Era una de las integrantes de la Corte misionera. Pero durante muchos años, fue “la” fiscal del poder judicial. Falleció el martes 23 de mayo. Una santafesina que llegó en 1974 a la provincia. Y no se fue más
Era una persona pequeña, de apariencia discreta y de voz suave. Pero una vez que se ponía a hablar, la cosa cambiaba. Allí, todos los acusados empezaban a temblar.
Se la conoció muchos años como fiscal, esto es, la persona que defiende a la sociedad y debe realizar -en nombre de ella- la acusación contra alguien acusado por algún delito. Como su fuero era el penal, las cuestiones que Liliana Mabel Picazo trataba siempre eran sobre muertes violentas.
Muchos abogados e integrantes del foro lo decían: “Si vas a tener un juicio en contra, rogá para que no te toque la Picazo de acusadora”.
Y era cierto.
«Conozco la prueba de punta a punta porque me involucro en la investigación, me paro y hablo».
Esa era su frase.
Y Liliana Picazo se largaba a hablar. Y los acusados temblaban.
“Siempre fue una persona muy sarcástica y eso implicaba inteligencia”, la recordó Rosana Pía Venchiarutti, la actual titular del Poder Judicial de Misiones y colega de Picazo.
En 1994 se realizó el primer juicio oral transmitido por televisión en Misiones.
Una joven (Marta Karina Silva) apareció muerta sobre la ruta 12 y varios jóvenes estaban acusados del homicidio. Allí la conocimos en vivo y en directo a Picazo.
El juicio oral se realizó en las instalaciones del Círculo Médico de la calle Rivadavia. El viejo canal Telsat se encargó de difundir las imágenes y audio.
Quien esto escribe hacía sus primeras armas en el periodismo y seguía la transmisión desde la redacción de El Territorio.
Naturalmente, el caso atrapaba a todos por la temática. El viejo zorro de redacción que era Carlos Correa dio su veredicto antes que el jurado. “In dubio pro reo” anunció. Y José María “Cachilo” Arrúa acompañó su voto.
Y así fue.
Pero verla a Liliana era un ejercicio tremendo de cómo debía actuar alguien en el cargo de fiscal.
Era -en verdad- implacable.
Poco tiempo después, su rostro volvió a hacerse popular.
Un niño pequeño va a la escuela. Pasa frente a la casa de un médico en El Alcázar. Encuentra con su amiguito un piolín, lo estira y todo termina estallando. Era un mecanismo para hacer explotar con ciertas similitudes al de las bombas antipersonales.
El médico fue acusado por Picazo. Era un peruano que (aunque había elementos convergentes para pensar en su responsabilidad) pudo zafar debido al famoso principio “en la duda, a favor del acusado”.
La que no quedó conforme fue Liliana Mabel Picazo quien apeló y consiguió reabrir la causa. Tarde. Porque el peruano ya se las había picado y estaba en su país de origen. Pero ella había cumplido con su palabra dada a la familia del menor fallecido.
El padre de este menor (conocido como el ‘Pelado’ Brítez) se expresó así: “Nos dolió mucho enterarnos sobre su pérdida, pero son cosas de la vida. Y ella fue sin dudas una excelente persona, seguro está en el cielo con mi hijo Daniel. Siempre tuvimos una muy buena relación con ella. Realmente se comprometió con el caso de mi hijo. Trabajó muy duro para que se esclarezca el caso de mi hijo”.
En el 2017, el a la sazón gobernador Hugo Mario Passalacqua elevó sus pliegos para que se aprobara su designación como integrante del Superior Tribunal de Justicia.
Aunque ya padecía de una enfermedad neurológica durante la pandemia, siguió trabajando.
Hasta ayer 23 de mayo de 2023.