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viernes, noviembre 29, 2024

Paraguayos secuestraron un avión para conseguir plata

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Eran los años 70 y todos los secuestros de América latina de aviones terminaban en Cuba. Los idealistas soñaban con llegar a la isla de Fidel Castro. Pero en este caso, dos futbolistas en Colombia decidieron que era la mejor manera de conseguir dinero

El avión Lockheed L-188 Electra que acababa de despegar de la ciudad de Pereira, en Colombia. Era el vuelo 601 de Sociedad Aeronáutica de Medellín (conocida como SAM) y dos hombres de las últimas filas se pusieron de pie, se colocaron pasamontañas y esgrimieron sus armas de fuego. Algunos pensaban que era una broma hasta que los secuestradores dispararon al aire.

El contexto era claro: muchos idealistas querían ir a Cuba y la isla gobernada por Fidel Castro se hallaba bloqueada por Estados Unidos. Entonces empezaron a ocurrir lo de los secuestros. Entre 1967 y 1973, hubo cerca de 90 secuestros de aviones en Latinoamérica, y cerca de 30 de ellos ocurrieron en Colombia, según recopiló Massimo Di Ricco, autor del libro “Los Condenados del Aire”, en el cual se basa la serie de Netflix.

Sí, se puede ver la historia completa (una miniserie de seis capítulos) en Netflix. Lo interesante de este episodio es que no se trató de idealistas queriendo ir a Cuba y que eran dos paraguayos que jugaban al fútbol, que habían ido a probar suerte en Colombia y no les había ido bien.

Se subieron a la ola de secuestros y lo que buscaban era simplemente dinero.

Dos jóvenes paraguayos, Francisco Solano López, de 31 años, y Eusebio Borja, de 27, habían llegado a Pereira buscando fortuna en el deporte rey. Pero después de unos meses y de varios rechazos, empezaron a tener dificultades económicas. La opción del secuestro empezó a rondar sus cabezas.

Al final, el secuestro duró 60 horas e implicó 24 mil kilómetros de recorrido, doce aterrizajes y doce despegues.

No fueron a Cuba, sino a Aruba una paradisíaca isla que poco tenía que ver con la pelea entre Rusia y Estados Unidos (o guerra fría).

Una vez que partieron hacia Aruba los ánimos empezaron a bajar, los secuestradores comenzaron a hablar, y lo primero que notaron los pasajeros fue que el acento no sonaba a ninguno de la infinidad que se escuchan dentro de Colombia.

En su acento indeterminado, le dijeron al capitán que eran miembros de la aún joven organización guerrillera colombiana Ejército de Liberación Nacional (ELN) y que querían 200.000 dólares en efectivo, además de la liberación de un grupo de “presos políticos”.

Uno de los secuestradores fue detenido en Paraguay, pero el otro nunca fue hallado

Mientras tanto, en la cabina del avión los secuestradores tenían conversaciones con un abogado de la aerolínea, que les hizo una contraoferta muy por debajo de sus expectativas: 20.000 dólares.

Al aterrizar en Aruba, lo que hicieron fue liberar a mujeres y niños.

Hacía calor y el avión no tenía sistemas de limpieza. Era todo un enchastre.

Frustrados por la contraoferta de la aerolínea, los secuestradores le pidieron al capitán que despegara otra vez rumbo a Lima, pero un problema técnico los hizo volver a Aruba, donde tuvieron que pasar unas diez horas más.

Durante las negociaciones, un grupo de pasajeros abrió una puerta de emergencia y logra escaparse. Así, los secuestradores obligaron al piloto a despegar una tercera vez de Aruba.

Francisco Solano López fue rastreado por la temible policía stronista hasta ser detenido

Pidieron ir a Lima. Pero el capitán de la nave advirtió que las cuatro hélices no iban a resistir el viaje.

Allí reciben otra oferta:la compañía decidió enviar a la nueva tripulación con un maletín con u$s 50.000.

Con una nueva tripulación y un avión operable, los cansados secuestradores pidieron que el vuelo se dirigiera hacia el sur. Primero hubo una parada en Lima para recargar combustible y comida. Además, liberaron a otro grupo de pasajeros. Hubo otra parada en Mendoza, bajaron más pasajeros y solo quedaban los dos paraguayos secuestradores y la tripulación.

Desde allí pararon rápidamente en la ciudad de Resistencia, Chaco y en Asunción. En ambos destinos, la aeronave no permaneció más de media hora.

Cuando llegó a Ezeiza, los dos secuestradores ya no estaban en el avión.

Luego de 60 horas, el secuestro del 601 había atrapado la atención de los medios de la región: un gran número de periodistas esperaba en la pista de Ezeiza, en Buenos Aires, la llegada del avión para por fin esclarecer la identidad de los responsables del crimen.

Pero del avión solo descendió la tripulación. Los secuestradores habían aprovechado las paradas anteriores para bajarse. Con la promesa de los pilotos de que no contarían nada.

“Al final llegan, según dicen ellos, a un ‘pacto de caballeros’: los secuestradores se van a bajar solos (uno en Resistencia y otro en Asunción) y la tripulación no comunicará a la torre de control lo ocurrido hasta que la aeronave llegue a Buenos Aires”.

Solano López fue arrestado cinco días después del fin de la travesía en Asunción, después de comprar una casa cercana a la de su familia. En el Paraguay de la dictadura de Alfredo Stroessner, se le mostró encapuchado ante la prensa tras ser detenido. Fue extraditado a Colombia dos años más tarde para ser juzgado allí.

Pero de Eusebio Borja, no se supo más. Bajó en Resistencia y se le perdió el rastro.

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