El capítulo 16 de El Tesoro de los Padres pasa del siglo XVIII a la actualidad sin pausas. Y de historias sobre alquimias a comunas donde se baila y se compite y en redacción de diarios que siguen los acontecimientos con atención
Capítulo 16
Hay que mantener el paso
“Esta es la historia del valeroso Er, armenio de Panfilia. Muerto en guerra, su cadáver incontaminado fue recogido a los diez días. La pira estaba lista cuando en el día doce despertó y narró lo que había visto en el otro mundo.
Tras abandonar éste, su alma se encaminó con otras hasta un lugar donde había dos agujeros en la tierra frente a dos que estaban en el cielo. Dos jueces emitían los fallos; los justos se encaminaban hacia el cielo por la derecha y los injustos hacia la tierra por la izquierda”
El sueño de Er – Platón – La República
Finales del verano 1768
El hombre del sombrero no entendía qué quería explicarle el padre Tadeus Rainert.
-Es bien interesante, fíjate -le decía el cura- que los alquimistas conocían diversas transformaciones. Siempre se buscó cómo lograr que cualquier elemento se pudiera transformar en oro y volverse ricos, por ejemplo.
-Sí, agregó el otro, y de ahí la paradoja del rey de Midas, ¿verdad?
-Exacto. El oro no lo es todo. Ya lo decía nuestro Señor: no llevéis nada en vuestras alforjas. A donde los reciban, se quedan; de lo contrario, sacuden el polvo de esa tierra y todo queda allí.
-Bueno, en eso están ustedes ahora, ¿no?
-Claro. Y no podemos llevar casi nada. La reina Catalina de Rusia nos recibirá. Pero debemos tomar algunas precauciones…
-Y ahí entran las alquimias…
-Es claro…
Actualidad
El hombre del sombrero giró la llave de arranque y la ignición llegó al viejo motor. El burro del arranque dio sus fuerzas y el vehículo empezó a toser. La nafta llegaba al carburador y el hombre adentro bombeaba con su pie derecho para que ingresara más combustible. El riesgo era que se ahogara el motor. Pero, tenían tiempo.
Luego de unos intentos, el viejo vehículo tosió, escupió como un viejo fumador de tabaco y dio unas explosiones. Una gran humarada comenzó a salir por el caño de escape mientras todo el pequeño habitáculo se inundaba con el olor a nafta que no pudo ser absorbida por el carburador.
El motor empezó a ronronear y todo estaba listo.
-¡Hasta Corpus no paramos!
El vehículo no rumbeó para la ruta 12 sino que el chofer prefirió elegir un derrotero habitual para él.
Los caminos internos de la zona, todos de tierra y alejados del tráfico intenso de la ruta nacional les permitía ir a una velocidad “normal” para un vehículo como el suyo: no más de 60 kilómetros por hora estaba perfecto para esos caminos y ese auto.
Y allí iban, un hombre exótico, con sombrero y bastón al que muchos llamaban el “Yasy” y dos jóvenes, un francés que apenas hablaba el castellano y una muchacha adolescente que debía estar en el colegio y que se había escapado de sus captores que la tenían de rehén.
La tierra roja en esa zona es más intensa que en otros lugares de Misiones y las ondulaciones naturales hacían que el viaje no fuera aburrido en absoluto.
El recorrido lo hicieron en no más de 35 minutos. Corpus es el nombre acortado de Corpus Christi, otrora misión que los Jesuitas instalaron en esta región del Guayrá, muy cercana a San Ignacio Miní. Está en una región de aguas profundas y donde el río es angosto.
Por allí habían transitado los padres defendiendo a los guaraníes y creando una cultura que fascinó al mundo de la edad moderna.
Sin embargo, Corpus que tenía su reducción en estribaciones altas –era una medida estratégica pensada para la defensa de la misión- no había soportado el paso del tiempo con tanta dignidad como lo hiciera San Ignacio Miní.
Sus escasas ruinas fueron usadas –luego de la expulsión de los padres- en muchos casos como piedras fundamentales de nuevas construcciones cuando la zona empezó a poblarse nuevamente. En general, se hallaba en proceso de recuperación a partir del trabajo arqueológico de equipos interdisciplinarios integrado por antropólogos, historiadores, geógrafos y agrimensores.
