Ya han pasado 29 años. Del viejo tronco del Movimiento Agrario de Misiones (MAM) surgió este retoño, un hijo de la desesperación. Eran los años 90 del siglo pasado. El precio de los productos tradicionales no valía nada. Ni la yerba, ni el té, ni el tung, ni citrus. Nada. ¿Qué hacemos?, fue la pregunta. ‘Vendamos comida, alimentos’, fue la respuesta. ¿Yo? dijo el chacarero. Ni loco. “Bueno, voy yo”, dijo la esposa. Y así empezó el milagro misionero a gestarse
Un modelo de ventas que comenzó tímidamente en 1995 en Oberá. Hoy llega a la mayoría de los municipios que agrupan a cientos de familias. Las Ferias Francas se constituyen en un referente regional de agricultura familiar. Uno de sus impulsores fue Eugenio Kasalaba, integrante desde los inicios del Movimiento Agrario Misionero. A continuación se comparte un ensayo escrito en el 2014 pero que no perdió su vigencia. Permite reflexionar sobre esa gesta que derivó en un exitoso modelo de ventas. Ningún feriante se hizo rico, pero sin dudas, muchos han mejorado su calidad de vida ofreciendo productos ricos, frescos y sanos a una clientela que cada vez valora más este tipo de alimentos.
No es fácil la vida en la chacra. Todos los días hay que ocuparse de las distintas tareas. No existen domingos ni feriados, ya que a los animales hay que alimentarlos igual. Y para colmo, hay que sortear las inclemencias del tiempo: desde la sequía que aniquila todo, hasta las fuertes tormentas con granizadas que ocasionan daños considerables.
De manera que la vida del agricultor históricamente ha sido difícil. Y en la década del ’90, lo fue aún más. Era más económico importar carne de Uruguay, maíz producido en Francia o almidón de mandioca paraguayo que consumir el de la región. De esta forma, había mucha producción que no conseguía insertarse en ningún mercado. Además, no había precios para los productos tradicionales como Yerba mate, té y tabaco, por lo que el productor se veía de pronto en la necesidad de buscar nuevas alternativas que le permitan generar ingresos para poder sobrevivir
“Mientras el aumento del Producto Bruto Geográfico en Misiones en los años ’90 exhibía un crecimiento de la economía, la caída de los precios de productos primarios, el aumento de la desocupación y la emigración rural, generaban un fuerte aumento de la pobreza, agravando desigualdades históricas”, recuerda el antropólogo misionero Pedro Oviedo (2014: 2).
En ese contexto, a mediados de 1995 surgen las ferias francas. Una iniciativa que nació en el seno del Movimiento Agrario Misionero (MAM) y que encontró en el Programa Social Agropecuario, fundamentalmente, las herramientas para llevarlo adelante. No fue un proceso sencillo: primero, había que diversificar la chacra, y en segundo lugar, no solo aprender a vender de manera directa sino a defender una producción de la que se es dueño. Fue un cambio cultural y social de fuerte impacto en la provincia, porque eliminó la figura del intermediario pero además el productor empezó a establecer el precio de las cosas de la chacra. Viajaron a Brasil porque habían oído hablar del éxito de las ferias de los hortigranjeiros. ¡Y era verdad! Volvieron entusiasmados y vieron que aquí se podía replicar.
María Cecilia Anello (2014: 8) resalta el “vínculo solidario” que une a los agricultores, siendo el reconocimiento social tan importante como los réditos económicos. En este mercado alternativo al convencional las mujeres cobran protagonismo.
(…) las ferias representan la capacidad de organización popular, para llevar adelante un proceso autogestivo, que favorece los vínculos horizontales y la participación democrática directa. Es también hoy parte de la política pública, en tanto experiencia que se replica en tantos otros puntos del país (Anello; 2014:2).
Con el tiempo la iniciativa del MAM encontró el acompañamiento del Estado, sobre todo a partir del 2003 (hasta ese momento, todo estaba liberado a la oferta y la demanda, no había regulación) generando posibilidades de asistencia directa (subsidios) y más tarde, de créditos que fortalecieron los distintos espacios de producción, participación y comercialización que se fueron abriendo a lo largo y ancho de la provincia, a tal punto que actualmente está instaladas unas 60 de ellas que contienen a unas 2500 familias en los 75 municipios de Misiones.
