El Congreso aprobó la Boleta Única de Papel. Habrá que marcar con una birome en la boleta qué candidatos se eligen. Y su estreno será en las elecciones legislativas del año que viene. Sólo el kirchnerismo se opuso.
El ciudadano argentino sabe qué día es. Un domingo cualquiera habrá que ir a votar. Si está fresco, se podrá su campera y guardará su documento en el bolsillo izquierdo. Se subirá al auto o tomará el colectivo o -si tiene suerte- irá caminando al colegio donde se vota. Ya sabe de memoria el número de su mesa. Hará la cola y esperará el turno para entregar su DNI.
Hasta ahí, todo igual. Como siempre lo viene haciendo. Si es de los que votó en 1983 por primera vez, todo similar como hace 40 años.
Pero en 2025, algo cambiará profundamente. Al cuarto oscuro ingresará con una birome. Y encontrará una gran boleta única desplegada donde aparecerán todos los candidatos de todos los partidos. Y en los cabezales habrá un color. Eso significará a qué tipo de cargo votará.
Podrá ser para diputado nacional, diputado provincial, senador, concejal. Todos los cargos de cuerpos colegiados pondrán en juego parte de su composición en las elecciones de medio término. Como siempre, algunos irán por su reelección y otros serán nuevos en el rubro. Pero todos, absolutamente todos, estarán expuestos a la marca que haga (o no) en la boleta el ciudadano de la camperita.
Se habrá acabado el voto cadena, por ejemplo. Y se termina con la práctica de robar u ocultar boletas en el cuarto oscuro. También, con el negocio de los “sellos de goma”, partidos sin representación real que en cada elección presentan múltiples candidatos para acceder a los fondos que el Estado distribuye para imprimir las boletas.
Una vez que marcó sus preferencias, en cada tipo de voto, deberá doblar la boleta y colocarla en cada urna según el color.
El punto principal de esta reforma es la eliminación de la actual papeleta partidaria –que distribuye y cuida cada espacio político– para adoptar una única boleta que aglutine toda la oferta electoral nacional. El modelo elegido es el que ya se aplica en la Mendoza y con variantes en Santa Fe, con los partidos en las columnas (vertical) y los cargos en las filas o el orden horizontal.
Según los defensores de este sistema, así se dejará votar por alianza política y se pasará a una elección en favor de los “atributos personales” de cada postulante.
En el Senado se eliminó en el diseño de la boleta única el casillero de la “lista completa”, que hubiera permitido, al marcarlo, elegir a todos los candidatos, y en todas las categorías, de un mismo partido. Ese casillero era resistido por los gobernadores con partidos provinciales que no suelen competir por la presidencia y no quieren verse perjudicados por el arrastre que generan los frentes nacionales.
En el Senado, el oficialismo accedió a quitar esta opción a instancias de los alfiles legislativos de los gobernadores Alberto Weretilneck (Río Negro) y Hugo Passalacqua (Misiones), quienes especulaban con que el “efecto arrastre” los perjudique. En Diputados, estos dos mandatarios provinciales están representados por el bloque Innovación, presidido por la salteña, Pamela Calletti, aliada del gobernador Gustavo Sáenz (Salta).
La diputada del PRO, Silvia Lospennato resaltó: “Asegura la libertad de los electores, asegura la igualdad de los partidos políticos de estar en el cuarto oscuro y mejora la integridad del sistema político, que es más transparente porque disminuye el peso del dinero en la contienda electoral”.
