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martes, noviembre 26, 2024

Safrán: Dolarizar es pura ficción y nada va a mejorar

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“Si alguno cree que cobrará en dólares, debe recordar que también pagará (las cuentas) en esa moneda”, acotó para desinflar expectativas. Un sueldo de 180 mil pesos hoy se transformarían en 180 dólares y con eso habrá que vivir.

El ministro de Hacienda volvió a la Facultad. Fue invitado a Ciencias Económicas donde compartió mesa con otros dos docentes y economistas. Y aunque el salón abarrotado hizo pensar en debate, en realidad hubo más coincidencias que cualquier otra cosa. Los 300 asistentes atacaron con preguntas pero lo que quedó claro fue el concepto que diera el actual jefe de las finanzas provinciales: “La dolarización es ofrecer soluciones imaginarias (dignas de la ficción) que en definitiva no traerán mejores perspectivas para la economía real de las empresas y las familias”, vaticinó Adolfo Safrán.

Para los que -ilusamente- quieren pensar que sus sueldos serán en dólares, el ministro de Hacienda les recordó que también sus cuentas se pagarán en esa moneda. “Los productos y servicios como la luz, el agua, el gas, internet y los combustibles también pasarán a dólares, y además sin subsidios, ya que según la lógica anunciada, la dolarización iría acompañada de la quita de subsidios. En conclusión, todos estos servicios estarían dolarizados y también mucho más caros que en la actualidad”, advirtió el ministro.

Pero el dato más contundente que adelantó impacta. Porque los cambios son tan dinámicos que en los pocos días que pasaron desde que Safrán hiciera el cálculo hasta la actualidad, el ingreso en ‘verdes’ de los futuros argentinos cayó y muy fuerte. Al momento de hacer los números, el ministro estimó: “Si alguien hoy gana 180 mil pesos, pasará a tener ingresos por unos 250 dólares”.

Bueno, ese número quedó atrás. Con la cotización actual, ese sueldo pasó a ser estos días de 180 dólares. Un nivel muy pero muy bajo y que deja a cualquiera el borde de vivir en la pobreza.

Se sabe lo que pasó antes: a fines de los 80, la excesiva emisión monetaria y un permanente déficit fiscal (se gastaba más de lo que ingresaba en el Estado) llevó la suba de precios a niveles casi incontrolables. El precio había que modificarlo todos los días.

Y allí surge “el mago” Domingo Cavallo. Habla de convertibilidad del peso al dólar. En realidad una idea del siglo XIX. Durante los primeros años de la república luego de Caseros, la Argentina había recurrido a una convertibilidad con el patrón oro. O sea, no se usó de “ancla” una moneda sino el tener (o no) reservas en oro metálico que respaldara cada peso que se emitía. Como el oro parecía una cuestión del pasado en 1991, el famoso Mingo cordobés lo cambió por los dólares. Ató la moneda nacional al valor de la moneda norteamericana (1 dólar igual a 1 peso). Una locura total. O como dice Safrán, “solución imaginaria”.

Cavallo le dio ficción a los argentinos y estos se subieron contentos (a los aviones que se iban a Miami) a esa ola que duró unos cuatro o cinco años (el tiempo que aguantó la devaluación del peso y la liquidación de bienes del Estado para respaldar la nueva convertibilidad). “Vendieron las joyas de la abuela”, se graficaba entonces cuando la privatización pasó a ser una palabra de moda.

Pero cuando se acabó todo eso (“Van a vender a la abuela”, siguieron diciendo), empezaron los problemas. A fines de 1995 llegó el Tequilazo una devaluación a la mexicana y poco tiempo después era evidente que la equivalencia 1 a 1 no resistía más.

Brasil que -a la sazón había implementado un plan bastante similar de anclaje de variables económicas para bajar la inflación- vio que no se podía ser rígido. Las micro-devaluaciones eran la mejor solución. También lo venia haciendo Chile. Así se iban adaptando a los nuevos tiempos sin perder competitividad en sus economías.

Los presidentes Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso

Meu amego Carlos, hasta aquí chego“, dicen que le dijo Fernando Cardoso presidente del Brasil a su par argentino Carlos Menem. Y Brasil siguió con baja inflación, mientras hacía micro devaluaciones (no impactan en el bolsillo de la gente ni en la expectativa de los formadores de precios) y manteniendo una alta competitividad que le permitía seguir ganando mercados mundiales.

Argentina ¿hizo lo mismo? No. Menem echó a Cavallo (quien igual no tenía intenciones de devaluar). Y el Banco Central con Roque Fernández le sugirió no salir de la caja de conversión. Todo seguiría igual. Le alcanzó justo para llegar a 1999 y entregar el poder a Fernando de la Rúa. Le pasó una bomba de tiempo con mecha corta. ¿Y qué hicieron de la Rúa y su equipo? Soplar la mecha para que arda mejor.

EN 1999, la campaña política tuvo tres candidatos. De la Rúa, por la Alianza, Domingo Cavallo por las viejas glorias y Eduardo Duhalde.

El primero sacó 50%, Cavallo 10% y Duhalde 40%.

En 2001, De la Rúa convocó a Cavallo y le dijo: “Arreglá este lío que vos hiciste y desarmá esta bomba”.

En realidad ya había explotado.

Interregno: para los que les gusta la ficción, recomendadísima la película La odisea de los giles que retrata ese momento y más aun, el libro que la origina La noche de la usina de Eduardo Sacheri.

La odisea de los giles cuenta la historia de los que apostaron a la producción y perdieron

Ya en 2002, llegó Duhalde (o sea, el resto de la representación democrática de las elecciones de 1999) y puso a Roberto Lavagna en economía y un poco de racionalidad a la cuestión. Devaluación del 40% y a levantar las persianas. Esa devaluación si se hubiera venido haciendo -como decían los manuales de economía- desde 1998 (por decir una fecha) a un 0,5% mensual NUNCA hubiera impactado en la canasta básica ni en el nivel de ingresos de las empresas. Pero la terquedad de los que gobernaron el país entonces hizo que se debiera recurrir a estas medidas extremas y dolorosas.

Para redondear las cuestiones, el ministro Safrán hizo números (es lo suyo). “Expectativa versus realidad: Ingresos en dólares congelados (si es que todavía tenés trabajo), con los servicios públicos en dólares mucho más caros porque no tienen subsidios, con algunos productos exportables más caros porque se exportan sin retenciones, y con productos importados en dólares más baratos (el famoso Todo x 2 pesos), pero que estarán destruyendo la industria nacional”.

Y aclaró al final: “No formamos parte de ninguna ‘campaña del miedo’, Solo buscamos recordar lo que ya nos pasó para aprender del pasado y entender que dolarizar la economía es un pésimo negocio para la gran mayoría de los argentinos y un buen negocio para unos pocos”

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