“Nosotros que estamos viejos pero no cansados queremos seguir luchando para demostrar que esto que alguna vez soñamos desde la década del ’70 tiene futuro. A pesar de que mucha gente todavía nos mira de reojo porque somos de MAM creo que estamos dando cátedra de que se pueden hacer cosas como con la gente que ya no está diseñamos y armamos la feria franca y se sembró en la provincia y se sembró en la Argentina”, recuerda con un poco de nostalgia el dirigente del MAM Eugenio Kasalaba.
Así recuerda con orgullo Kasalaba, en una entrevista realizada el 13 de noviembre del 2014 por el periodista Carlos Da Rosa para LT 85 TV Canal 12. En la oportunidad se dejó inaugurado un molino y depósito para la venta de yerba mate en Panambí que pertenece a la Cooperativa Río Paraná[1]. La misma fue constituida por el MAM, tiene doscientos socios que son pequeños productores con 2 a 5 hectáreas.
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Según lo explica Schuster (2006: 48) la concepción de movimiento hace alusión a la continuidad, tal como lo prueba lo desarrollado en este trabajo. Esto se debe a que posee identidad colectiva (Movimiento Agrario Misionero integrado por agricultores), organización (con una estructura de dirigentes), continuidad en el tiempo (desde 1971 hasta la fecha) y en el espacio (territorio de la provincia de Misiones). Este movimiento ha protagonizado a lo largo de su historia distintas protestas, que según el contexto, tuvieron variadas repercusiones.
En cuanto a las dimensiones de análisis, la identidad señala un antecedente, poco estudiado y “tapado” durante muchos años: la masacre de Oberá. En 1936, cuando Misiones todavía era territorio Nacional, un grupo de colonos marchó en reclamo de mejores precios motivo por el cual fueron reprimidos a balazos con un saldo de heridos y víctimas fatales. Ese fue el primer antecedente de la protesta agraria en Misiones. El MAM también encara una protesta homogénea de precios justos. Las condiciones estructurales sitúan un contexto político nacional con un gobierno de facto a cargo de Roberto Marcelo Levingston (1970-1971) y Alejandro Agustín Lanusse (1971-1973). Luego llegan Perón, Isabelita, y finalmente la dictadura militar. La protesta del MAM está en consonancia con las llevadas adelante por las Ligas Agrarias en Argentina. En cuanto al formato, se reunían bajo la modalidad de asambleas y las protestas se dan en carácter de movilizaciones que el gobierno respondía en general con represión.
Al igual que tantos otros en Argentina, este movimiento se define en sus inicios en relación al capital y el trabajo: un movimiento de clase constituido por trabajadores que se enfrentan a situaciones consideradas injustas. El Movimiento Agrario Misionero se constituyó en 1971 siendo un instrumento de defensa de los intereses de los agricultores. Es que la situación era muy difícil en términos económicos:
“Esta estructura agraria con pequeños y medianos productores que venían padeciendo diversas dificultades para la colocación en el mercado de su producción a raíz de la caída histórica de los precios de la yerba mate y de las trabas en su comercialización, constituye uno de los rasgos destacados que particularizan el proceso de movilización en la provincia de Misiones (Bartolomé 1982, citado por Galafassi 2008).
Un proceso de fijación de precios regulado por el Estado en valores poco remunerativos, junto con la concentración de la propiedad condujo a una crisis que empobreció aún más a los sectores rurales más desprotegidos. Así es que su creación data del 28 de mayo de 1971 en Oberá (zona centro de la provincia) en una asamblea en la que participaron 95 delegados en representación de 65 colonias.
Si se analiza este comienzo desde la teoría de las protestas, se entiende que “la acción colectiva es el resultado de la asociación de individuos con intereses comunes que desarrollan estrategias colectivas como alternativa racionalmente calculable para optimizar, en circunstancias ocasionales y bien delimitadas, las probabilidades de éxito en la satisfacción de sus preferencias” (Schuster; 2006: 46). Pero el autor considera que es necesaria una articulación con la teoría de los movimientos sociales.
