Sin vida social. Alex Batty dejó su Manchester natal con once años al acompañar a su madre y su abuelo a vivir en comunidades neo hippies. En Europa pululan. Vuelta a la naturaleza. No escuelas. No vacunas. Tierra plana y así.
Alex Batty tenía once años cuando aceptó el convite de su madre (que no era su tutora) y de su abuelo materno: vivir sin ir a la escuela, libres, de acá para allá, sin bañarse, sin horarios, comiendo sano (?), sin controles ni educación formal. Y así fue. De España a Marruecos, de allí a Francia y España. Pero un día, se cansó. Y se escapó. “De un lado para otro. Sin amigos, sin vida social. Trabajar, trabajar, trabajar y no estudiar. Esa es la vida que imaginaba que llevaría si me quedaba con mi madre. En las montañas, en medio de la nada. Sin gente de mi edad (…)”.
Así contó en una entrevista al Sun de Inglaterra.
Explicó que su ambición de estudiar en la universidad le impulsó a abandonar su modo de vida en los Pirineos franceses. Allí hay comunidades neo hippies que continuamente invitan a la gente (personas solas y familias) a sumarse a ese estilo de vida.
La abuela y tutora de Alex, Susan Caruana, creía que la madre y el abuelo de Alex lo habían llevado a vivir con una comunidad espiritual en Marruecos. NO estaba errada. Pero luego siguieron deambulando.
La madre lo tenía claro: junto con su propio padre (y abuelo de Alex) eran dos hippies que trataban de replicar lo vivido en los años 60 y así estaban buscando un estilo de vida alternativo y que no querían que Alex fuera a la escuela.
Así pasaron seis años (de 2017 a 2023) hasta que el muchacho tomó conciencia de que ESA vida no era la que él quería.
El relato en el sitio de la BBC Mundo es claro: El lunes 11 de diciembre, hacia medianoche y con su madre en la cama, Alex salió de la granja.
Había llenado una mochila con cuatro camisetas, tres pantalones, medias, una patineta, una linterna, 100 euros y una navaja suiza.
Su objetivo era llegar a la ciudad más cercana, Toulouse, unos 110 kilómetros al norte.
Alex fue recogido por un repartidor que lo vio en una carretera de los Pirineos franceses, cerca de Toulouse, a primeras horas de una mañana lluviosa.
El conductor, el estudiante francés Fabien Accidini, dijo que Alex le había contado que llevaba cuatro días y cuatro noches caminando por los Pirineos, durmiendo de día y caminando de noche para evitar ser visto.
Todo lo que tenía eran 100 euros en efectivo, no llevaba teléfono celular y se dirigía a Toulouse. Se alimentaba de lo que encontraba en campos y jardines.
Fabien acercó al adolescente a Revel, a las afueras de Carcasona, y lo dejó con la policía local que comprobó su identidad y lo llevó a Toulouse antes de organizar su viaje de regreso a Reino Unido.
En su entrevista con The Sun, Alex aseguró que el reencuentro con su familia británica fue emotivo.
“Entré por la puerta y ella [la abuela Caruana] estaba en el salón […] Empecé a temblar y le di un fuerte abrazo”, comentó en la entrevista.
“La casa es diferente ahora, pero sigue siendo igual. La mayor diferencia es que cuando me fui era un niño, pero ahora mido 1,80 y soy demasiado grande para la cama. Es estupendo estar de vuelta. Los servicios sociales y la policía me han ayudado mucho y quiero ir a la universidad”.
Y sí, a un niño de once años se puede engañar. A un joven de 17 es más difícil. En especial cuando conoce algo del mundo en que vive. Arrastrarlo a un estilo de vida fuera del mundo moderno parece ser un plan. Pero a veces hay que consultarlo. EN principio, la madre y el abuelo merecerían una denuncia por abandono de persona. Por más que Alex tuviera 17 tendrían que haber hecho una denuncia sobre su desaparición. Pero fueron egoistas y la dejaron pasar. Si el muchacho hubiera sufrido un accidente y fallecido nadie nunca se hubiera enterado.
Por otro lado, buscar a los iguales, estudiar, tener una pareja, ir a la facultad (o terminar el secundario), ir a la cancha a alentar al United (o al City), reunirse con amigos en un pub y cantar canciones y beber ingentes cantidades de cerveza quizá alguno lo vea como criticable. Pero será la decisión de Alex.
Nadie tendría que haberse arrogado el derecho de decidir por él.
Así que bienvenido a este mundo, Alex