No obstante, Corpus tenía su notoriedad: el pueblo se había hecho conocido por sus famosas comparsas que llenaban de algarabía el lugar con sus desfiles y bailes que integraban a la comunidad. El propio titular del Concejo Deliberante encabezaba uno de los grupos de bailarines y hacía varios años que su scola do samba ganaba casi sin oposición.
Algunos veían injusticias en esta situación y otros sostenían que la comparsa del jefe de los ediles ganaba porque era la mejor. Claro, se trataba de una personalidad muy especial. Un hombre que aprovechaba esas fiestas para aparecer con diminutos tops y ropas ajustadas para sacudirse como un poseso y bailar hasta caer reventado. Le ponía mucha onda y gastaba mucho en vestimentas porque a él le gustaban. Las malas lenguas del pueblo decían que cuando llegaba el Carnaval carioca, se ausentaba del pueblo y hasta había algunos que juraban haberlo visto danzando en las gigantescas comparsas de Río de Janeiro disfrazado de mulata. Y que, al traer todo este espectáculo al pueblo, podía recrear su pasión. “Don Jacinto Chabies es afeminado, pero sabe mucho de trajes, adornos, pasos de scola y de sonidos. Por eso, sus comparsas siempre ganan”, decían muchos en el pueblo y toleraban sus debilidades e inclinaciones. Hasta su esposa y sus hijos aceptaban esta realidad. “Con Chabies, hay deschave”, solía ser el comentario. Pero claro, tenía un defecto muy serio: odiaba perder. Y ese era el motivo por el que Gilles y Linda estaban viajando.
Allí está llegando el trío de amigos en la aventura.
Cuando empiezan a apearse del vehículo, el hombre del sombrero les dice:
-Los traje porque creo que hay una misión para ustedes. Van a participar en la comparsa que compite contra la que gana siempre y esto está por arrancar. Y deberán ganarle a la que encabeza el presidente del Concejo Deliberante porque ya va siendo hora que esta persona deje de presumir y aprenda una lección de humildad. Y ustedes serán los que podrán inclinar la balanza…
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En la redacción del diario Tierra y Río en Posadas, un hombre está escarbando en la Biblioteca. Ama hacerlo y sabe que nadie lo urge. La mejor situación para realizar una pesquisa adecuada.
Y está a punto de hacer un hallazgo.
En la oficina de al lado, el aparato de televisión está encendido aunque es media mañana.
Casi siempre, sintonizado en canales de noticias, en este caso, se oyó la voz de alguien que dice.
-Che, poné canal oficial, están transmitiendo desde San Ignacio…
Al rato, control remoto en mano, otro va haciendo la búsqueda hasta lograr el canal buscado.
-Tenías razón, dice una segunda voz.
“Ahora, desde la Cancillería confirman la existencia de un secuestro internacional ocurrido casualmente donde están nuestras cámaras hoy, ¡en Misiones! Se trata de una joven posadeña de 17 años y de un camarógrafo de la televisión francesa. El Ministerio de Relaciones Exteriores ya se comunicó con el embajador francés en la Argentina para ponerlo al tanto de la situación. Mientras, las fuerzas de seguridad se hallan realizando las razzias para intentar hallar a la pareja de jóvenes. Aún no se ha pedido rescate por ambos. Ampliaremos. Son las 11 horas y la temperatura es de 15 grados en la Ciudad Autónoma. En media hora, volvemos”.
En la redacción, convocan al jefe de Policiales y al de Política para ver qué repercusiones puede tener la noticia del secuestro en la región misionera.
El conductor hizo su nueva presentación: “Bien amigos, estamos transmitiendo desde San Ignacio, con el imponente pórtico y acceso principal de las ruinas. Mientras nuestro amigo Iván sigue preparando sus pinchos de lomo al estilo Jesuita, aquí vamos a presentar a dos especialistas locales: Alberto Nizpoet, doctor en Historia y Leonardo Ranhes, doctor en Antropología”
Sigue el programa desde San Ignacio. Convocan a un Antropólogo y un Historiador. Hablan de la obra de los Padres Jesuitas.
