Saylor, una niña de tres años, tenía los temores naturales de cualquier criatura que duerme sola y en las noches “escuchaba los monstruos” en su habitación. No era imaginación. Era un enjambre que hizo su nido en la pared de la niña y sumaron unas 60 mil abejas.
La tradición occidental dice que los niños piensan que los monstruos se abaten sobre ellos en las noches.
De hecho, Disney hizo buen dinero con sus películas con monstruos malos y naturalmente buenos que ayudan a la niña Boo (onomatopeya del sonido del terror).
Bill Waterson es el creador de Calvin y Hobbes (un niño hiper imaginativo y su amigo el tigre de peluche que cobra vida solo cuando está con el niño). Y uno de los problemas que tienen es a la hora de dormir.
Y los ejemplos no cesarán.
Así que cuando Saylor Class, de tres años, empezó a quejarse de que había “monstruos” en su dormitorio, sus padres pensaron que se trataba de la imaginación hiperactiva de una niña y trataron de convencerla con una botella de agua a la que convirtieron en un “spray para espantar monstruos por la noche“.
El spray, claro, no funcionó. Y la insistencia de la niña les hizo prestar atención a un panal cercano a su casa, pero nunca imaginaron que el enjambre habitaba el muro de la habitación de su hija.
Así las cosas, la niña se había ido asustando cada vez más, mientras señalaba a menudo la pared de donde decía que procedían los sonidos.
“Insistía más y más a menudo en que había monstruos“, afirmó Ashley Massis Class, madre de Saylor, en una entrevista telefónica con la BBC.
Sus padres pensaron que se trataba de la imaginación hiperactiva de una niña, por lo que no le dieron importancia. Al fin y al cabo, acababan de enseñarle a su hija la película de Pixar, Monsters, Inc.
Tenían miel para todo el año
“Incluso le dimos una botella de agua y le dijimos que era un spray para monstruos, para que pudiera espantar a los monstruos por la noche”, explicó Massis Class.
Sin embargo, Saylor estaba tan “aterrorizada” que empezó a dormir en el dormitorio de sus padres, dijo Class. En los meses siguientes, Saylor insistió en que había “algo” en su armario.
Ashley Massis Class no le creyó a su hija de 3 años hasta que un apicultor encontró decenas de miles de abejas dentro de la pared, junto con un panal de 45 kilos
“El monstruo” empezó a cobrar sentido cuando la Sra. Massis Class se dio cuenta de que había un enjambre de abejas cerca del ático y la chimenea de su casa centenaria. Pensaron que Saylor podría estar oyendo el zumbido cerca del techo de su dormitorio.
La mujer llamó a una empresa de control de plagas, que descubrió que los insectos alados eran abejas melíferas, una especie protegida en Estados Unidos. Tras el hallazgo, la pareja se puso en contacto con un apicultor, quien observó que los insectos se dirigían hacia las tablas del suelo del ático, justo encima del dormitorio de su hija.
El apicultor llevó una cámara térmica para escanear las paredes del dormitorio de la niña de tres años. Las abejas habían pasado ocho meses construyendo la colmena monstruosa.
Nunca había visto una situada en una profundidad semejante. La localizó en un agujero del tamaño de una moneda en la esquina de un respiradero del ático.
El “cazador de monstruos” -como lo llamaba la pequeña-, abrió la pared y descubrió un gran panal. Extrajo entre 55.000 y 65.000 abejas y 45 kilos de colmena. Fueron necesarias tres extracciones mediante aspiración inversa de las abejas para colocarlas en cajas.
“Salieron a borbotones, como en una película de terror“, explicó Massis Class.
Los insectos ahora están siendo reubicados en un santuario de abejas melíferas. Mientras tanto, la madre de la niña se lamenta por el daño en la infraestructura del hogar. Las abejas y su miel dañaron el cableado eléctrico de la casa y su seguro no cubre nada relacionado con las plagas porque lo consideran evitable.