El autor de esta nota cuenta su experiencia como votante. Y lo frustrante de haber cumplido con la ley, pero del otro lado, nunca tuvo una compensación. Lo han paseado por toda la ciudad y ahora, ya en los límites de la misma, piensa -no sin ironía- si no lo tocará ir a votar en Corrientes
Me mudé a mi actual casa en 1989 y como ciudadano responsable, hice mi cambio de domicilio. Di de baja mi dirección del centro de Posadas donde alquilaba. Desde esa fecha hace más de tres décadas, en mi DNI aparece mi actual calle y número. Para tirar algunas coordenadas, algunos lo llaman barrio La Cumbre y otros, Alta Gracia. Cualquiera (de los dos nombres) es hermoso. Muy cerca del -atentos con el dato- Instituto Adventista y del colegio Janssen.
Recuerdo que las primeras votaciones me tuve que trasladar hasta la escuela 645 Ejército Argentino. La única línea que unía mi barrio y ese distante lugar era la número 13 de Tim Muniagurria. Era un paseo citadino igual que La Jangada actual (pero menos entretenido).
No tenía lógica.
Desde ese entonces, nunca -pero NUNCA en serio- pude votar cerca de mi casa. Pese a que esas dos escuelas nombradas antes (una a media cuadra y la otra a tres cuadras de mi casa) han sido siempre centro de votaciones.
Además, están la escuela 674 dentro del complejo chacras 32/33 y la escuela 504 sobre avenida Comandante Rosales y Perito Moreno donde también se vota.
Todas muy cerca de mi domicilio.
Bueno, pues, NUNCA pude votar allí. En ninguna de ellas.
Me han paseado por toda la ciudad.
¿Cuál sería la lógica?
Y, que cada votante pueda sufragar lo más cerca posible de su domicilio. Con el mismo criterio (educativo) se han creado escuelas en diversos barrios. O sea: que la escuela vaya al estudiante. Para que muchos escolares no tengan que andar trasladándose de un punto a otro sino que puedan ir caminando a sus escuelas. Lo mismo.
El domingo pasado, leía en Twitter a mi colega Pablo “May 7 En este día de intensa lluvia y jornada democrática, envío un cálido abrazo peronista al tipo que me cambió de escuela, en el padrón 2023, y me hace votar justo al frente de mi casa. Te amo, mi locooo!!! Sos crack, sabelo. Mi compañera puta ‘e mala. La mandaron a votar allá lejos”.
Suerte para Pablo.
A mi me viene tocando desde hace varias elecciones (que en cada año son al menos tres veces, no olvidemos) la escuela Jesús Nazareno del distante barrio Villa Cabello.
Sí, allí donde Posadas parece terminar en el arroyo Mártires, hasta allá debo trasladarme.
Recuerdo en 2019 fuimos con mi hija menor que también votaba allí. Era (igual que este 2023) un día lluvioso. Pusimos el buscador en GPS. Y nos parábamos (supuestamente) frente a la escuela y ¡no había nada! Ni el GPS podía ubicar la escuela.
Lo más cerca que he estado ha sido la escuela 579 “Fuerza Aérea Argentina” del barrio Malvinas. Y la Escuela 250 de la calle Luchessi detrás de Vialidad Provincial. A varios kilómetros, aclaremos, pero un poco más cerca.
Como lo mío no es solo descripción y queja, quiero acotar que ya tras una elección anterior, me acerqué al Tribunal Electoral para ver si me podían hacer un cambio un poco más positivo en términos de cercanía.
“No, señor. No se puede hacer nada. A lo sumo (como una graciosa concesión) puede escribir a este correo electrónico”, me dijeron mientras me pasaban una tirita de papel con el nombre de la cuenta.
Realizado el pedido, sigo votando cada vez más lejos de mi casa.
Estoy viendo los padrones de Corrientes. Por ahí, en la próxima tendré que elegir entre los candidatos de aquella provincia, supongo
Mario Pernigotti