El autor de esta nota, Claudio Valerio, explica los orígenes de un juego que fuera muy popular por años. Una pequeña manija de madera, un hilo y una bola con un agujero de igual grosor que la punta de la manija y que se sujeta al hilo. ¿El desafío? Colocar la bola dentro de la punta de la manija mientras se usa una sola mano
Si mencionamos “un balero” podemos referirnos a un dispositivo mecánico que, principalmente, se lo utiliza para reducir la fricción entre un eje y los elementos que están en contacto con él, que se conectan con un sistema de operación, para facilitar la transmisión y desplazamiento, brindando, además de apoyo, una reducción al desgaste de las piezas en un automóvil, una máquina industrial, o mismo un juguete.
Pero al balero también se le puede conocer como rúleman, rulemán, rolinera, o bien rodaje. Para todos los casos los habrá de bolas, de rodillos, y de agujas.
Básicamente, el balero consiste en dos anillos, uno interno y otro externo y entre ellos se colocan elementos rodantes, que son bolas idénticas de acero endurecido, que tienen la función de reducir la fricción de rotación.
El balero tiene sus orígenes con Leonardo da Vinci, quien sintió la posibilidad de crear un tipo de “balero primitivo”; aunque la primera patente se atribuye a Philip Vaughan de Carmarthen (Gales), en 1794.
¿Pero qué son los baleros juguetes? ¿En qué consisten?
Este juguete, devenido un excelente juego, está compuesto de tres partes, que son:
• Un palo, normalmente de madera
• Una bola (mazo) de madera , plástico u otro material, con un hueco (o varios), en donde el palo calza perfectamente.
• Una soga, o cuerda, o cabo, que une a ambas piezas.
El juego consiste en llegar a incrustar la parte delgada del palo al hueco del mazo.
Gracias a este juego, una persona puede perfeccionar sus sentidos, dado que se requiere habilidad para meter o encestar con el palo al agujero que está en el mazo.
A este tradicional juego, practicados en varios países, se lo conoce por distintos nombres; en Argentina, Ecuador, México y Uruguay, se le llama balero; en Chile, emboque; en El Salvador y Guatemala, capirucho; en Venezuela, perinola; en España, boliche; en Japón, kendama y bilboquet en Francia.
El “Bilboquet” se cree que sus orígenes provengan de su nombre en francés (bille, bola de billar, y bocquet, a la punta de un dardo), o receptor de Bilbo… En la corte del rey francés Enrique III (siglo XVI), éste solía jugarlo mucho, por lo que sus Bufones y favoritos lo imitaban. También se lo jugaba en el reinado de Luis XV.
El juego se realiza generalmente entre dos personas, en donde cada jugador, en su turno, con movimiento suave trata de ensartar el mazo, o bola, con el palo; y, si no acierta, pierde su turno y comienza el rival. Si éste sí lo logra, puede seguir ensartándolo hasta cuando falle, en donde comienza el primero otra vez. Y así sigue la rutina.
Antiguamente, los niños jugaban mucho al balero y pasaban varias horas ocupados con este juego, sea cual fuera su edad.
Además de adquirir habilidades, con el juego del balero se ayuda al desarrollo de la imaginación y creatividad de los menores; además de fortalecen el vínculo entre hijos y padres… Dada su tradición, procuremos no olvidarlo y hacerlo popular de nuevo.
Al despedirse, Valerio envía a todos los lectores desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), un Abrazo, y el deseo que la vida sonría y permita prosperar en todo, y derrame sobre cada uno Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.