El candidato del oficialismo superó por 7 puntos al libertario, a quien todos (y él mismo) daban como posible ganador. Éste no pudo superar su piso logrado en las PASO. Juntos por el cambio quedó bastante atrás. Las claves para entender el resultado.
En agosto de 2023, Argentina volvió a recurrir a ese suntuoso gasto que se llaman las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. Aún los partidos que compiten con una sola lista (y que, por lo tanto, pueden prescindir de las primarias o internas) acuden a las así llamadas PASO. El oficialismo que presentó a Sergio Massa como candidato aglutinante. Salió tercero como fuerza política detrás del libertario Javiel Milei y de Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio (quien había obtenido 17 puntos a los que se agregaban a los efectos del partido los 11 puntos de Horacio Larreta. De allí que Milei obtuviera 29,86 puntos; el partido de Bullrich sacó 28 puntos y Sergio Massa que compitió internamente con Juan Grabois sumó 27 puntos.
A partir de allí, se armó una ola global donde todo el mundo se puso a hablar de cómo sería la vida de los argentinos dolarizados (uno de los anuncios más provocativos de Milei), mientras en el día a día el dólar se encarecía en cada jornada y los precios no cesaban de aumentar. Luego vinieron los dos debates (1 y 8 de octubre) y allí ya se tuvo una idea clara. De los cinco candidatos, ya se sabía que solo tres tenían posibilidades reales.
Pero llegó el domingo 22 y la sorpresa no fue poca.
“Massa ganó una pelea imposible. Quemó todos los libros de ciencias políticas y armó un caso para la Harvard Kennedy School: cómo ser el ministro de Economía de una inflación de tres dígitos y salir primero en la elección presidencial. Falta el ballotage, pero este domingo habló como un presidente electo, ante un Milei incómodo, que no logró romper el techo que tocó en las primarias. La bala de la campaña del miedo parece haber entrado”, señaló con agudeza Ignacio Fidanza en La política online.
El mensaje de Massa fue “vamos por una Argentina unida donde la grieta no exista más”. No desea nada que huela a cristinismo en su futuro y eventual gobierno.
O como agrega Fidanza: “El peronismo sirve casi para cualquier cosa, menos para subestimarlo, para darlo por muerto. Este domingo no sólo salió primero en la presidencial y ganó por casi veinte puntos la provincia de Buenos Aires, sino que además arrebató a Juntos ciudades emblemáticas como Lanús y Bahía Blanca y lo superó en Santa Fe, corazón del complejo agroexportador argentino”.
Cómo logra dar vuelta los resultados de agosto Massa (sólo había obtenido 22 puntos y los otros seis se los dio Grabois). “Lo ganó con disciplina y sangre fría. Con una campaña que encontró el rumbo con un equipo técnico de asesores que le envió el presidente brasileño Lula Da Silva, logró el milagro de presentarse como un candidato nuevo, casi surgido de las primarias, sensato, metódico, que tenía mucho planes para una Argentina con todos adentro. Un muchacho bien intencionado, trabajador. El yerno perfecto. Eso por arriba, por abajo, el tiburón que apretó al límite las clavijas de cada dirigente importante del oficialismo, con las planillas de las PASO en la mano. Y tenía con qué”.
Y concluye: “Funcionó. El aparato se movió, y en una situación complicadísima, con la economía detonada, el peronismo se acercó a su mítico piso de 40 puntos. Si Massa gana el ballotage, el peronismo tiene nuevo jefe”.