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viernes, noviembre 22, 2024

Le rodearon la casa con edificios altísimos pero no se mudó

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Lo presionaron, pero el cubano Orlando Capote se negó a vender su casa y quedó atrapado entre gigantescos edificios de Miami. Reside hace 34 años en Coral Gables, Florida y rechazó ofertas para irse. Dijo que no y le hacen la vida imposible. Pero el hombre (como en una vieja película de Spielberg) resiste: su casa pequeña rodeada de gigantes edificios

En 1989 Orlando Capote se mudó con sus padres a una calle tranquila y soleada en el suroeste de Miami, precisamente en Coral Gables, Florida. Él jamás imaginaría que casi 25 años después, su propiedad entraría en una enorme disputa con un gran consorcio inmobiliario.

“Cuando llegamos a este país en 1969, la renta era como de US$150 o US$200 al mes, pero subía y subía. Y mi papá siempre quiso tener una casa. Es el sueño americano y uno trabaja para alcanzar ese sueño”, contó Capote a la BBC Mundo con nostalgia al recordar el esfuerzo que realizó su familia. Su historia de resistencia ante los gigantes recordó en forma llamativa a la película de ficción Milagro en la calle de Steven Spielgerg que se adelantó tres décadas a lo sucedido por Capote y su casa (ver más abajo).

Orlando Capote.

“La compramos los tres, mi mamá, mi papá y yo”, explicó el propietario de la modesta vivienda de un solo nivel en la calle de Coconut Grove Dr, a unas cuantas calles del centro de Coral Gables, una ciudad del condado Miami-Dade que cuenta con residencias valoradas en millones de dólares.

Actualmente, Capote no tiene a ningún vecino conocido. Ahora vive rodeado de los imponentes edificios de The Plaza, un desarrollo inmobiliario de $600 millones de dólares, que incluye un hotel de 242 habitaciones, restaurantes, tiendas exclusivas, oficinas y departamentos de alta gama.

La modesta casa ubicada en el medio de los grandes edificios de Miami.

“Somos inmigrantes. Mis padres dejaron todo en Cuba para traerme. Trabajaron mucho para conseguir la casa. Aquí nos quitaron el sueño americano y se lo dieron al desarrollador”, lamentó el ingeniero de 64 años quien además agregó que el gobierno de Coral Gables dio todas las facilidades a una firma inmobiliaria a costa de sus derechos y de su acceso a los servicios públicos que todo residente de la ciudad tiene.

La propiedad de Orlando limita directamente con edificios de hasta diez pisos que evitan que les llegue la luz del sol y la brisa. Incluso, la vista al frente de su casa está cubierta por unos maceteros de gran magnitud que pertenecen al desarrollo inmobiliario. Capote llama a estas estructuras como “los ataúdes”.

El ingeniero permaneció firme después de casi dos décadas de disputas y presiones. Sin importar lo que ofrezcan, comentó que está más decidido que nunca a no marcharse. Capote busca conservar la casa que compraron sus padres a pesar de los miles de intentos inmobiliarios de que se vaya.

La casa de los Capote en el 2014 era la única vivienda del bloque que seguía en pie.

El gran cambio en Coral Gables

En los últimos 20 años Coral Gables creció de una manera exponencial, se construyeron enormes torres residenciales y comerciales en la zona financiera que se hace llamar la Ciudad Hermosa (City Beautiful). En la misma, se destacaban los bloques de concreto cuidadosamente ajardinados, que contrastan con las calles densamente arboladas con casas de un solo nivel en los alrededores del sector comercial.

Orlando y Lucía Capote junto a su hijo también llamado Orlando, se establecieron en una de estas zonas residenciales en 1989. Hasta el inicio de la década del 2000 estaban rodeados de vecinos que de a poco comenzaron a marcharse debido a las nuevas obras que se planificaron para el lugar.

Coral Gables.