Tal como lo expresa el autor (ibid: 70) hoy en día no puede entenderse la protesta sin vincularla al concepto de ciudadanía y esa capacidad de los individuos de hacer uso del espacio público para hacer valer sus derechos. Como toda protesta, las agrarias no se realizan dentro de una chacra, o en una parcela privada, sino que hacen uso de las plazas, calles, rutas, y todo tipo de lugares que les permita hacer visible el reclamo[2].
La ciudadanía requiere condiciones políticas y sociales, entre las que se destaca la igualdad (que en términos de O’Donnell es abstracta) y que según Marshall está asociada al concepto de membrecía plena en la sociedad: “la desigualdad del sistema de clases sociales puede ser aceptable siempre que se reconozca la igualdad de la ciudadanía” Marshall – Bottomore; 2005: 19). Los hombres se reúnen protegidos por una ley común estimulados por el objetivo de conseguir derechos y el goce de obtenerlos (Ibid. 47).
“El desarrollo de fuertes movimientos sociales con creciente repercusión pública –por ejemplo movimientos campesinos, de mujeres, de estudiantes, ecologistas, de los desocupados, de los pobladores urbanos, etc. – tienden a una recuperación de la política y el espacio público, ensanchando la esfera de ciudadanía. Que estos movimientos tengan un verdadero impacto en el escenario político y social depende, en gran medida, que puedan sortear los riesgos de la atomización de la protesta y confluir en un movimiento amplio de cambio social y político que renueva las condiciones de funcionamiento del sistema social que genera la exclusión (Sarmiento; 1998: 68)”.
La primera manifestación del MAM fue el 8 de septiembre de ese año, con la presencia de cuatro mil colonos exigiendo precios mínimos para el té verde, almidón, tung y demás cultivos.
“Este movimiento rápidamente logra posicionarse -pasando rápidamente de 65 a 80 núcleos de base- en la compleja y dinámica relación de fuerzas y sectores del agro misionero (legitimándose como representante de ciertos intereses) a través del llamado periódico a la movilización y a la lucha en las calles. Tal es así que puede decirse que el MAM recibe su “bautismo de fuego” haciendo efectivo su ingreso a la política en el momento en que el gobierno provincial decide reprimir una de sus manifestaciones, la que tuvo lugar el 20 de octubre en oportunidad de concretar una marcha hacia Posadas que solo llegó hasta Candelaria debido a la fuerte represión desplegada por una fuerza combinada de policía, gendarmería y ejército. El acto se termina realizando allí mismo, luego de un acuerdo con el gobierno, y las intervenciones fustigan fuertemente al poder político y al económico (Galafassi; 2008)”.
Con estos ejemplos cobra dimensión el concepto de acción de protesta: “no es solamente una manera de hacer visible un movimiento, sino también la creación de una novedad, un quiebre, y una ruptura con la serie de interacciones sociales que teníamos antes de ella (Schuster; 2006: 51)”. El autor destaca que las protestas sociales se muestran como el sostenimientos de demandas ante el Estado (Ibid: 57), que en nuestro caso de estudio se refiere a un Estado ausente, liberal, que deja a la deriva a la gran masa campesina en cuanto a su reclamo de precios regulados de manera injusta.
Entre mayo y octubre de 1972 también realizan numerosas manifestaciones. Durante la última dictadura muchos de sus líderes fueron perseguidos, secuestrados y desaparecidos.
“(…) la dictadura que se instala en 1976 golpea duramente al movimiento de productores a través del Operativo Toba IV que los pone fuera de la ley. El ejército a cargo del Estado declara una guerra en donde el enemigo es la subversión, cayendo en esta categoría tanto el Partido Auténtico, como la JP, los Montoneros y aquellos sectores del movimiento agrario más cercanos a estas expresiones políticas, especialmente los allegados a las Ligas Agrarias Misioneras (Galafassi; 2008)”.
