Así están convencidos en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional. Luego de que se conocieran los nuevos datos de la pobreza e indigencia, la única tabla de salvación parece ser la caída y control de precios por la vía indirecta de ‘secar’ la plaza y contracción de la actividad
El Gobierno nacional buscará retomar la iniciativa en las próximas semanas, al apelar a su mayor capital político: la baja de la inflación. Las autoridades económicas anhelan llegar a esa meta: que la suba de precios oscile entre 0% y 1% mensual. Con ello, se obtendría una inflación anual de un dígito. Ergo, una suba de precios ‘normal’ como la de cualquier otro país. Hay que consignarlo: cuando se llega a un proceso inverso (deflación) tampoco es sano para la economía. Para hacer una analogía: cualquiera sabe que una presión arterial alta puede dañar severamente el cuerpo y la mente de una persona y ocasionarle ACV y daños cardíacos. No se puede vivir con presión alta porque daña. Pero una presión muy baja también es dañina.
Las encuestas empiezan a mostrar el desgaste que producen en la población en los números del presidente Javier Milei, de la mano de la recesión, la suba de precios de las mercaderías pero sobre todo de los servicios (salud, educación, servicios domiciliarios de agua, electricidad, gas así como de conectividad digital, telefonía, internet) y el aumento del desempleo, que impactan en todos los sectores de la economía y golpea en particular a la clase media.
Por lo pronto, las grandes masas de trabajadores del Área Metropolitana (AMBA) serán los primeros beneficiados. El ministro de Economía, Luis Caputo, buscará una baja en las boletas de gas natural y electricidad, y resolvió que no se aplicará un nuevo incremento en los boletos de colectivos y de trenes en el AMBA.
Quizá el dato que se soslaye es que rigen ya las tarifas eléctricas “crudas” y esto también impactará.
Hay desgaste y la aprobación de la gestión -como diría el Gobernador de Misiones- “no está fácil, mismo”.
En combustibles, YPF anunció un leve retroceso de 3% para que el gobierno diga que suben el 1% de impuestos de nuevo.
La ilusión -como se señala- del oficialismo está en la baja de inflación: por ahora, hace un cuatrimestre estancada en el 4% se esperan los índices nuevos con flamantes reducción. Se especula que puede ser del 2%.
En este escenario, el objetivo del ministro de Economía, Luis Caputo es mostrar hacia final del año que la inflación desaceleró fuerte.
Si se llegara a lograr un costo de vida cercano a cero, aunque sea solo por un mes, dispararía más presiones sobre el gobierno para seguir eliminando restricciones cambiarias.
La mayoría de los sectores productivos, en especial los ligados a la exportación, bregan por una eliminación del cepo cambiario como condición para volver a crecer con fuerza.
Los especialistas dudan de que esa medida llegue rápido, estimó José Calero en iProfesional. Es que más allá de que la inflación dé cero o no, la clave para empezar a desarmar totalmente las restricciones está vinculada a la eliminación del exceso de pesos, para evitar que haya una corrida hacia el dólar.
La coyuntura muestra que -gracias al blanqueo y la escasez de dinero en la plaza- la cotización del dólar h a venido cayendo unos 250 pesos. Pese a que el periodista y político Santiago Cúneo que estimó -en julio- que de 1500 (estaba en ese nivel) iba a trepar a 2000 pesos en pocos días y los exportadores lo querían a 2500, nada de ello ocurrió. “Compren a 1400 rápido que sube”, profetizó cual Moisés. Mala para él y peor para los que le hicieron caso.
Miguel Ángel Broda en 2002 vaticinó que el dólar iba a llegar a 20 pesos. En esos momentos, cotizaba a $4 por unidad de u$s. Dos años después los que le hicieron caso tenían que venderlo a $3
No es el primero: en 2002, Miguel Ángel Broda, uno de los referentes de la city porteña vociferaba que había que comprar dólares (estaba a 4 pesos la unidad) porque iban a seguir subiendo hasta llegar a 20 pesos. Dos años después se conseguían a 3 pesos. Y los que habían hecho caso a Broda aún seguían acordándose de él.