Primero, se instauró un conocido inversionista llamado Rafael “Ralph” Sánchez, un cubano-estadounidense. En ese momento aprovechó el frenesí inmobiliario de Miami como otros desarrolladores, para construir condominios y proyectos comerciales. En consecuencia, en 2004 empezaron las compras de terrenos en el bloque donde vivían los Capote.

Las demoliciones para la concreción de estas ambiciosas y nuevas obras iniciaron un año después, según datan los registros públicos del condado. Para el 2007, en el bloque sólo quedaba la casa de la familia de inmigrantes cubanos y un edificio que iba a ser demolido. El mismo se trataba de un antiguo edificio de la ciudad que permanecía protegido por su enorme valor histórico.

La ciudad de Florida antes de 2005, el recuadro amarillo indica la casa de Capote.

El inversor presentó durante ese año su codicioso proyecto que incluía 42 villas en edificios de tres niveles, con un precio de $1,9 millón de dólares cada una, y con el estilo mediterráneo que le dio a toda la ciudad el fundador de Coral Gables George Merrick.

“Merrick creía que todos merecían vivir en un entorno hermoso que encajara en el entorno natural”, expresó Sánchez en 2008 al South Florida Business Journal. En esta línea, el inversionista agregó: “Sus planes para crear este entorno en Coral Gables incluían paisajes exuberantes, entradas y plazas artísticas y viejas calles empedradas españolas, planes que hemos revivido”, afirmó Sánchez.

La misma ciudad pero en 2005.

A pesar de que este gran cambio se concretaría tarde o temprano, la familia Capote se mantuvo firme y rechazó cualquier oferta de compra. El valor sentimental que tiene la propiedad, supera cualquier monto de dinero que se les ofreció.

El cubano Orlando Capote fue registrado al posar frente a su casa, aledaña a un megaproyecto de construcción comercial, en Coral Gables (Florida, EE.UU.). EFE/Emilio López

Rechazar una gran propuesta

Como ingeniero profesional, Capote no sería ni un ingenuo en cuanto al mercado inmobiliario de Miami. De hecho, el hombre contó que su lema es: “Prefiero hacer un trato con el diablo que con un desarrollador inmobiliario, porque el diablo va a honrar su contrato, y del desarrollador nunca se va a saber”.

Él no se dejó impresionar por las adquisiciones y ventas de sus alrededores. “En 2004, la mitad de las personas que vivían aquí rentaban. Los dueños eran inversores. Cuando vieron la burbuja de 2006, era la oportunidad de venderlas”, relató.

El distrito comercial de Coral Gables al centro,

Capote continuó: “La otra mitad tenían sus razones como herencias u oportunidad de hacer una venta. Les convenía a ellos hacerlo”, reconoció el ingeniero experimentado.

Además, el problema de Capote en ese momento era su delicada situación familiar. Su padre se encontraba enfermo y frecuentemente tenía que ser internado en el hospital. Por lo tanto, la familia iba y venía constantemente de la clínica. “Una de esas noches de ir y venir, un agente inmobiliario toca la puerta y quiere comprar la casa. Mi mamá le explicó que su esposo estaba en el hospital, pero a él parecía que nada le importaba. Esa experiencia es parte de que no creemos en nadie”, recordó el ingeniero.

Orlando ayuda a su madre Lucía a desplazarse.

La firma inmobiliaria de ese entonces, les había ofrecido más de $900.000 dólares por la propiedad, pero la rechazaron tajantemente sin importar la gran ayuda que representaría esa suma de dinero.  “En ese momento, con mi papa y su situación en el hospital, y yo oyendo y preguntando lo que valían las casas, no había forma de que pudiera hacerlo. Cuidar a mi papá, buscar casa, mudarnos… Después de todo nos tomó 20 años encontrar esa casa”, justificó su elección Capote.

Esto no impidió que la obra continúe, las demoliciones en los alrededores siguieron para preparar el terreno de gran complejo que se levantaría en el lugar. Pero en el 2008 estalló la crisis financiera provocada precisamente por una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.

“Nos hubiéramos quedado como el gallo del Morón: sin plumas y cacareando”, citó Capote un viejo refrán cubano al referirse al perjuicio que hubiera sido si vendían su casa en ese entonces.

