El 6 de abril de 2013 ocurrió un hecho atroz en la provincia, se trata del femicidio de la estudiante de 23 que aún diez años después, no obtuvo resolución. El crimen moviliza a toda la comunidad que jamás callará el grito de justicia tanto para Lucía como para las demás víctimas del abusador serial que todavía no fue identificado.
Lucía Maidana tenía 23, era oriunda de Capioví y se mudó a Posadas para seguir la carrera de sus sueños, la licenciatura en Comunicación Social. En ese entonces le faltaban tan solo dos materias para recibirse. Otra de sus grandes pasiones era la gastronomía, había comenzado su primer año de carrera para chef.
La joven era la menor de cuatro hermanas, ella vivía con su hermana Felicitas en un departamento de la calle Estado de Israel 3495 pero por cuestiones laborales ésta tuvo que mudarse a Buenos Aires. Por lo tanto, Lucía se encontraba sola en su hogar.
El 6 de abril del 2013 Lucía tomó su celular para enviarle un mensaje a sus amigas para avisarles que un joven con el que tenía planeado tomar mate por la tarde, no había llegado ni había respondido sus llamadas. A pesar de esto, confirmó que más tarde iría a la casa de una de ellas para arreglarse juntas e ir a bailar, ya que ese día era sábado.
La estudiante se había cruzado alrededor de las 20:30 con una vecina que también era estudiante y a las 20:50 envió a sus amigas el último mensaje. Cerca de las 22, vecinos de la pensión notaron que de la habitación donde vivía la joven salía humo, rápidamente decidieron dar el aviso y otras personas que presenciaron el hecho se acercaron al lugar para tratar de apagar las llamas mientras esperaban a los bomberos y la policía.
El cuerpo de Lucía se podía observar desde el departamento II, en primera instancia se creyó que el incendio fue accidental pero no fue así, el incendio tuvo dos posibles focos: el colchón y un ropero. Horas después, los médicos forenses terminaron por confirmar el horror que padeció la joven esa noche: presentó un corte en el rostro y cinco golpes en la cabeza proporcionados con un martillo, también traumatismos por abuso sexual. La causa de muerte fue la inhalación de monóxido de carbono y el fuego que afectó su rostro, torso y piernas.
El homicida se había tomado el tiempo para incendiar un colchón y un ropero con el fin de eliminar las pruebas, el abandonó a Lucía en un estado de agonía. Al escapar cerró la puerta de la habitación y por la falta de oxígeno evitó que el fuego consuma la pieza y el cuerpo en su totalidad.
Después de que los bomberos controlaron el incendio, durante la noche el departamento quedó a resguardo de la policía. Al otro día cerca de las 13.30 con los resultados de la necropsia recién se empezó a investigar como un homicidio. Según algunos detectives expertos consideran que esta decisión se trató de tiempo perdido para la investigación y que trajo como consecuencia una gran ventaja para el femicida.
El Juzgado de Instrucción Uno trató de avanzar desde ese punto, el mayor problema es que no se encontraron pistas que revelen la posible identidad del autor del crimen debido a que no hubo testigos que hayan visto a alguna persona entrar o salir del departamento de Lucía. También se realizó un intenso rastrillaje en el cauce de un arroyo próximo al lugar del crimen, con el objetivo de encontrar el arma homicida, finalmente no hubo resultados positivos.
Al principio, los investigadores centraron sus sospechas en el joven con el que Lucía debía encontrarse esa tarde. Rápidamente quedó descartado como sospechoso debido que al momento del crimen una cámara de seguridad lo ubicó en una parada de colectivos, camino a la casa de sus amigos. También los efectivos allanaron su casa junto al juez de Instrucción Cardozo pero no encontraron nada comprometedor.
