Estuvo retenido en Ezeiza durante un año y ocho meses. Agentes estadounidenses vinieron a hacerse cargo del traslado. Hubo antes del regreso un confuso episodio que incluyó a un diplomático del país bolivariano
Agentes de Estados Unidos se encargaron de llevar a su país un avión iraní-venezolano. La aeronave estaba retenida desde el 8 de junio de 2022 en el Aeropuerto de Ezeiza. Las autoridades sospechan que la máquina era utilizada para hacer tareas de inteligencia vinculadas al terrorismo internacional.
El Boeing 747-300 matrícula YV3531 de la compañía venezolana Emtrasur partió a la 1:25. El decomiso había sido ordenado por el juez Federico Villena luego de un pedido de de la Justicia y el gobierno de Joe Biden en virtud de la transferencia irregular que se había hecho de la máquina por parte de su anterior propietaria, la aerolínea iraní Mahan Air. El avión arribó a Florida, Estados Unidos, a mediodía del 12 de febrero. En realidad,Venezuela a través de Emtrasur no había comprado la nave a Mahan Air sino que la tenían en un leasing. Y por lo tanto, seguía perteneciendo a Irán.
El avión presuntamente de carga había llegado a la Argentina con autopartes, sin embargo hay sospechas de que las verdaderas tareas de sus tripulantes eran otras. Hay un dato que sostiene esta teoría: el piloto de la aeronave era Gholamreza Ghasemi, un iraní que era directivo de la aerolínea Fars Air Qeshm, vinculada al grupo terrorista Hezbollah. En la imputación que había realizado la Justicia Argentina, se precisaba: “Fars Air Qeshm opera vuelos entre Irán y Siria de forma regular. Como parte de los esfuerzos realizados por Irán y la Fuerza Quds para equipar a Hezbollah con armas, componentes militares avanzados y las armas están siendo contrabandeadas desde Irán a Hezbollah en el Líbano al utilizar vuelos civiles de Teherán a Damasco. Se sabe que un avión que pertenece a Fars Air Qeshm ha transferido equipos de Irán a Hezbollah en Líbano cuando utilizaba la ruta entre Teherán y Beirut”.
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La Justicia halló en su teléfono celular el mensaje de un tripulante que había viajado anteriormente en ese Boeing y se interesaba por la actitud de las autoridades argentinas una vez desatado el escándalo. “Si molestan avisá y los matamos a todos (…) hacemos un genocidio”, indicaba la amenaza inquietante y aterradora.
El 12 de diciembre de 2011, el Departamento del Tesoro había designado a la aerolínea iraní Mahan Air como “empresa que proporciona apoyo material y de transporte al terrorismo” y la acusó de “entregar ayuda financiera, material y tecnológica al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica-Fuerza Quds.
EN octubre de 2022, cuatro días después de haber recibido la falta de mérito y la autorización para salir del país, el piloto iraní Gholamreza Ghasemi, investigado por supuestos vínculos con la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Iraní y la organización terrorista Hezbollah, tomó un vuelo fuera de la Argentina. Y se despidió con una foto, con los dedos en “V”.
En total había 19 tripulantes iraníes y venezolanos cuando el avión llegó a la Argentina. De esos, doce tripulantes fueron sobreseídos en un primer turno, se les devolvió el pasaporte y se los dejó seguir viaje a sus países. Luego fue el turno de Khosraviarah y a José García Contreras. Los cinco restantes fueron beneficiados por el fallo del juez en octubre.
Pero el avión no volvió a Venezuela ni Irán.