El Hogar Madre Teresa de Calcuta es un lugar donde los más humildes de Misiones (sin obra social, sin nada) puede recibir no solo un trato afectuoso y contención sino además una estancia en un edificio con instalaciones hoteleras. Cumplió 38 años y algunos como la Hermana María Virginia y su actual tesorera (y virtual factótum) Aida Beyer de Carles han estado desde el primer instante
Todo empezó con una simple propuesta: Blanca Cherey era una enfermera del Hospital que tenía un terreno a una cuadra y media de la entrada del mismo Madariaga. “Yo se los dono para que hagan un albergue, pero ustedes ¿me pueden conseguir un departamento en el Iprodha?”.
Era mediados de los años 80, ya estaba la democracia y el trabajo incansable de la pastoral de salud de la Iglesia con el padre Jaime Vorwerk y -en especial- con la incansable tarea de la hermana María Virginia Coronel empezaba a dar sus frutos. Junto a una madre que se acercaba con sus hijas (Aída Beyer de Carlés) empezaron a cranear la idea de un lugar para los más desvalidos (esos que vienen del interior) y no tienen donde parar cuando son tratados en el Hospital.
Y así surgió: Blanca Cherey fue a un departamento del Iprodha Chacra 32/33 y en su terreno se erigieron dos casas de madera. Las famosas Ñande Roga (primero una y luego otra) pudieron cobijar (a pura voluntad) a los que venían del interior.
Estos días de septiembre el Hogar está cumpliendo 38 años. Y allí estaban María Virginia, Aída, y el padre Jaime.
Fue Beyer de Carles en una noche de algunos tentempiés y alegrados por la música de los Encina que recordó algo de estas tres décadas y media.
“Así que gracias a todos los que trabajan hoy -dijo y mirando a los albergados que compartían el momento- ustedes encuentran una casa confortable, un lugar donde atienden estas guardias que son una maravilla. Así cuando retornan se van reconfortados de poder estar en un lugar bueno”, empezó
Y señalaba cómo a veces son las condiciones climáticas. “Anoche, ayer cuando estaba tan frío lluvioso el tiempo yo solo daba gracias para que los albergados como ustedes estaban acá calentitos, sin estar en la intemperie. Y podían estar compartiendo en estas habitaciones en un Salón de Usos Múltiples (SUM) que se llama Blanca Cherey porque es ella la enfermera que donó este sitio, este terreno por eso se llama Blanca Cherey”, dijo al referir la historia contada al principio.
Y el sector hombres del SUM se llama “Omar Ratti” porque fue el impulsor. “Es que cuando todos nos decían que era imposible avanzar, que se tornaba muy difícil, ¿no? Sí, llegamos a presentar nuestro proyecto a todas las ONG, hasta una de Alemania. Armamos el proyecto con arquitectos y ahí, aparece el empresario que fue un ángel que pasó por nuestras vidas…”
Así recordaba como a inicios de la década de 2010, conoce al empresario de la construcción Omar Ratti y la convoca. “Y bueno, yo vine con todos los planos que había presentado a la gente de Alemania y nos reunimos allá en una salita que había en la recepción y dice: “Pero señora, ¡ustedes tienen todo! Pero no vamos a hacer un modelo en plantas y el edificio tendrá cuatro y yo -tan inocente -porque no me podía creer lo que me decía le digo: ¿Cómo van a subir con los enfermos cuatro pisos?’ Fue tan gracioso… Ratti me mira y dice: ‘Pero, señora me extraña, colocaremos un ascensor'”.
Y allí, dándose vuelta Aída muestra a todos el ascensor gigantesco que cuenta el Hogar.
Y así lo que en primeros años fue un trabajo a voluntad con muchos benefactores que donaban sus tiempos y esfuerzos con sábados de hacer pollos con mandioca o el señor de la heladería Valencia que venía a cocinar paellas se iba avanzando.
Hoy todo está más “profesionalizado”. El gobierno se ha hecho cargo de las diez agentes de guardia que dependen del Parque de la Salud. Y el HMTC posee gracias a su Directora Mariana Basconcel posee un sistema implementado para la entrega de elementos para cada albergado (sábanas, toallas, etc) con chips y seguimiento así como cámaras en todo el edificio y seguimiento de alta calidad.
Toda la pandemia el Hogar siguió funcionando y -gracias a Dios, como dicen allí- nunca tuvo un caso de Covid dentro de sus instalaciones lo que habla maravillas de su gestión de calidad y limpieza.
La propia Hermana María Virginia (hoy jubilada pero no retirada) tuvo tiempo para resaltar el trabajo que se hiciera desde los primeros años. “Acá hubo mucho amor para esta gente. Un aplauso por los agentes de guardia, porque ellas lo son todo, y los albergados lo saben perfectamente, la paciencia, el cariño, el amor”.
Y no dejó de saludar “a Norma Moreira, que se jubiló, estuvo muchos años en el viejo, edificio de madera, y sobre todo con la gente, porque ellos los saben perfectamente”.
Y claro, pasar de un par de casas de madera de una planta a un edificio de cuatro plantas con prestaciones de hotel cuatro estrellas no es poca cosa.
Y Aída lo recuerda.
“Ratti no dice: ‘Yo no lo voy a hacer solo, yo voy a invitar a funcionarios, al gobierno, a todos, a quien quiera involucrarse, a usted, para mí, dice, yo solo lo voy a hacer. Entonces, en treinta días le contesto cómo vamos a organizarlo”.
Y esos treinta días, para ella fueron como estar caminando en el aire, le cuento: “¿le cuento, le cuento, le cuento al resto de la Comisión? Porque era una noticia bomba. ¿Y si contaba y después me fracasaba, me iban a venir con el “¿viste?, ya te dije”.
Pero no fue así. “A los treinta días Ratti me dice: busquen un lugar tranquilo algo más o menos cerca del actual, pero no dejen de trabajar un solo día. Aunque tengan un poco el regalo, no va a haber problema. Entonces, conseguimos el nuevo lugar. Mientras continúa, nos mudamos allá. Ahí está el nuevo hogar. Era el hogar elástico, porque poníamos colchones tirados por todo el hogar. Y realmente fue muy lindo. Sí. Cuatro años, y después otros cuatro años para trascendernos a hablar. Y el gobierno que nos ayudó con subsidios. Hicieron los contactos. Se hicieron todos los planos, ya se empezó la obra. Estuvimos piloteando. Pero nos marcó el sendero. Y fue así que salimos”. Y desde el año 2015, estamos en este lugar. Treinta y ocho años. Treinta y ocho años. Empezamos con una Ñande Roga, humilde, eso era el anterior hogar con casas de Madera, que hacía el gobierno”.
Y los compases de Nito y Nico Encina van llenando de chamamés e historias la noche.
En un cuadro, la Madre Teresa -tan seria ella- parece sonreír y dar el visto bueno a tan excelente obra.