El único sospechoso fue Nicolás Sotelo quien también era estudiante de la carrera de Comunicación. Él era vecino de Lucía y según Felicitas -la hermana que vivía junto a ella- no tenía una buena relación tanto con ella ni con su familia. Sotelo Permaneció preso durante 21 días hasta que las pruebas de ADN desestimaron que él haya sido el abusador de la joven. Aún lucha por la desvinculación de la causa a pesar de que la investigación con el paso del tiempo se alejó cada vez más de su persona. Se terminó por develar que los cotejos de ADN tanto en Lucía como en otras causas de abuso tenían un patrón en común, por lo tanto, se comenzó a hablar de un abusador serial.
El abusador serial que aún no tiene identidad
La única posibilidad para hallar al asesino hoy en día es la pista genética. Se estableció que se trataría de un sujeto alto de entre 1,85 y 1,90 de estatura, fornido y por sus habilidades se especuló que en ese entonces no superaría los 30 años de edad. Otra certeza es que el femicida era un estudiante de Humanidades, debido a que posiblemente conocía a Lucía de ese ámbito, asimismo, se supo mediante el ADN que atacó sexualmente a otras tres estudiantes de la facultad, a una de ellas casi la mata.
Dos de esos ataques ocurrieron tres años después del femicidio, las víctimas fueron estudiantes provenientes de Eldorado las cuales cursaban sus carreras en la Facultad de Ciencias Sociales de la Unam. Con estos dos primeros casos surgió la hipótesis de un violador serial, que luego fue confirmada científicamente.
En la madrugada del 3 de enero del 2016, en el albergue de la facultad ocurrió el ataque sexual. Todo se desarrolló mientras la joven se estaba duchando en un baño compartido, fuera de su departamento. Al momento de salir para volver a su pieza, la cual estaba sin llaves, fue atacada por el abusador que la siguió desde la calle. El femicida le propinó un golpe con un ladrillo y la llevó a la pieza donde la abusó sexualmente. Según la denuncia, él le dijo a la joven que la conocía de la facultad y que por eso le convenía guardar silencio.
El otro caso ocurrió el 10 de marzo en el primer piso de un departamento en la intersección de Tucumán y Roque Sáenz Peña. El agresor se metió a la habitación por el balcón, escaló un árbol y una estructura de cemento del tendido eléctrico. Cuando se encontró con la víctima utilizó un cuchillo para amenazarla, la maniató y luego concretó el abuso ahorcándola con un cordón. La joven mencionó que el atacante la dijo: “Que no se te ocurra denunciar a la Policía ni a nadie, que la única que va a pasar vergüenza sos vos”.
En 2018 se conoció el último ataque por parte del abusador, la víctima era una alumna de Ciencias Económicas, ella fue atacada cerca de las medianoche del 23 de febrero. El lugar del hecho fue sobre la calle Líbano, también en el barrio El Palomar. La joven describió que se dirigía a la casa de una compañera y de repente en la oscuridad de la zona fue abordada por el abusador. No existen muchos detalles de este último caso ya que hasta ahora la víctima no recuerda lo que pasó, ella fue agredida con mucha violencia. Esta actitud por parte del atacante se relacionó con el enojo que poseía debido a que semanas antes se había conocido públicamente que había un violador serial suelto.
La joven completamente ensangrentada y al borde del desmayo se refugió en la galería de una vivienda. Una testigo en su momento comentó: “Estaba encerrada, en eso escucho un golpe contra la pared seguido de gemidos y llantos. Pensé que era un perro, sonaba así. Por eso abrí despacio la puerta y me quedé paralizada al ver a la chica tirada toda ensangrentada”.
El autor casi perpetuó su segundo femicidio con este último caso. La vida de la estudiante corrió riesgo durante días y precisó una operación en el cráneo debido a que la golpeó contra la pared.
Las voces que luchan constantemente
El pedido de justicia por su muerte es grito del departamento de Comunicación Social, Educación Especial de la Unam y marchas feministas desde los inicios del caso. A una década del femicidio la comunidad estudiantil convoca a todo el mundo a realizar una marcha en la plaza 9 de julio con el objetivo de que este caso no continúe impune, también para recordar a Lucía y avivar la voz de las demás víctimas que esperan encontrar al responsable para que pague por lo que les hizo.