Una lluvia de ofertas sin éxito

Antes de ver la demolición de las casas situadas alrededor de la suya, el padre de Orlando falleció, y durante unos diez años, la casa solitaria quedó en medio de un terreno de 2,8 hectáreas en el que no pasaba mucho.

Por otra parte, el proyecto de Sánchez fue retomado y modificado por el desarrollador inmobiliario de Agave Holding, una firma con capital riesgo que adquirió el terreno del bloque y otro cercano de casi una hectárea.

La única casa que se mantuvo en pie.

También retomaron las ofertas por la casa de los Capote. “En 2013 fue cuando tres muchachas vinieron a la casa y querían que firmara que le íbamos a venderla. Yo les dije que no. Era más joven, tenía más testosterona, más adrenalina y exploté. Pero mi mamá dijo ‘No, no tires la puerta, habla con ellas'”, comentó Orlando.

“Yo les dije ‘No te voy a firmar esto ni te voy a firmar nada que ustedes nos traigan'”.

A pesar de dejar en claro que rechazaría cualquier propuesta, las ofertas no cesaron. Le dejaron a Orlando una posibilidad de un intercambio que incluía otra vivienda cercana y un vehículo.

Pero el ingeniero resultó más astuto. “La propuesta era legalmente deficiente. Se lo di a varios abogados que dijeron que esto no era legalmente obligatorio. Y no era tanto una oferta, sino una trampa para que la ciudad viera que estábamos negociando”, señaló Capote.

Él sospechó que todo eso era un plan para las gestiones de cambio de uso de suelo, las modificaciones de las calles y el entorno para el nuevo proyecto. Pero al haber un residente con una casa unifamiliar, se generaban problemas para esos cambios.

Cinco años de obras alrededor de su casa

Más adelante, en 82019, mientras Capote luchaba ante los comités de gobierno de Coral Gables para defender los accesos a su calle y el callejón trasero, se inició la masiva construcción de The Plaza Coral Gables y los otros desarrollos de Agave Holdings que llenaron de maquinaria pesada, ruido, polvareda y cortes viales a todo el bloque.

En consecuencia, ocurrió un hecho atroz para el residente de la calle Coconut Grove Dr. “El 18 de noviembre del 2019 mi mamá se cayó en la cocina”, recordó Capote mientras contenía las lágrimas.

Ambos soportaban las construcciones alrededor de su casa.

“No la podía levantar. Ahí fue que llamé al rescate y vinieron por detrás de la casa. Naturalmente no podían llevarla por atrás, tenían que venir por delante. ¿Por qué no podían venir por delante? Porque había un equipo grande de construcción delante de las puertas que se supone daban acceso a la casa. Entonces tuvieron que aproximarse a más de 60 metros y pusieron a mi mamá en una camilla para llevarla hasta la esquina”, continuó Orlando.

Lucía Capote finalmente fue internada en un hospital y luego trasladada a rehabilitación. Nunca más volvió a su casa. “No pudo volver”, expresó con dolor su hijo al haber pasado por tal experiencia.

Lucía Capote no pudo volver a su casa luego del accidente.

Bajo este contexto, el residente denunció que su derecho de acceso a los servicios de emergencia fue violado al estar bloqueada su calle. También que existieron modificaciones indebidas en el callejón de servicio trasero que impidieron el rescate de su mamá. Además, advirtió que fueron violadas las normas contra incendios.

Pero todos sus argumentos en las audiencias públicas del gobierno de Coral Gables, en las que también participó el desarrollador inmobiliario, fueron desestimadas sin justificación alguna, aseguró el hombre de 64 años.

El gobierno de la ciudad se pronunció al respecto cuando fueron consultados por la BBC Mundo con respecto al caso. “Los temas planteados han sido revisados ​​e investigados extensamente” expresaron, además dejaron en claro que el desarrollador obtuvo los permisos necesarios por parte del condado Miami-Dade.