La lucha del MAM
Nada es inocente o casual. Las políticas públicas deben ser analizadas según las relaciones de fuerza, que en términos de Pierre Bourdieu (1995) son campos de lucha. Cabe destacar que el significado de “campo” queda totalmente excluido de la connotación rural, sino que se trata de microcosmos que poseen sus estructuras con relaciones objetivas que son construidas por los propios hábitus de los agentes. Hay lugares determinados que solo pueden ser ocupados por sujetos determinados. En la cúspide solo hay espacio para una(s) (pocas) persona(s). El lugar se va definiendo según las luchas que se libran. Cuanto más domine las reglas del juego un agente, más posibilidades tendrá de llegar. Porque en definitiva la lucha es para acumular capital. De todas formas, Pierre Bourdieu redefine el concepto de “capital” liberándolo de la concepción económica ya que consiste en “un conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden”, explica Alicia Gutiérrez (1995: 34). La importancia de cada capital reside en que el mismo es un bien escaso, porque si estuviera al alcance de todos, nadie lucharía por conseguirlo.
Los campos se distinguen entre sí según el tipo de capital que hay en juego. Según la distribución se define la estructura ya sea el bien económico, social, cultural o simbólico. El capital económico, tal como su nombre lo indica, es la posesión del dinero y recursos materiales. El social tiene que ver con el círculo de relaciones estables que posee una persona, los que comúnmente se conoce como “contactos” que poseerlos otorga prestigio. El capital cultural está ligado a la ciencia, el arte, los conocimientos que tiene un agente, por lo que supone un proceso de incorporación.
De manera que los feriantes han poseído distintos tipos de capital según el rol que ocuparon dentro del campo de la agricultura en Misiones. Tal como lo expresó Kasalaba en la cita de la primera página “mucha gente todavía nos mira de reojo”. Esto hace alusión a la ubicación que tenía el MAM en el imaginario popular décadas atrás, y cómo aún perdura en algunos casos. Pero el dirigente agrario es más específico:
“Los ’90 (fueron) una época donde éramos más expulsados del sector rural a los pueblos, ya no a las ciudades. Nosotros quisimos demostrar que había un modelo posible, que como decía Michel Guilbard[3] ‘para ganar la lucha hay que asegurar la comida’ y la lucha era quedarse en la chacra, no era salir a pelear. Esas enseñanzas nos dejó Michel. Recuerdo el primer día de feria éramos muy pocos, y la gente decía ‘somos tan pocos y cómo vamos a crecer’. Y Michel decía ‘todos nacemos con 3 kilos, después crecemos’” (Entrevista a Eugenio Kasalaba, ibid).
Las palabras de Kasalaba sirven para entender las relaciones de fuerzas que teoriza Bourdieu. Empezaron unos pocos y con poco. Venían sobreviviendo en una década caracterizada por el neoliberalismo, con poca intervención del Estado dentro de la economía, donde los principales perdedores eran los más débiles. Pero los agricultores de Misiones, fieles a ese estilo trabajador que los caracterizó desde la llegada de los pioneros, quisieron demostrar que “había un modelo posible”. Y así fue como se largan en la “lucha” por ese modelo, con la esperanza de que creciera en el tiempo. Y vaya que creció. A punto de cumplir 20 años, hoy las Ferias Francas están nucleadas por una Asociación que les da representatividad a los 2.500 productores.
De todas formas, como bien lo sintetiza Roze (1985: 239) hay una confusa unidad en lo diverso, ya que según el autor el MAM tuvo dos rupturas por las que se produce la creación del AMA (Agricultores Misioneros Agremiados) y LAM (Ligas Agrarias Misioneras). Ninguna de las dos sobrevivió al tiempo, quedando en pie solamente el MAM.
En Misiones, a nivel institucional, podría decirse que uno de los grandes logros de la lucha está en el plano legislativo. El 24 de Junio de 2010 los Diputados Provinciales aprobaron la Ley de Ferias Francas. El autor de la norma es Carlos Rovira, quien ejercía como Presidente de la Cámara de Representantes al momento de tratarse del proyecto, y quien además fuera gobernador de Misiones de 1999 a 2007. Es decir que se trata de un sujeto con amplio poder político el que puso la firma para la iniciativa que regula la actividad.
