba entonces”
Entre tanto, él iba probando. Vivió un tiempo en Buenos Aires.
Luego volvió y empezó a vender electrodomésticos.
“Lo interesante -acota Ismael- es que mi mamá también era almacenera. Teníamos un negocio sobre Santa Cruz y Santa Catalina. Así que por los dos lados, éramos del rubro”.

Momento culminante. Día de la boda entre Ismael e Isabel. Casamiento en la Catedral de Posadas


Pero en la propia familia, no llegó bien al comienzo de la vida matrimonial sino un poco más adelante con la anécdota del principio.
Cuando él propuso casarse la reacia fue su suegra.
“¡Rájese de acá… mándese mudar… mi hija no se va a casar!” fue la expresión clara y sin equívocos de doña María Pilar.
Pero eso no cejó el afán del joven galán que quería a Isabel como esposa.
Y ella, otro tanto. Sin remilgos ni medias tintas.
“Sí, yo quería casarme. La vida en casa era dura y casi ni podíamos salir. Así que me jugé y dije que sí”, aportó ella. “Y me fue bien”.
Cuando se tomó la decisión, él entró a Dirección Provincial de Vialidad. Y tras doce años ahí, pasó a la Dirección General de Rentas (hoy Agencia Tributaria de Misiones). En este último empleo, ya estaba a sus anchas: era Inspector de Almacenes.
Y así fueron pasando los años.

Ismael Ortigoza, Isabel Recalde, Clauda Marisabela, Diego Ismael y Fabio Ismael los tres hijos.


Luego de Claudia, llegaron Fabio y más tarde Diego.
Y luego vinieron los nietos. Claudia es mamá de Matías (7).
Diego con Silvia Morales son padres de Bruno, Catalina y Mateo.
Y Fabio con Florencia Zapata tienen a María Paz y Juan Bautista.
Isabel pudo jubilarse como maestra jardinera y sólo dedicarse al negocio. Pero a veces, está cansada. Ya no asiste a su marido los sábados a la tarde (el almacén abre igual, porque Ismael tiene energías para ello).
El kiosco de la calle Alemania se transformó en el Centro de Almaceneros de Posadas sobre la avenida Santa Catalina y Alemania donde los Ortigoza son muy populares. “Hay lugar para todos. Cuando vino el Hipermercado, algunos decían que nos íbamos a fundir todos. Y no es así. Siempre hay lugar para todos. Hay que saber trabajar y saber competir”, sostiene Ortigoza.


Fueron reconocidos por esa manera de trabajar por los grandes del país.
“La empresa Coca Cola nos invitó a participar en el evento de cuando cumplieron 50 años en el país. Así que allá estuvimos en el Sheraton de Buenos Aires”, señaló mientras hinchaba el pecho de orgullo.
Y lo mismo en las fiestas anuales de la Federación de Entidades de Autoservicios, Almaceneros y Polirrubros (Faba), los Ortigoza dicen presente porque son especialmente invitados.
Es que Ismael siempre ha tenido un lado gremial en su accionar en pro del rubro y la actividad. Esa habilidad innata para los negocios siempre ha venido acompañada con la simpatía natural y la necesidad de asistir a los colegas.

Con los hijos, las nueras (Florencia y Silvia), yerno (Martín) y nietos


Hoy con sus bodas de oro cumplidas, el matrimonio sigue trabajando.
El lunes de carnaval, tras dos semanas de vacaciones, ya estaban abriendo. ¿Era feriado? No importa. Los Ortigoza como muchos otros trabajadores estaban haciendo lo suyo.

Los almacenes en todos estos años dejaron de serlo y pasaron a tener góndolas y ser autoservicios. Pero en esencia, poco cambió. El trato cercano, el conocer a los clientes no varía con el tiempo. Y de eso se trata en el Centro de Almaceneros Ortigoza.

Ahora como hace 50 años.

Recibiendo una bendición del acólito que estuvo en su festejo.
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