Nizpoet es un hombre canoso de unos 50 años con mirada vivaz y clara elocuencia que va exponiendo sus ideas. El antropólogo, en tanto, es una persona muy pequeña, que no llega al metro sesenta centímetros, con barba al estilo intelectual y anteojos caros. Habla pausado y con voz finita apenas audible.
Y el conductor junto al Chef irrumpen en el diálogo de los especialistas.
-Me informan desde Buenos Aires que parece que los secuestradores anduvieron por aquí –interrumpe el conductor.
-Iban los dos jóvenes y atrás venían los malos con armas –agrega el chef. Pero a jóvenes los guiaba el Yasy Yateré…!
-¿Quién en el Yasy Yateré…?, pregunta el conductor y rápido de reflejos traslada la consulta a los especialistas.
-Mire -dice el antropólogo-. Son historias y mitos de la región que hablan de un ser pequeño con un sombrero y un bastón… Y los mitos cumplen funciones articuladoras en la memoria cultural de los pueblos, en especial de los pueblos ágrafos…
-Pero ¿quién viene a ser el Yasy…ya…, cómo me dijiste que se llamaba…. Ah, si. Yasy yateré… quién es?
El antropólogo tomó la palabra:
“Son leyendas locales que cargan con el misterio de los habitantes de esta zona y que cumplen una función “educadora” o de control. El Yasy Yateré es el geniecillo de la siesta, un duende travieso. Es un ser portador de un bastón de oro o plata, a modo de vara mágica y de un silbato. Algunos dicen que simplemente silba e imita el canto de un pájaro. Y sí, el Yasy Yateré vive en el monte”
Se cree que vive en huecos de troncos de grandes árboles del bosque. En Brasil la fábula también ha mutado y aparece como el guyrá-paje (pájaro-paje o hechicero).
El Yasy Yatere atrae a los niños con su silbato o tocándolos con su bastón. Los rapta y los lleva al bosque donde los retiene durante algún tiempo, los alimenta con miel silvestre y frutas, juega con ellos y al fin los suelta .
-Usted mencionó una “función educadora” de esta creencia. ¿Cuál sería?
-Muy sencillo: Las madres suelen atemorizar a los niños con el Yasy yateré, para no escapar de casa durante las siestas, andar por el capueral como se dice acá, bañarse en aguas desconocidas, subirse a los árboles, jugar con honda ni hacer travesuras durante las siestas. ‘Si te portás mal, va a venir el Yasy Yateré y te va a llevar’, los amenazan, ¿se entiende? Es un hombre pequeñito que te llevará a lo profundo del bosque…
-Entonces no debe ser –aprovecha el Historiador, con su voz potente, presto a meter su bocadillo-. Porque acá se vio junto a los jóvenes un hombre para nada mítico ni muy bajo. Era una persona normal… Bueno, está bien, tenía un sombrero y no demasiada gente usa sombrero. Pero podía ser alguien que no puede exponerse al sol y el sol acá pega fuerte.
-Y, entonces ¿quién sería para usted? –devolvió la pelota al campo del historiador viendo que la charla se tornaba más interesante de lo previsto…
-Y para mi puede tener que ver con Martin Bormann el alemán que se escapó de las cenizas del régimen nazis y se instaló aquí.
-Usted señor Nizpoet sostiene que quien vimos andando por acá mientras filmábamos este programa es un familiar o descendiente de Martin Bormann. Y ¿por qué no nos cuenta quien fue Bormann?
-No, no… -intenta interrumpir Ranhes.
Pero el otro ya estaba en lo suyo.
-Bueno, quizá mucha gente no sabe que aquí muy cerca, en medio de la selva, hay una construcción en perfecto estado que se supone perteneció a Martin Bormann un colaborador nazi muy cercano a Adolf Hitller que pudo escapar a Nürenberg y vivió hasta muy anciano en dicha vivienda. La misma se halla en el Parque Teyú Cuaré. Estiman que fue construida en los años ’50, con piedras similares a las que se encuentran en las reducciones jesuíticas.
Un antiguo poblador, creo que se llamaba Cirilo Lezcano informó sobre la existencia de dos miradores, donde el lugarteniente de Hitler, acostumbraba a colocar vigías para controlar el movimiento del río.
