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martes, diciembre 3, 2024

Comenzó la maratón soltero y la finalizó casado y con seis hijos

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La increíble historia fue de Shizo Kanakuri en 1912. El japonés comenzó la prueba en Estocolmo 1912, nunca llegó y lo dieron por perdido. Más de 50 años después, volvió y cruzó la meta.

Eran los Juegos Olímpicos (JJOO) de Estocolmo 1912. Allí había un corredor especialmente motivado. Shizo Kanakuri era el primer atleta japonés clasificado para unos Juegos Olímpicos. Solo llegar desde Japón fue una odisea de más de dos semanas que requirió trenes, barcos y mucha paciencia. El joven de 20 años había establecido un año antes lo que se creía que era el récord mundial de la maratón y en Suecia aspiraba a hacer historia.

Japón participó por primera vez de los Juegos Olímpicos en la capital sueca y uno de los dos atletas con los que contaba la delegación era Shizo Kanakuri, quien era entrenado por Kano Jigoro, creador del judo y responsable de la entrada del país asiático en el mundo olímpico.

Con ese antecedente, Kanakuri llegaba a la línea de partida como uno de los favoritos para quedarse con una medalla, pero terminó la prueba en condición de desaparecido.  Kanakuri fue uno de los 68 corredores que se presentó en la partida de largada, pero no fue uno de los 34 que logró completar el recorrido. 

En la línea de partida estuvo Kanakuri… En la de llegada, ese día, no.

¡Y largaron! Apenas 25 kilómetros después de empezar la carrera… desapareció. Shizo no aparecía por ningún lado. Dos atletas sudafricanos fueron los primeros en cruzar la línea de meta en el estadio, y uno a uno fue llegando el resto, totalmente exhaustos. Pero Kanakuri nunca apareció y los oficiales de la carrera no pudieron encontrarlo.

Lejos de la ropa, los calzados y la preparación que hoy tiene un maratonista, los abandonos eran un denominador común en esa época e incluso en Estocolmo un corredor portugués, Flavio Lázaro, quien había sido el abanderado, perdió la vida luego de desplomarse a los 30 kilómetros: fue traslado a un hospital pero murió al otro día.

Finalmente, los olímpicos hicieron las maletas y abandonaron la ciudad. El mundo pronto entraría en guerra, se cancelaron los eventos deportivos internacionales y, durante décadas en Suecia, Kanakuri fue considerado oficialmente desaparecido. ¿Qué había pasado?

Hacía calor en Suecia

Kanakuri no tomaba agua durante las carreras, el calor le terminó jugando una mala pasada y en un momento del recorrido se desvaneció. El japonés terminó en la casa de una familia, que le dio de comer y tomar. 

Kanakuri había recorrido unos dos tercios de la carrera cuando tropezó y se desvió de la carretera. Los informes sugieren que se desmayó, quizá por un golpe de calor. En cualquier caso, la carrera continuó y el corredor japonés se encontró en una granja propiedad de la familia Petra. Amables, le dieron de beber jugo de frambuesa, así como fruta y rollos de canela, y le proporcionaron ropa nueva y un lugar donde dormir.

La familia Petra atendió al maratonista desfalleciente

Una vez que recobró la fuerza, se fue al hotel y partió de vuelta hacia su país, avergonzado, sin decirle a nadie lo que había sucedido.

Huyó muerto de vergüenza de Estocolmo sin avisar a nadie. En Suecia lo seguían buscando cuando reapareció en competencias olímpicas

Los organizadores tampoco sabían de la decisión que había tomado, por lo que salieron a buscarlo y al no encontrarlo por ningún lado, decidieron darlo por desaparecido. Hasta que apareció medio siglo después…

“Es la mañana siguiente a mi derrota. Me duele el corazón de arrepentimiento para el resto de mi vida. Pero el fracaso enseña el éxito y solo puedo esperar a que llegue el día con buen tiempo después de la lluvia para poder limpiar mi vergüenza. Si la gente quiere reírse, que se ría. Mostré la falta de fuerza física de los japoneses y sus habilidades inmaduras. No puedo cumplir con esta carga, pero morir es fácil y vivir es difícil. Para borrar esta vergüenza, trabajaré con todas mis fuerzas para pulir mis habilidades en el maratón y elevar el prestigio de nuestro país”, escribió en su diario Kanakuri.

Y mientras en Suecia lo seguían buscando, él por su parte, siguió corriendo por Japón, decidido a honrar su nombre y el de su país. Al igual que su mentor, Kano, se dedicó a la educación y se le atribuye la creación de la carrera Ekiden, un relevo de larga distancia de varias etapas que sigue siendo popular en Japón.

En 1920, Shizo (al centro) en Amberes

“Vamos, Shizo, hay que terminar la maratón”

Kanakuri reapareció para competir en dos Juegos Olímpicos de verano posteriores. Quedó 16º en los Juegos de 1920, pero no logró terminar el maratón olímpico de 1924.

La historia de su desaparición empezó a llamar la atención en torno al 50 aniversario de los Juegos de 1912. El japonés se había hecho mucho más famoso que cualquiera de los medallistas de la carrera. De hecho, se convirtió en protagonista de numerosas leyendas urbanas en Suecia. Pero los mitos que rodeaban a Kanakuri se desmontaron cuando en 1962 el periodista Oscar Söderlund decidió seguir la pista del famoso olímpico en Japón.

En 1967, con el motivo del 55° aniversario de los Juegos Olímpicos y en busca de recaudar fondos para los Juegos de México 1968, las autoridades invitaron al japonés y le realizaron una curiosa propuesta: que complete el maratón que no había podido terminar.

“Ha sido una carrera larga pero durante ella he conseguido una esposa, seis hijos y diez nietos, y eso lleva su tiempo, ya saben”, bromeó Shizo

En 1967, las autoridades suecas organizaron el regreso de Kanakuri a Estocolmo, donde se reunió con la familia Petra y también le invitaron a terminar por fin la maratón. Celebraron una ceremonia, que tuvo una gran cobertura en los medios de comunicación suecos. Cuando por fin cruzó la línea de meta, se anunció que su tiempo era de 54 años, 8 meses, 6 días, 5 horas, 32 minutos y 20,3 segundos. Un locutor del estadio dijo entonces con mucha alegría: “Aquí concluyen todas las pruebas de los Juegos de Estocolmo de 1912”.

En 1983, Kanakuri (al centro) poco antes de su fallecimiento

“Ha sido una carrera larga, pero durante ella he conseguido una esposa, seis hijos y diez nietos, y eso lleva su tiempo, ya saben”, bromeó Kanakuri, quien falleció en 1983 con 92 años.

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