La vicepresidente estaba debatiendo con la dirigente izquierdista Myriam Bregman y se metió Juan Grabois. Y siguió el tiroteo cruzado. Todo por redes sociales
Los protagonistas son tres: la actual vicepresidente Victoria Villarruel (titular del Senado), la diputada Myriam Bregman, y el dirigente Juan Grabois. Y el campo de batalla, Twitter. Se dijeron de todo.
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Bregman, legisladora por el Partido de Trabajadores Socialistas, la emprendió contra el acto del día de la Bandera en Rosario y señaló que menos mal había muchos Granaderos (para rellenar los espacios) y Villarruel salió a replicarle.
La respuesta de Villarruel, a la sazón hija de militares fue dura (ambas son abogadas): “Bregman, vos no tenés autoridad moral alguna para hablar de los granaderos y el Presidente. Vos no cantás el himno, pero sí cobras el sueldo del Estado argentino. Hablemos de vos”.
Famosa la legisladora por repudiar los símbolos y emblemas patrios (al igual que una secta norteamericana) Vilalrruel fue hasta el hueso.
Y hubo silencio de radio.
Hasta que Grabois (otro abogado) salió en defensa de la dirigente de izquierda y expuso a la referente de La Libertad Avanza por sus ingresos.
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“Yo sí canto el himno; nunca cobré nada del Estado -dato objetivo vs. relato difamatorio-, la que jugándose de guardiana de la moral y el superávit cobra 8 palos por mes, 32 salarios mínimos, no es Myriam, sos vos… Toda ¡de la nuestra! ¡pagados por el Estado que vos querés destruir desde adentro! ¡Por una democracia recuperada juzgando a tus ídolos Videla y Galtieri! Hipócrita. No son ni siquiera la derecha, son cadetes de la riqueza y mulos del círculo rojo”, escribió Grabois.
Y no quedó ahí Grabois: habló de la gente que fue al acto del día de la Bandera. “Efectivamente, el acto de Rosario fue chiquiiiito… Escuálido si no fuera por los hombres y mujeres de las FFAA democráticas, arriados por obediencia a un acto partidario por su superior jerárquico. PD2: ¿qué pasa que no presentás los aportantes y la rendición de gastos de tu partido? Te queda un día hábil”.
¡Para qué!
Villarruel respondió con una artillería textual muy dura. Calificó a Grabois de “acosador empedernido”. Y siguió.
“Mientras vos plantabas perejiles en campos tomados y andabas lustrando con franela a los montoneros tira bombas, yo luchaba por sus víctimas sin DDHH. Tal vez en tu microclima de chivo y comunismo no sepas que mi sueldo es más bajo que el de los diputados, porque como vicepresidente no soy senadora y como tal formo parte del Poder Ejecutivo”.
La referencia de campos de perejil es porque agrupaciones en las que Grabois está vinculado tomaron algunos campos en General Pueyrredón (cerca de Mar del Plata) con ese fin. Y hay que recordar, que como abogada, Villarruel ha realizado defensas de víctimas de ataques terroristas de los 70, personas y familias que nunca recibieron ningún tipo de resarcimiento.
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Y agregó: “Ahora si me despido pidiendo que la soberbia se te pase y recordándote que si el acto fue “chiquiiiito”, el apoyo del pueblo argentino que nos eligió en las urnas (donde importa) fue enorme“.
Como no la van a correr por sus creencias religiosas (Grabois suele blandir como emblema protector su cercanía con el Papa Francisco), Villarruel hincó la daga a fondo: “Mucho hacerte el católico, pero con el vómito que largaste estás para la secuela de El exorcista. Revolucionario de juguete. Circule gnomo comunista, circule. Y ahora si, muy buen fin de semana al pueblo argentino”.
Pese a expresiones en febrero pasado desde Capital Humano de que el fondo que tenía contactos con Grabois tenía un trabajo aceptable, ahora se conoció un informe de la Sindicatura General de la Nación (Sigen) que supervisó esos manejos. Y fueron contundentes.
La Sigen elevó un informe al Gobierno donde deja a la vista irregularidades en el fideicomiso que durante el último mandato kirchnerista manejaba la gente de Juan Grabois, llamado Fondo de Integración Socio Urbana (FISU). El escrito fue llevado al Gabinete por el ministro de Economía, Luis Caputo, y expone que la secretaria de Integración Socio Urbana, Fernanda Miño, militante del grupo de Grabois, que administró fondos millonarios para urbanizar barrios vulnerables no contrató bien, no entregó obras en tiempo y forma y no realizó la rendición de cuentas correspondientes.
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El trabajo de la SIGEN advierte, entre otras cosas, “falta de un sistema integral de seguimiento y monitoreo”, “debilidades en los procesos de contratación”, “demoras generalizadas en los plazos de ejecución de obras” y “retrasos en las rendiciones de cuentas”.
Se agregan “falta de documentación sustentatoria en los expedientes analizados” de las contrataciones, “Unidades Ejecutoras que no informan al Fideicomiso los proyectos de pliegos y de actos administrativos de manera previa a la aprobación de la adjudicación” de las obras, y aclara que “no surge de los expedientes que se hayan aplicado los procedimientos previstos para la selección de beneficiarios y los controles que se debe llevar a cabo” y que “no existen evidencias en los expedientes acerca del criterio de selección o asignación de obras a las cooperativas de trabajo o grupos asociativos de la economía popular”.