Se trata de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral que le sumaron valor agregado al poroto de soja. Y se remplaza a las grasas de origen mineral derivadas del petróleo
investigadores de la Universidad Nacional de Litoral (UNL), en Santa Fe, le añadieron valor al aceite de soja y formularon una grasa lubricante biodegradable, en sintonía con el creciente interés de sustituir recursos no renovables por otros que sí lo son, buscando así disminuir el impacto ambiental de los residuos de los procesos industriales.
Así lo reportó Sofía Selasco para Bichos de campo, el sitio del agro.
El proyecto fue motivado por el interés de una empresa rosarina -Andes S.A, dedicada desde hace casi 80 años a la fabricación de grasas de todo tipo para el mercado local-, de obtener una alternativa para su cartera de productos a base de insumos de origen biológico.
“Esas grasas se utilizan para todo lo que es lubricación en general. Eso va desde un rodamiento a una barra en un sistema de perforación de petróleo, o simplemente la caja de cambio de un auto. Lo que ocurre es que hoy por hoy, en Argentina, se hacen a partir de derivados del petróleo”, dijo a Bichos de Campo Juan Carlos Yori, Docente-investigador de FIQ-UNL y director del Programa de Valorización, Desarrollo y Escalado de Procesos Agroindustriales.
“Una grasa tiene dos partes: una que es un aceite, que tiene que lubricar, y otra que es el jabón, que vendría a ser el espesante. Es lo que le da consistencia sólida, porque sino el aceite se escurriría y no quedaría en el lugar. Actualmente las grasas lubricantes no son biodegradables. Si por alguna razón caen al suelo o a un curso de agua, ya sea por un accidente o por la falta de controles que existen para el descarte de grasas que ya cumplieron su ciclo de vida, a los microorganismos del suelo les lleva más de 100 poder degradarlo y revertir el daño. Esto tiene que ver con la estructura química de ese derivado del petróleo. Además son productos tóxicos, con lo cual estamos en un problema de daño ambiental”, indicó el especialista.
La demanda detrás de esta iniciativa, en particular, apuntó a poder cumplir con las normativas que ya tienen algunas empresas internacionales dentro de sus estatutos de calidad.
“La empresa viene con esta propuesta porque quiere abastecer fundamentalmente todo lo que es la parte de extracción de litio y el sector de Vaca Muerta. Hay firmas que ya tienen normas ISO aprobadas en sus casas matrices sobre el uso de compuestos biodegradables, y lo pueden trasladar aunque en Argentina no los tengamos”, contó Yori.
Siendo Santa Fe una de las principales provincias productoras de soja, la idea de usar ese poroto en el proceso no tardo en llegar.
El aceite de soja, previamente extraído por los investigadores , fue empleado para reemplazar el aceite lubricante. En paralelo se realizó la formulación de jabones con otras materias primas de origen agroindustrial –receta que por ahora no se pueden revelar-, lo que dio lugar a una grasa biodegradable en su totalidad.
“¿Qué se entiende por productos biodegradables? Que en un periodo no mayor a un mes, los microorganismos del suelo pueden procesar esos compuestos y transformarlos, es decir, revertir el daño. ¿Qué hacen los microorganismos? Lo utilizan como fuente de carbono para, ya sea reproducirse o producir algún otro tipo de compuesto que se libera”, explicó el Doctor en Ciencias Químicas.
Pero eso no fue todo. El equipo de investigadores también avanzó en el desarrollo de una grasa parcialmente biodegradable, que si bien también emplea aceite de soja en su composición, posee un jabón a base de litio. La búsqueda aquí fue ampliar el rango de utilidad de estas grasas ya que, como se dijo, sus distintas aplicaciones demandan distintas propiedades.
“La diferencia entre una grasa y la otra, además de diferencias de propiedades sustantivas como ser el hecho de poder trabajar a mayor temperatura o tener una mayor resistencia al agua, radica en el hecho de que la parcialmente biodegradable está hecha con un jabón que aporta un metal que es el litio, que no es propio de la composición de un suelo. Si yo llego a tener un derrame, estoy incorporando un metal que no es propio de la composición del suelo. La otra tiene jabones que son de tipo cálcico, por lo que se entiende como totalmente biodegradable porque el calcio es un elemento común que está en el suelo”, afirmó Yori.
-¿Es la primera vez que se logra esto en Argentina?- le preguntaron al investigador.
-Con estas características, sí. Además significa poder dar valor agregado. Hoy por hoy estamos exportando casi el 80% de lo que producimos como poroto de soja sin mayor agregado de valor. Acá lo que estamos haciendo es extraer el aceite y convertirlo en una grasa biodegradable, en donde se le suma tecnología y toda una serie de cuestiones que hacen que ese aceite que va en el poroto no termine valiendo lo mismo que lo que sería exportar la grasa.
-¿Es más costoso obtener este producto a partir de estos insumos biodegradables?
-En este caso, se está produciendo a un costo similar que aquella grasa derivada de petróleo. Aquí el desafío no solo era el tema técnico, porque yo puedo desarrollar un proceso y obtener un producto que desde el punto de vista de las especificaciones técnicas reemplaza a otro, sino que desde lo económico podía no ser competitivo con ese otro que pienso reemplazar. Si cualquiera de las dos patas me falla, el producto no va a mercado.
-¿Cuáles serían los próximos pasos?
-Este producto ha salido recientemente al mercado, a fines del año pasado. La idea es avanzar con el desarrollo de otro tipo de grasas en particular, porque además de los ingredientes específicos de la grasa yo tengo toda una serie de activos que se le agregan para que ella cumpla una función particular en una determinada condición de trabajo. Apuntamos a tratar de seguir reemplazando gran parte de los productos que la empresa está ofreciendo en su cartera.
A continuación, Yori añadió: “Hay una cuestión importante a resaltar. En general para una PyME es muy difícil acceder a tecnología. Cuesta mucho dinero que no se tiene. Por eso aquí la presencia del Estado fue muy importante. A través del gobierno de la provincia se pudo financiar esta convocatoria. Estamos felices de haber podido responder a esta demanda. Creemos que no hay desarrollo de país sin desarrollo tecnológico. Nosotros y todo el sistema tecnológico apunta a que sus trabajen mejoren la calidad de vida de la gente. Y a esto hay que apostar. Si no nos desarrollamos como país, estamos fritos”.