Como todos los años los docentes, estudiantes y la comunidad educativa se hacen presentes vestidos de negro, con pañuelos negros y velas para recordar a su compañera. También con carteles que expresan la necesidad de que el caso tenga una respuesta por parte de las autoridades.
Elena Maidana ex profesora e investigadora de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam fue profesora de Lucía y siempre participó de manera activa en las marchas. En un diálogo con el Territorio expresó desazón y dolor porque el crimen continúa impune. “Se van a cumplir este 6 de abril diez años del femicidio de Lucía Maidana, alumna de Comunicación Social. Fue alumna mía, alumna nuestra, anduvo por estas aulas, caminó por estos pasillos”.
Maidana añadió. “Lo doloroso del femicidio de Lucía -como de otros- es que sigue impune. En ese sentido, vale resaltar la necesidad urgente de la reforma del Poder Judicial para que administre justicia con perspectiva de Derechos Humanos, de género y de infancia. Urge que estos crímenes se esclarezcan. ¿Quiénes son los culpables? ¿Cómo es que después de diez años no se ha podido avanzar? ¿Por qué? ¿Qué pasa ahí?”, esas preguntas no dejan de resonar en el pensamiento tanto de la docente como del resto de la comunidad.
La investigadora concluyó la idea. “Ahí es cuando uno ve que estos son crímenes de poder por partida doble, triple y más; ya que intersectan casi siempre el poder patriarcal, machista, con el poder de clase, con el poder económico, con el poder político. Hay otros asesinatos que rápidamente son esclarecidos. Bueno, los crímenes de género llevan su tiempo o terminan más de una vez impunes”, sentenció.
Las investigaciones del caso por parte de la Justicia son llevadas a cabo por la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial y la Policía de Misiones, quienes primero buscaron al asesino en silencio. Sin dudas es una gran deuda a la comunidad, los hechos siguen impunes y no se descarta que el femicida y violador serial pueda volver a atacar en cualquier oportunidad.
En esa línea, en la actualidad ante cada caso de violación que se da a conocer, se activa inmediatamente un protocolo para establecer si no es el asesino. Pasado este tiempo los investigadores no pueden descartar que esta persona al que se le conoce sólo su patrón genético, esté presa, se haya de la provincia o peor aún, que se haya muerto sin pagar por los actos atroces que cometió.
Varias manifestaciones y un solo pedido: Justicia
El 6 de abril se desarrolló una marcha pacífica en la que participó un gran número de personas, todos reunidos con un mismo propósito, exigir justicia por el femicidio de Lucía que aún 10 años después, sigue impune. Entre los presentes se encontraban miembros de la comunidad de la facultad de humanidades, grupos de diferentes luchas contra la violencia hacia la mujer, personas que empatizan con el caso y demás.
Este acto fue emotivo, todos vestían de negro y recordaron a la joven asesinada encendiendo velas, con carteles y al grito unísono de “Lucía Maidana, presente”.
Esta no fue la única manifestación, en el marco de los 50 años cumplidos de la Universidad Nacional de Misiones se realizó una intervención en la que participaron docentes y estudiantes de la tecnicatura y licenciatura en Comunicación Social, carrera que cursaba Lucía en ese entonces. Otra vez resonó el grito de pedido de justicia por la joven y dejó en claro que no se olvidará este caso hasta que tenga una resolución, la lucha continuará y siempre será recordada.
También desde las aulas de la facultad de humanidades en donde se cursan materias de Comunicación Social, se dejó una silla libre en cada oportunidad como un recuerdo constante de lo sucedido con Lucía, para que jamás se olvide que falta una compañera más en las aulas. Asimismo, para que los nuevos estudiantes que ingresan a la carrera puedan tener en su memoria a la compañera que no tuvo la oportunidad de continuar con sus estudios debido a que fue brutalmente asesinada y aún a día de hoy, no se sabe quién fue el culpable.
Notas e informe: Sofía Cabrera