En esto también coincide un guardaparques quien recogió testimonios de antiguos pobladores, unos años atrás. Las viviendas están ahora ubicadas a unos 50 metros del río (por el avance de las aguas) y a pocos metros, la corredera del osununú y cerca del barco hundido, donde desembarcaban en el lugar. El sitio es estratégico, tanto por el acceso histórico de barcos al lugar, como porque permite avistar desde muchos kilómetros los movimientos en el río Paraná. Además, resultaba de difícil acceso para la época, ingresar por tierra al estar rodeado de la selva misionera. Los lugareños informaron que pudo traer a sus hijos y su esposa. Y que se llevaba muy bien con la gente de aquí. Y la posibilidad de que quien hayamos visto es uno de sus descendientes se constituye en una alternativa muy atractiva, ¿no cree?
El animador se da vuelta y lo mira al Chef…
_y para vos Iván, ¿quién puede ser?
-No, para mí es el Yasy Yateré… estoy seguro…
En Posadas, el hombre de la biblioteca dejó de buscar y está mirando la pantalla y oyendo todo.
“No puede ser”, murmura para sí. Él también vio las imágenes del hombre mayor captadas por las cámaras. Y toma una decisión.
Se va para la oficina del Director y dueño del diario.
-Horacio –lo encara, irrumpiendo en la oficina del jefe salteando a la secretaria y sin golpear- necesito viajar YA a San Ignacio. ¿Me prestás el helicóptero?
-¿Qué? ¿Estás loco?
El hombre, dueño del diario, también poseía empresa de transporte de caudales e inversiones en rubros de supermercadismo. Y utilizaba su máquina voladora para trasladarse al interior de la provincia y últimamente a Santo Tomé en Corrientes donde estaba realizando adquisición de campos para la cría de ganado vacuno en combinación con plantaciones de eucaliptos en un sistema nuevo denominado silvopastoril. La diversificación parecía ser una buena alternativa para enfrentar los desafíos de vivir en un país como Argentina. “No poner todos los huevos en una sola canasta”, era su frase de cabecera.
-Hay un secuestro internacional y la gente de Policiales está por ir allá y yo necesito participar en un programa de TV. Dale, ¿qué te cuesta…?
Y el dueño todo lo ponía en la balanza de costos y beneficios.
-Un secuestro, ¿dijiste?
-Aha…. Y hay un debate para la televisión nacional. Pero tenemos que salir ya.
El hombre poderoso levantó su teléfono y habló con su secretaria.
-Mirta. Acá van a viajar a San Ignacio, la gente de Policiales (periodista y fotógrafo) y Ernesto que ya está listo.
-Sí, señor. El helicóptero está listo para salir.
En diez minutos sobrevolaban el río Paraná, entraban en suelo paraguayo, para luego volver a ingresar a espacio aéreo argentino. Y al rato, estaban en San Ignacio.
Bajaron en un playón cercano a las Ruinas de San Ignacio y el periodista se fue a la Jefatura de Policía mientras Ernesto esgrimió su credencial y al rato estaba en el lugar donde se realizaba el programa de televisión.
El conductor hablaba con el chef mientras iba degustando la delicia que se preparaba en vivo.
Los dos invitados (el historiador y el antropólogo) esperaban pacientes en un discreto segundo plano prestos para volver al aire.
Irrumpe el periodista del diario Tierra Roja. Sus ropas poseen un olor característico y un color sospechoso que denuncian semanas sin pasar por el lavarropas.
-Vengo desde Posadas y quería aportar sobre lo que recién discutían. No. No es él. No es Borman. Ni es el Yasy Yateré… Es mi tío Heins Karl Kottingenschön, descendiente de los Von Kottinge.
* * * * * * * *
En Corpus, el recién nombrado Heins Karl Kattingenschen está preparando a los jóvenes para que participen en la comparsa Mburucuyá que competirá con la “Winner Fashion” del presidente del Concejo Deliberante.
-Peggo, yo no… puede danzar… -trata de defenderse Gilles…que a veces se traba en las palabras.
