El domingo 22 de octubre de 2023 puede quedar marcado en la historia del país. Ese día, de los cinco candidatos que se proponen, hay tres que tienen chances reales. Toda una novedad: nunca antes hubo tercios de preferencias. Y quienes van por manejar la Nación saben que las decisiones que tomen puede cambiar el rumbo del país de los últimos 80 años
Cómo explicar al mundo lo que ocurre en la Argentina. Dicen que aquí se tiene todo naturalizado. O sea, los argentinos no somos capaces de ver qué está pasando. Y ha de ser por aquello de que lo único que no ve el pescado es el agua.
El 22 de octubre en Argentina se vota a Presidente y Vice además de cargos parlamentarios nacionales.
Si quien gane, obtuviere 45% o más de los sufragios, ahí mismo se erige como Presidente de la Nación. Para ejemplificarlo, en 2019 Alberto Fernández obtuvo el 47% y no importó que su rival Mauricio Macri hubiera llegado a 41%. Elegido en primera vuelta.
En cambio si quien tuviera la mayoría de los votos supere el 40 por ciento Y ADEMÁS le sacare 10 puntos porcentuales al segundo también será ungido como Presidente. Esto es, si el que ganare llega a 42 puntos y el segundo llegue a 30 puntos, también el mismo 22 de octubre habrá nuevo presidente.
En otras combinaciones, siempre habrá ballotage (o segunda vuelta) entre los dos que obtengan más votos. Esa segunda vuelta tendrá lugar tres o cuatro semanas después. Muchos estiman que será el domingo 19 de noviembre (es la última fecha posible). Pero será en medio de un fin de semana largo. Esta situación puede generar todo tipo de complicaciones, tanto para el movimiento turístico como para los comicios en sí. Lo que lleva a pensar que se puede pasar al 12 de noviembre como fecha deseable.
Si alguien viene del extranjero, y consulta de qué van las elecciones, quizá sirva la descripción de la BBC/Mundo. “En un país con una crisis inflacionaria, el encargado de manejar la economía es el candidato presidencial por el oficialismo.
Una candidata con pasado en la Juventud Peronista apela al voto antikirchnerista (que es el oficialismo, hoy).
Y un libertario sin estructura partidaria, que se refiere a la moneda local como “excremento” y muestra una motosierra como símbolo de su plan de recortar el Estado, aparece como favorito en las encuestas.
Todo esto se infiere a partir de las Primarias de agosto pasado. Una fecha muy lejana cuando La Libertad Avanza de Javier Milei obtuvo 29%. Lo siguió Juntos por el Cambio con 28% y Unión por la Patria con 27%. Esto es, tres contendientes separados por dos puntos.
Y es el único dato concreto que existe porque las encuestas se han hecho famosas en el país: casi nunca aciertan con el margen de error que ellas mismas se dan: más/menos 5 por ciento. Suelen fallar por proporciones mucho mayores.
Como lo dice Rosendo Fraga, se trata de la elección más disruptiva, la que puede producir los cambios más profundos en la sociedad nacional.
En resumen: los argentinos tratarán de resolver -por el voto- el camino a seguir.
