En un pueblo de Estados Unidos, se animaron a implementar todas las ideas sobre ser libertarios al extremo. No hubo impuestos, ni escuelas, ni policías: no hubo Estado por ningún lado. ¿Cómo finalizó? Los anarcocapitalistas terminaron en fracaso total y siendo corridos por osos (libres también).
Lo denominaron Proyecto del Pueblo Libre. Eran anarcocapitalistas que decidieron llevar a la práctica sus ideas y convicciones. Fue hace veinte años en un pueblo de Estados Unidos al norte, cercano a la frontera con Canadá con mucha vida silvestre. Tanta, que los osos que deambulaban por el lugar terminaron imponiéndose sobre los libertarios que -fieles a sus consignas- dejaron que todo siga igual (hay que recordar que llevan al extremo la famosa frase creadora de la doctrina que es laissez faire, laissez passer -o sea, dejar hacer, dejar pasar- y que si los osos querían andar por la comunidad no había nada que les impidiera. Y VLLC.
“En 2004, cientos de personas se trasladaron a Grafton para fundar lo que llamaron el Free Town Project (Proyecto del Pueblo Libre) y demostrar la factibilidad del libertarismo creando una comunidad utópica”, relató una nota de BBC Mundo donde el periodista estadounidense Matthew Hongoltz-Hetling, relató lo ocurrido en el pequeño pueblo.
Hongoltz-Hetling es autor del libro el libro A Libertarian Walks into a Bear (en español se puede traducir como “Un libertario se cruza con un oso”) y recordó que una cosa es ser liberal y otra libertario.
En el liberalismo clásico el Estado debe ser mínimo; es decir, acepta que el Estado exista, pero sólo para dar servicios mínimos de salud, educación, seguridad y justicia. No mucho más.
Para los anarcocapitalistas el Estado es el enemigo y hay que liquidarlo.
“Nos vamos pa’l norte!” (We are going to north)
¿Pero por qué Grafton?, se pregunta la BBC. “Los libertarios estudiaron docenas de ciudades en New Hampshire antes de decidirse por Grafton, pero este lugar resultó atractivo por varias razones: Allí vivía un libertario llamado John Babiarz, que se postuló a gobernador. También tenía una población pequeña, de unas 1000 personas, lo que significaba que un número relativamente pequeño de votantes libertarios iba a ejercer una enorme influencia a la hora de aprobar ordenanzas municipales e impuestos”, enumeró el periodista.
“Y, por último, Grafton tenía una profunda historia de rebeldía contra la autoridad. A finales del siglo XVIII votó por separarse de los entonces recién constituidos EE.UU. por cuestiones fiscales, y muchos de sus habitantes ejercían la desobediencia fiscal (no pagaban impuestos)”, remató.
En pocos meses, unos 200 libertarios, el grueso de los cuales se conocieron por internet, se mudaron a Grafton para poner en marcha su experimento.
Los nuevos vecinos eran mayoritariamente hombres blancos, solteros y partidarios de la posesión de armas de fuego.
Sin embargo, desde el punto de vista económico el perfil de los recién llegados era más variado, algunos tenían mucho dinero y otros eran pobres y no tenían nada que los atara a sus lugares de origen.
“No hay plata”
Los nuevos vecinos comenzaron a hacerse sentir pronto. “Eran muy activos y participaban en el proceso político local, lo que les permitió imponer muchas de sus ideas a la comunidad”, relató Hongoltz-Hetling.
Y aunque fracasaron en sus intentos de sacar al pueblo del Distrito Escolar, autoridad que se encarga de supervisar a los colegios, o declarar a la localidad como “zona libre de Naciones Unidas”, sí convencieron a sus vecinos de que recortaran en un 30% el ya ínfimo presupuesto municipal, el cual era de apenas 1,3 millón de dólares.
Ya para 2011 los caminos de Grafton se llenaron de baches, el alumbrado público y el servicio de recolección de basura casi desaparecieron, la biblioteca pública tuvo que reducir su horario a apenas 3 horas diarias y la vigilancia y seguridad había mermado, porque la policía sólo contaba con recursos para pagar a un agente a tiempo completo (el comisario en jefe). También aumentó la delincuencia y se dieron dos asesinatos por hechos violentos.
“Ahí vienen los osos”
La mezcla entre desregulación, recortes impositivos e ideas libertarias resultó en un cóctel peligroso.
“Muchos de los libertarios que vivían en el bosque no seguían las recomendaciones sobre la eliminación de residuos, lo que creó una fuente de alimento fácil para los osos. En segundo lugar, algunos de los libertarios empezaron a alimentar a los osos, del mismo modo que otros alimentan a los pájaros o las ardillas en su patio trasero, lo cual atrajo a los animales a las zonas residenciales”, narró.
Y había más: La gente rechazó llamar a las autoridades regionales para que consideraran la posibilidad de matar o reubicar a las bestias problemáticas; en su lugar, intentaron disuadirlas, de formas que no eran eficaces (usando fuegos artificiales). Con el tiempo, los osos se volvieron más audaces y se interesaron más por los humanos como fuente de alimento e incluso dejaron de hibernar.
Para 2016, ya todo estaba terminado. Y mal. Los libertarios se dieron cuenta que sus ideas extremas eran eso. Llevarlas a la práctica era otra cosa. Y se fueron.
“El presupuesto del pueblo no ha crecido para compensar los años perdidos y los servicios municipales siguen siendo deficientes en comparación con los de otras localidades vecinas. Sin embargo, el ambiente es más tranquilo que antes, y no ha habido más ataques de osos, así que quizás eso sea una victoria”, aseveró el periodista.
Pero ¿cómo un grupo de recién llegados pudo casi controlar un pueblo y desmantelarlo sin que nadie tomara cartas en el asunto? “Los libertarios actuaron dentro del Estado de Derecho, por lo que no había motivo para que intervinieran las autoridades estatales o federales”, replicó.
La propia nota de la BBC trae a colación el fenómeno Milei.
Y cita BBC con respecto a las ideas libertarias de Milei: Sin embargo, lo ocurrido en Grafton arroja dudas más que razonables respecto a que esta concepción se pueda poner en marcha de manera exitosa.
“El experimento permitió ver cómo la basura es el ejemplo más patético y muestra que no puedes dejar todo al mercado. El mercado puede regular los precios, pero hay otros aspectos de la vida humana que no cubre y es allí donde falla el modelo anarcocapitalista”, sentencian especialistas.
Es claro: un paso para atrás. En Grafton se privilegió la libertad sobre el orden, pero la libertad total lleva a la pérdida del orden y donde no hay orden predomina la fuerza y la ley del más fuerte: Cualquiera podía invadir tu casa, quitarte a tu esposa o matarte (…) La conclusión que manda este caso es que la libertad sola, sin orden, termina siendo negativa para ella misma y que los más débiles terminan siendo perjudicados
El enfoque antropocéntrico no contempla del todo las variables naturales, y por muchos rifles, tecnología y tratados de ideas políticas, cualquier utopía por muy bien planteada que esté falla al estar desglosada a partir de una soberbia humana que da por hecho que si encaminamos una serie de acciones para cumplir un objetivo por fin este se verá realizado. Hay otros muchos factores por los que no somos libres, y el más primordial de ellos es que compartimos un mundo con criaturas salvajes y fuerzas naturales que no están dispuestas a ceder por muchos argumentos que tengamos. Y que más allá de la gestión económica más elemental (impuestos, empleo público), estamos enmarcados en un mundo inseguro, cambiante e incierto en el que el ser humano y todos los productos de su creación son una ínfima parte.