Por otra parte, Orlando recordó que, por ironías de la vida, años atrás fue asignado a un proyecto para abrir una vía de acceso a los bomberos en las instalaciones de una estación del Metro de Miami. “Cuando yo fui al hospital, a la zona de cuidados intensivos donde estaba mi mamá, en la entrada, al lado mío, estaba el jefe del Departamento de Incendios de Coral Gables. El mismo al que le mandé tantas cartas por el cierre de la calle antes de que cayera mi mamá”, recordó el ingeniero.

En 2019 inició la gran obra.

Orlando continuó. “Le dije ‘Mire, adivine quién fue el que le hizo el papeleo para que usted tuviera su camino a la entrada de incendios. ¿Adivine quién hizo eso?’. No creo que los bomberos de la ciudad de Coral Gables sean los responsables. Pero esa fue una de las ironías y coincidencias de la vida”.

Nadie podrá sacar a Orlando de su casa

Estas duras experiencias por las que pasó debido a que se negó rotundamente a ceder su propiedad, han hecho que Orlando sea más fuerte y se respalde en base a una gran determinación de defender su casa, su propiedad. “Me han preguntado si me he vuelto cínico. No tienen idea de cuán cínico me he vuelto. Pero de cierta forma nunca he perdido la fe. Después de todo, este es un país de leyes. Y hay que seguirlas. Si no se destruye la ciudad, el condado, el país”, determinó Capote.

Una buena noticia para el único residente en los alrededores es que las molestias de la construcción ya han terminado. Pero aún existen otras complicaciones, como los ‘malabares’ que tiene que hacer para entrar al callejón habilitado por el desarrollo inmobiliario para darle acceso a la parte trasera de su propiedad.

Hoy el sol solo entra al mediodía en su casa, mientras que el resto del día solo existen la oscuridad gracias a las sombras producidas por los grandes edificios que la rodean. Otra de las tantas consecuencias que trajo convivir en medio de esta gran estructura, es que el árbol de mangos que Orlando plantó en su jardín delantero, este año dejó de dar frutos. Además, tiene problemas para efectuar la recolección de su basura, un derecho que tiene cualquier vecino de Coral Gables. Finalmente, para completar la racha de complicaciones, a centímetros del límite de su propiedad está por abrir un bar que, según la ley, podrá permanecer abierto hasta las 2 am.

“Si el gobierno te quita algo, tiene que hacerlo a través de un procedimiento debido y con una compensación justa. Las auditorias no siguieron el procedimiento correcto. Nos quitaron el derecho en un proceso que no era legal. Nuestros derechos de luz, de aire, de visibilidad, nos los han quitado”, manifestó Capote que poco puede hacer a esta altura.

La sombra que producen los edificios en la casa de Orlando.

Capote nunca dejó de mencionar que se quedará en su casa, aseguró que mientras pague sus impuestos y cumpla con las leyes de Coral Gables, la propiedad seguirá siendo suya y nadie podrá sacarlo de ella. Su vivienda, ya sea por terquedad o por una razón que sólo él entienda, nunca estará en venta.

Cuando la ficción se adelanta y es profética

En 1987, desde la ficción, Steve Spielberg, mostró en Milagro en la calle 8 (Batteries no included, en el original) una situación profética similar a esta. Un par de ancianos quería ser obligado a dejar el edificio porque iban a construir uno más grande. A diferencia de los Orlando ya no tenían a su hijo para que los defienda.

La película que apostó a una mezcla de sentimientos (igual que Capote, los ancianos resisten) y tecnología que ayuda, con la llegada de unos pequeños platos voladores que vienen en ayuda de los ancianos y demás ocupantes del edificio.

“Déjame a mí en mi casa, con mis recuerdos y con la mata de mango que ya no da mangos”, concluyó el hombre de 64 años que soportará vivir en una propiedad llena de complicaciones por el resto de su vida.

Orlando se mantendrá firme y protegerá la casa de sus padres.

Fuente: BBC

Investigación: Sofía Cabrera

Edición: MAP

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