En países musulmanes la tolerancia a las otras religiones monoteístas es cada vez más baja. Sin embargo, cuando vienen a esta parte del mundo, se los recibe con los brazos abiertos y se les tolera “su cultura”, algo que en sus países de origen es impensable
Fue una especie de humorada en Twitter. Pero sirve para graficar la doble vara existente en una cuestión polémica en un mundo woke (o de expresarse políticamente correcto) y que pareciera va en un solo sentido. Un diálogo que decía: “Ah, yo soy un tipo de golpea a las mujeres porque se me da la gana”. Y después venía la respuesta. “¡Machista, explotador, golpeador, merecés un castigo”. A lo que volvía el que habló primero : “Soy musulmán y golpeo cuando quiero a mi mujer”. Y terminaba: “Ah, es una cuestión cultural. Hay que respetar esas cuestiones”.
Lo notable es que cuando gente de esas creencias vienen a vivir en occidente NO se adaptan a las costumbres locales (“A donde sea que fueres, haz lo que vieres” no corre para ellos). Pero el sentido contrario, cuando se visitan aquellas regiones, ¡ni se le ocurra andar con una cruz a la vista!
El año pasado, una antigua compañera del secundario viajó a Oriente medio y visitó Tierra Santa y luego otros lugares como Jordania. Lo notable fue verla (como a muchas otras mujeres de estas tierras cuando van para allá) con velo. ¡Nunca los había usado!
Cuando se consulta por qué lo hacen, la diplomática respuesta es “porque hay que respetar las costumbres de los países que se visitan”.
A lo que un desprevenido puede preguntar también: “¿Ah, sí? ¿Y esto implica que cuando personas de esos países vengan a Occidente hay que pedirles que se cuelguen una cruz, entonces?” (porque esa es una costumbre de muchos occidentales).
Desde hace unos años, Marcos Aguinis, entre otros destacados intelectuales, viene destacando cómo de mal la pasan las comunidades cristianas en zonas de Oriente medio. Planteada esta cuestión a la famosa Inteligencia Artificial, es notable cómo hace gambitos para defender lo indefendible y sostener que en realidad no existe una intolerancia ni falta de respeto que sí exigen cuando las personas de aquellas regiones vienen a occidente
Consultada la ya famosa Inteligencia Artificial (IA), respondió: “La cuestión de si se debe exigir a las mujeres occidentales que usen un velo cuando visitan ciertos países de Oriente Medio es un tema de debate y depende de la cultura y las normas sociales del país en cuestión. En muchos casos, se espera que las mujeres usen el velo como una señal de respeto a la cultura y las tradiciones locales. Sin embargo, esto no significa que sea justo pedir a los árabes que usen una cruz cuando visiten países cristianos”.
Vaya, vaya. “No es justo”.
Uno de los más preocupados por los avances del “odio hacia todo lo que representa Occidente” es Marcos Aguinis.
¿Quiere saber qué escribió?
“En la ciudad egipcia de Beni Suef, su corte criminal ha sentenciado a toda una familia a quince años de prisión por haberse convertido al cristianismo. Beni Suef se encuentra en la ribera oriental del Nilo, unos 115 kilómetros al sur de El Cairo. Esto es muy grave: demuestra cuán en serio se están tomando las prescripciones del nuevo gobierno islamista. La información fue publicada en el diario árabe Al-Masry al-Youm.
Se trata de una historia simple. La bella Nadia nació y pasó su infancia en el seno de una familia copta. Los coptos (cristianos de la épocas iniciales) integran el 10% de la población total del país. Debió convertirse al Islam cuando, hace 23 años, se casó con Mohamed Abdel-Wahhab Mustafá. Luego de enviudar, ella y sus siete hijos decidieron retornar abiertamente a la fe cristiana”.
Para qué! Ahí no funcionó eso del “respeto por la cultura”.
Pero no solo en Egipto.
Aguinis agrega: “Nadie se queja, por ejemplo, de que en Arabia Saudita sea imposible construir una sola iglesia y esté prohibido exhibir la cruz, mientras se levantan febriles mezquitas por todo el planeta. Abandonar el Islam, por ejemplo, se considera una apostasía imperdonable allí y en casi todos los países con mayoría musulmana”.
Y en un discurso de 2017, aportó más datos: “En Eritrea se propagó la fantasía de que los cristianos deseaban voltear a la Junta dictatorial y se puso en marcha una campaña para limpiar el país de “los subversivos que portan una cruz”. En Bagdad, después de la caída de Saddam Hussein, hubo un asalto a su hermosa y antigua catedral en medio de la misa y se asesinó a 58 personas”.
Y hay más.
“La misma epidemia, pero agravada, ha ocurrido en Irak. No hay límites al espanto. Como si aún fuera insuficiente, los fanáticos musulmanes no se conforman con matar, sino que someten sus prisioneros al suplicio de la crucifixión. ¡En pleno siglo XXI! ¿Me han escuchado bien? ¡Crucifixión! Abundan fotografías de mártires cristianos atados con alambres en elevadas cruces de madera, a quienes se escupe y cruza a latigazos. ¿Hubo marchas, manifestaciones, congresos, misiones, reportajes y tantos otros recursos que se aplican a otros temas para repudiar semejante salvajismo? ¡Qué vergonzoso silencio!”.
Se estima que la población cristiana de Oriente medio, hasta fines del siglo XX, se acercaba a un 20 por ciento. Los últimos censos la han reducido a un 5 por ciento.
Y Aguinis agrega una evaluación. “El delirio ya se extendido más de lo sospechado. Crece bajo la peligrosa tolerancia religiosa que floreció en Occidente. Esa tolerancia no es apreciada por muchos líderes musulmanes, sino tomada como debilidad o decadencia”.
Y aquí llega al meollo. Por un lado esta religión monoteísta tiene muchos elementos positivos. Pero falta algo.
“Urge que la porción civilizada del mundo ponga las manos en el fuego. Que eleve su voz y sus recursos. Falta lo principal: condenas explícitas contra esta versión canallesca del Islam por parte de los mismos musulmanes. ¡De los mismos musulmanes! Es decisivo. A los musulmanes les corresponde defender los aspectos nobles de su religión y criticar los que inducen al crimen. Hacerlo con fuerza. Asumir riesgos. Es verdad que los atraviesa el miedo a represalias salvajes. Pero su silencio los hace cómplices. No alcanza con poner las culpas afuera”.
Para cerrar, vuelvo a la IA que hace malabarismos (occidentales) para defender estos planteos.
“La desaparición de templos cristianos en países como Irán es un reflejo de la realidad política, social y religiosa de esos países, y no necesariamente indica falta de tolerancia o respeto por parte de todos los ciudadanos o el gobierno. En muchos casos, el cierre de templos cristianos puede ser el resultado de factores políticos, económicos o de seguridad, más que una decisión motivada por razones religiosas”.
La corrección política llegó a la IA.