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viernes, noviembre 22, 2024

Un juego de suma cero

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Para la periodista Mónica Gutiérrez, los debates (de candidatos a Presidente) terminan siendo un show y los golpes de efecto cuentan. Y realiza una enumeración de detalles de la segunda noche de encuentro de los cinco postulantes habilitados para las elecciones del 22 de octubre

Estuvieron más ajustados, más precisos, más asertivos. La experiencia del primer debate les permitió acomodarse mejor a un formato que de tan negociado puede terminar desarticulando la mejor de las estrategias. Tuvieron una semana para respirar hondo y recalcular.

Fueron dispuestos a presentar propuestas y lo hicieron. De manera estricta y compacta desplegaron sus posiciones optimizando los tiempos. Las intervenciones temáticas resultaron concisas y elaboradas.

En cualquier caso, de todo lo que se dijo, se preguntó y se replicó solo quedan rebotando en los medios y las redes las frases más picantes, los momentos más tensos, las palabras más fuertes. Los debates terminan siendo un show y los golpes de efecto cuentan.

“Se te metió la casta adentro” descerrajó Patricia Bullrich a Javier Milei. ¿Crees que vas a poder cambiar algo con tantos chorros dentro de tu lista?.

La candidata de Juntos por el Cambio dió un paso adelante y finalmente se decidió a confrontar con Milei. El libertario quedó descolocado y tuvo un traspié. “Vos también tenés gente que viene de otros lados” replicó errático. Error discursivo. Hizo lugar a lo que se le objeta. La idea de que le están armando las listas y de que está recurriendo para su armado a connotados referentes de lo que él llama “la casta” quedó instalada.

Ilustración de Revora en BaeNegocios

Patricia Bullrich prometió a los suyos mostrarse tal cual es, esquivando a su modo el coucheo y cumplió. Montada en el personaje que más le gusta interpretar, confrontó desde el vamos. Apremiada por los tiempos que la separan del día D parece haber reaccionado frente a la perspectiva de quedar afuera de una eventual segunda vuelta.

Filosa, presentó batalla, disparando hacia Massa y Milei y ocupando a fuerza de frases duras y efectistas el lugar del que se la pretendía desplazar en un movimiento de pinzas que, al menos en el primer debate, pretendían ejecutar Massa y Milei. Les tiró con todo lo que tenía a su alcance.

La existencia de un acuerdo o pacto Massa-Millei sobrevoló el encuentro. Bullrich volvió una y otra vez a disparar contra Massa. El yate de Insaurralde fue y vino navegando en las turbulentas mareas del debate. Massa no se enganchó. “Yo le pedí la renuncia” dijo. Hasta ahí llegó.

El enunciado con el que Massa arrancó “No vengo con chicanas ni a pelear” no lo liberó de la embestida que sufrió por izquierda y por derecha. Nadie le ahorró nada. No hubo un solo dato de la economía que no le hayan revoleado. Massa no perdió la postura frente a la cámara pero no pudo evitar que los colores le subieran a la cara. Inmanejable síntoma de impotencia frente a la golpiza de datos que le propinaron.

“Me gustaría preguntarle al ministro si puede vivir con $124.000 cómo vive un jubilado, bono incluído”, le preguntó la referente del FIT-U al ministro candidato.

Para ese entonces, Massa ya había tenido que atajar las chicanas de Bullrich: “Dijiste que ibas a sacar las papas del fuego y nos hiciste puré”.

“Las coaliciones que gobiernan están estalladas… Otros aparecen como lo nuevo, pero son la vieja derecha un poco despeinada” bajó Bregman. La única candidata que, lejos de condenar el brutal ataque de Hamas, se solidarizó con las víctimas civiles, pero ubicó la responsabilidad de lo que ocurre en las políticas desplegadas por el gobierno de Israel. La mataron en las redes.

“Si los socialistas supieran de economía no serían socialistas, es tu caso Myriam” dijo Milei un tanto destemplado. El libertario, fiel a su estilo, le respondió a Bregman con una descalificación en tren al replicar la defensa de la jornada de seis horas. Estuvo muy cerca de sacarse y volver a ser el mismo. Massa salió a cruzarlo.

“Hasta acá llegaste, deja de faltarle el respeto a las mujeres porque me parece que más allá de que piensen distintos, tienen derecho a opinar distinto a vos, muestra tu rasgo autoritario”. La sobreactuación en defensa del género maltratado no lo eximió de réplicas y recriminaciones.

“Massa, no tenés que defendernos. Nos podemos defender solas”, lanzó Bullrich, quien venía de atender a Milei con una seguidilla de señalamientos. “Insultas a católicos, a judíos y a los longevos les decís “viejos meados”, mostrás motosierras y distribuís violencia entre los jóvenes”, agregó Bullrich.

Massa volvió una y otra vez a la idea de que puede ser el garante de una unidad nacional.

“Quiero decirte que si el 10 de diciembre, Dios y tu voto me dan la responsabilidad de gobernar, Argentina va a tener un gobierno de unidad nacional”. Insistió en hablar directo a la cámara dirigiéndose a la gente, pero su dominio escénico no pareció alcanzar para contrarrestar la andanada de datos económicos y hechos de corrupción que le refregaron en el debate. Contra la cruda realidad, no se puede.

El Milei de este segundo debate arrancó con conceptos duros y argumentos contundentes, pero en el mismo tono de contenida moderación que lo desdibuja. Agotadas las chances de pedir derecho a réplica, tanto Massa como Milei se defendieron con gestos de negación, contrariedad, risitas irónicas o mohines. Son las reglas del juego.

Difícil saber quién ganó y quién perdió en la consideración de la gente. Difícil saber en cuanto influyó este debate en la decisión del voto. Es probable que los candidatos hayan salido esta noche con lo que entraron, jugando un juego de suma cero.

Se cree poco en lo que se dice, en lo que se propone, en lo que se promete. En tiempos tan intensos y complejos como los que corren pesan más las emociones que las razones.

Las opiniones de Mónica Gutiérrez fueron publicadas en Infobae.

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