La Ley III – Nº 10 tiene como objetivos promocionar y facilitar la producción, el consumo y la comercialización de los productos provenientes de las ferias francas de la provincia; incentivar la producción natural, agroecológica y saludable en función del compromiso de los productores con los consumidores y el cuidado del medio ambiente; así como fomentar el consumo interno y la exportación de los productos elaborados.
A partir de su implementación se estableció la creación de un registro provincial de los feriantes que permitirá conocer con precisión la cantidad de personas que se dedican a esta actividad. Además, la ley establece la conformación una red provincial de organizaciones de productores feriantes y agentes que comprenda la cadena desde la elaboración hasta la comercialización final, en un mercado zonal concentrador de ferias francas. Y así es como se llega a otro de los grandes logros: para fortalecer las ventas se crea un mercado concentrador de la producción. Fue inaugurado en Agosto de 2012, está ubicado en la Chacra 100 de Posadas, y cuenta con el último equipamiento en cadena de frío, además de un espacio para la comercialización. Hay proyectos de construir otros mercados en distintas localidades del interior, pero hasta ahora no resultan más que un cúmulo de buenas intenciones lejos de convertirse en realidad.
En la búsqueda de nuevos roles
El Movimiento Agrario Misionero fue un espacio de protesta frente a un sistema neoliberal incipiente. Los agricultores se enfrentaron a situaciones injustas en un reclamo que tuvo tanto de económico como de político, siendo este último el motivo de la persecución y desaparición de grandes líderes que lamentablemente por la extensión de este trabajo no se ha podido profundizar en sus historias. Pero hoy, a casi cuatro décadas de la restitución de la democracia, se siguen conociendo historias de resistencia por parte de estos luchadores (muchas veces) ignorados o desconocidos por la historia oficial.
El MAM no desapareció pero cambió su rol: ahora a mediados de los 90 incluía políticas de fomento e inclusión en el agro
Si bien el MAM no desapareció, sí cambió su rol en el campo del poder. De todas maneras sus líderes continúan promoviendo políticas de fomento e inclusión en el agro, tal como las ferias francas o la cooperativa ejemplificada en el desarrollo de este trabajo.
Sin dudas la agricultura familiar dejó de ser la expresión de unos pocos campesinos para convertirse en un movimiento mundial. De hecho, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) determinó que el 2014 fuera el “Año internacional de la Agricultura Familiar”, con el objetivo de visibilizar la atención mundial en este modo de producción y “su importante papel en la lucha por la erradicación del hambre y la pobreza, la seguridad alimentaria y la nutrición, para mejorar los medios de vida, la gestión de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y lograr el desarrollo sostenible, en particular en zonas rurales”[4]. La meta es reposicionar la agricultura familiar en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales.
https://www.youtube.com/embed/R1wd0UPedkI?feature=oembed José Czerepak, el sacerdote que apoyó la lucha agraria. El documental “Gallo fino” le rinde homenajes. Informe para Panorama Federal, 2016.
[1] “De acuerdo a un relevamiento del Ministerio de Acción Cooperativa, en 2011 estaban registradas 215 `cooperativas agropecuarias` en Misiones. Con cerca de 11.000 productores asociados participarían del 20% de la producción de té, del 22% de Yerba Mate y del 37% de Tabaco.” (OVIDEO; 2014:5).
[2] Los medios de comunicación, con sus características propias, también forman parte de ese espacio público en disputa.
[3] Michel Guilbard fue un dirigente agrario proveniente de Francia que vivió en Oberá y luchó por los derechos de los agricultores y por el precio justo de la yerba mate. Fuente: http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=0797724410684313
[4] http://www.fao.org/family-farming-2014/home/what-is-family-farming/es/
*Trabajo de investigación para la Maestría de Políticas Públicas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, año 2014.
- Publicado en PM originalmente en agosto de 2022