-Yo te enseño los pasos –dice en medio de sonrisas y poniéndose algunos aditamentos a su vestimenta, Linda. –Es sencillo, porque los pasos no son más que siete u ocho. Vas a ver: escuchás el ritmo de los tambores y tuntunes, de las ‘chanchas’ y los redoblantes, dos pasos para aquí, … así, ves… dos para allá… y luego media vuelta dos pasos para el otro lado giro y vuelta a empezar…
-Ah, tú dices eso Linda ‘pogque paga’ ti es mucho fácil pego yo no danzaguín, yo hago filmación, yo saco muchos fotos, entiendes…
-Claro, Gilles, claro que te entiendo. Vení, vení acá. Te enseño los pasos… Vas a ver que podés… vamos, Gilles, aflójate –y le tomaba los brazos y los alzaba; y luego de marcarle dos pasos para adelante y dos para un lado, venía el medio giro y volver a empezar…
La joven participaba desde primer año del secundario en las fiestas de comparsas donde los colegios compiten entre sí. Y hacen ensayos durante largos meses con un golpeteo infernal que solía enloquecer la siesta tan sagrada de los misioneros y luego entre fines de septiembre, octubre y noviembre, durante varios fines de semana se la pasaban danzando ante el aplauso de sus pares, de sus padres, de algunas autoridades. Los estudiantes salían disfrazados sobre alguna cuestión temática (podía ser una película famosa que ese año hubiera ganado el Oscar o podía ser un argumento basado en literatura clásica, como la Odisea o Alicia en el País de las Maravillas). Se dividían en Scolas do samba, cuerpo de baile y carroza alegórica. Hasta la década del 60 (los primeros desfiles databan de la década del 40) sólo era una carroza. Y en un punto, se decidió acompañar con un cuerpo de baile y luego se agregó la scola do samba que sería la base de sonido que imponía el ritmo que bailaban los integrantes del cuerpo de baile. A medida que se hacía más popular la Estudiantina, más estudiantes se incorporaban. Y así podían llegar a ser 400 participantes directos y se constituían en verdaderos ejércitos con sus cuadros intermedios para manejar grupos más pequeños. Los trajes son muy vistosos y para nada económicos. Para participar los padres deben desembolsar buenas cantidades de dinero y dar el gusto a sus hijos.
Las chicas más lindas eran electas como reina y princesas por sus pares y más cercano en el tiempo fueron sumándose los reyes varones.
Luego había una organización casi militar que incluía a las bailarinas líderes con estandartes y vestidos cargadísimos de lentejuelas y brillos. El lujo se acompañaba con unos espaldares que podían ser la envidia de chicas de un teatro de revistas o del mismísimo carnaval de Río. Así era la Estudiantina posadeña desde hacía años y años y los chicos y las chicas salían a las calles de la ciudad a bailar sus pasos ensayados junto con algunos gritos de guerra y estallidos de alegría que remitía al espíritu de la colmena.
Todo esto formaba parte de lo vivenciado por Linda. Así ella sería la indicada en sacar adelante a Mburucuyá, el cuerpo de baile que competiría con la eterna ganadora del presidente del Concejo.
Así, Linda Celeste le estaba enseñando la rutina a su amigo y coordinaban con el resto de los integrantes de Mburucuyá. Estos que no eran más de 20 no se tenían tanta fe ya que la Fashion venía ganando desde que el presidente del Concejo participaba. Y además miraban las vestimentas de sus competidores y eran esplendorosas comparadas con las humildes del grupo de Linda y Gilles.
-Bueno, esta vez van a perder –lanzó ella desafiante- Para eso estamos aquí. Para mostrar que nuestra coreografía es mejor. Y a ver, ¿nadie tiene un acordeón…?
-El Nito tiene. Y sabe tocarla…! –dijo uno…
-Bueno, esta vez no sólo será cuerpo de baile y tambores. Hoy estará sonando como nunca nuestro acordeón que le dará un toque especial a nuestro desfile. Y verán que ganaremos…! –se entusiasmó la joven.
Al rato, con el sonido del acordeón sacando una melodía reconocible, un valseado regional, los jóvenes se entusiasmaban. Ya salía la fiesta y Mburucuyá estaba dispuesta a llevarse el premio mayor este año.
