Se llamó Esther Howland y fue una bostoniana religiosa. Vivió en el siglo XIX y popularizó el envío de tarjetas conmemorativas a San Valentín
Todo tiene historia diría Félix Luna. Una simple mujer de Boston (se trata de una zona de gente bien de Estados Unidos) con gran olfato para los negocios comenzó a promover que se usara el intercambio de tarjetas impresas enviadas a través del correo. Esther HOwlands fundó la “Empresa de Tarjetas de San Valentín de Worcester” y empleó técnicas innovadoras como el grabado y el embossing para crear tarjetas ornamentadas que cautivaron el corazón de los estadounidenses. Gracias a su familia vivió entre papeles y libros; su padre era dueño de una gran librería y de una cadena de papelerías, lo cual fue de gran ayuda para conseguir papeles importados, listones y demás enseres para crear delicadas tarjetas que lograron ser tendencia por más de treinta años.
Todo comenzó cuando recibió una tarjeta por parte de un socio de su padre, de origen inglés. Allí las tarjetas que eran más frecuentes en países como Alemania e Inglaterra, llegaron a Estados Unidos y fueron modificadas por Esther, quien decidió mejorar la técnica de manera artesanal e incluirlas en el mercado norteamericano.
Envió una docena de ellas con su hermano, quien comerciaba los productos del negocio de su padre por varios puntos de Estados Unidos. Cuando regresó con las ganancias, las expectativas fueron superadas y entonces Esther Howland decidió producir más. Así nació su negocio, al cual llamó: “New England Valentine Company”.
Howland, creó todo un sistema de producción; al inicio, con sus amigas y después con un gran número de mujeres. Hizo propia una tradición extranjera, tanto que hoy el Día de San Valentín es una de las festividades que más mueve a los estadounidenses. También diseñó un catálogo para que los clientes pudiesen elegir entre más de 130 frases distintas.
Las tarjetas de Esther Howland lograron ser un éxito de San Valentín por su dedicación. La genialidad de Howland radicaba en su capacidad para transformar una simple tradición en una próspera industria.
Se puede decir que con buenos productos (las tarjetas) una ocasión especial (el día de los enamorados) y buena difusión (marketing) logró un éxito que 200 años después continúa más vigente que nunca.