Mientras, nuestro hombre del sombrero se había sentado y fumaba lento. Alguien le había acercado un termo y un mate y tomaba algunos amargos.
Se le acercó un lugareño y le preguntó:
-¿Cómo anda don Yasy? ¿Así que trajo a sus ‘pollos’ para competir con Chabies..? No va a ser fácil la topada, eh?
Más que una pregunta, sonaba a una conclusión.
-Mire, acá la cosa está bien sencilla. ¿Qué anduvo pasando los últimos años con nuestro hombre fuerte del pueblo? ¿A ver, cuénteme usted?
-Y, usted sabe… ¿no? Los Chabies siempre manejaron el pueblo. Antes de don Jacinto, estaba su padre. Y era lo mismo. ¿Qué quiere que le diga? Estuvo 20 años en el poder. Con milicos, con la democracia. Era un contento cómo siempre caía parado. Parecía los gatos, vio. Y luego cuando se vino viejo, aparece su hijo. O sea…
-O sea… cambiamos de cadena pero no dejamos de ser perros…?
-Y algo así, don Yasy. Y están los hijos de don Jacinto y además, esas costumbres raras que él tiene. Parece que le gusta disfrazarse de mujer. A mucha gente no le gusta eso… A mí, no me va ni me viene. Pero puede afectar a la gurisada… ¿no cree? Qué haría usted con su hijo o sobrino de ocho años que ve a un señor serio y al que siempre lo encuentra con su traje y su ropa de varón, de un día para otro que se le aparece vestido de mujer, con las piernas todo depiladas, medias caladas y mejillas enrojecidas, y pintura de labios en la boca y bailando como una mulata, eh? ¿Qué haría, dígame? Y acá ‘somos pocos y nos conocemos un toco’, como dice el refrán. Este es un pueblo chico con unos tres mil habitantes, imagínese. Y además los hijos de Chabies le hacen un flaco favor…
-Usted dice que los hijos tampoco ayudan…?
-Y, no. ¿Qué quiere que le diga…? Todos están acomodados en la Intendencia. Y la hija que ya fue mamá, la mayor, la Celia, ésa, bueno, ésa nunca va a trabajar. Sólo aparece para cobrar. Y el marido de ella también tiene un contrato pero acá dicen que nunca trabajó ni prestó ningún servicio. Y luego están los dos varones. Uno es estudiante universitario. Pero ¡nunca está en la Facultad! Anda más por acá con el flor de auto que tiene el papá. Dicen que es el preferido del abuelo y por eso éste lo consiente. Y el tercero, o sea, el segundo varón es el que aparece en la secretaría del Concejo. Pero sólo viene a las sesiones de los jueves.
-O sea que fueron quedándose con todo, ¿no?
-Exacto. La mayoría de los cargos públicos está acaparada por el clan Chabies: hermanos, cuñados, padres, hijos. Dicen que hasta la abuela, la esposa del patriarca tiene algo para cobrar a fin de mes. Y la ven en el banco, aunque parece que le agarró un poco de vergüenza y manda a uno de los nietos que le retire el dinero…
En Posadas, tras analizar el mensaje de Linda Celeste, el SBD decide informar a las fuerzas que están trabajando en el caso acerca de la autenticidad del mismo. “El teléfono móvil del que salió el SMS el día de la fecha a las 10:45 horas corresponde a la susodicha (esto significaba que era ella, Linda Celeste, y desde su aparato quien lo operó) y su ubicación puede hallarse entre las coordenadas tal y tal (esto es, con epicentro en San Ignacio y un radio de no más de 20 kilómetros). Y el mensaje en verdad podía referirse a la colonia Loreto y queda en cercanías al lugar donde se habían fijado la atención para tratar de lograr la liberación de las dos personas buscadas”.
Así, los oficiales Uldarriz y Carentein deciden recomendar un operativo en Loreto.
Las fuerzas comunican la decisión y en el mayor sigilo posible y la mayor celeridad dable, dos camiones con efectivos parten hacia la localidad de Loreto. Tienen un recorrido no muy extenso por la ruta nacional 12.
El detalle es que allá no se encontrarán con Linda Celeste ni con Gilles, sino que hallarán algo más grande aún… claro que eso no lo podían sospechar.