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domingo, octubre 6, 2024

Semino soñaba con ser un cantor

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Pasó por Iguazú. Desplegó su simpatía. Llevó su garganta de oro a niveles impensables. Sigue siendo una figura convocante en países germano-parlantes. El género pop en alemán es su nicho pero él, Semino Rossi, no se olvida de todos los que estuvieron cuando empezaba y cantaba en fiestas

Uno de sus secretos: La cercanía con el público y la simpatía y el don de gentes

No fue como Ricardo Arjona quien cantaba en la peatonal Florida de Buenos Aires para juntar unos mangos. No. Pero lo suyo no fue fácil. Y bastante parecido.

En 1985, con 23 años, compró un pasaje (“ida solamente”) a Madrid: y sí, allí hablan castellano como acá. Nunca se le había ocurrido siquiera que iba a ser una figura convocante en un idioma que tenía tan poco común con el materno.

Semino Rossi no cambió nada

Había nacido en una familia de músicos. Su papa, cantor de tangos. Su mamá profesora de piano. Y el resto de la parentela, todos conectados con la música. A los cinco años, ya tenía claro qué iba a ser en la vida.

Claro que entre el sueño y la realidad, le pasó como a Arjona.

Quizá Semino no cantó en las calles, pero sí tuvo que rebuscárselas. Como muchos, cientos y miles de músicos, que terminan animando casamientos, fiestas de cumpleaños, aniversarios, esos que se suben a un crucero y están meses tocando a bordo, a veces en un bar o en un pub durante el verano: en una palabra, una especie de proletarios de la música.

En Austria.

Dejó España y se fue a Innsbruck que es la capital de la nieve europea con sus montañas especiales para practicar esquí en invierno y trekking en verano. Allí en Austria estaba, cuando tuvo que cantar en una fiesta de alguien que cumplía 40 años.

Una persona se le acercó y le dijo: “Me encanta tu voz. ¿Te gustaría hacer una prueba para grabar un disco? ¿Te animás a cantar en alemán?”

Y Semino pensó. “Jah, ¿si me animo? Me animaba a cantar en arameo si hacía falta…”

Era la oportunidad que había soñado toda su vida. Hacía casi dos décadas que andaba yirando. Y ahora tenía esta chance de oro.

Los de la compañía musical fueron claros: “Mire, si el CD vende 10 mil unidades, el contrato sigue vigente. Si vende menos, ya no continuaremos…”

Y Semino rezó. “Diosito… 10.500 aunque sea… 11 mil, Diosito”.

Y Diosito se acordó de él.

Vendió 500 mil unidades en su primer disco Alles auf liebe.

Élida Arenhardt es profesora de Geografía y viajera del mundo. Oriunda de Eldorado que vive hace muchos años en Posadas. Ya cuando finalizaba la primera década del nuevo siglo lo vio en Alemania. “Es un argentino que le va muy bien -contó al grupo de amigos en Posadas- Tiene el pelo negro y enrulado que se parece a mi caniche. Y ¡canta muy bien!”

Tiempo después, Semino -que no paraba de trabajar- fue convocado por el gobierno de Misiones y vino a hacer una presentación en Puerto Iguazú para promocionar a Cataratas como candidata a nueva maravilla natural del mundo.

Mientras no paraba de trabajar: conciertos y más conciertos. Discos de oro, de platino y demás premios. Simpatía a raudales. Su vena romántica seguía saliendo mientras tomaba los clásicos alemanes y le ponía estrofas en castellano que matizaban las canciones.

Se denomina “schlager” y es el género pop germánico que se impone en los países con ese idioma: Austria, Suiza y Alemania.

En Puerto Iguazú. Esta vez no pudo traer a su banda; solo dos coristas a las que pagó el boleto.

Son canciones divertidas y románticas con toques electrónicos. Las bandas en vivo dan un toque atractivo al concierto y la simpatía del rosarino hace el resto. “Hace 30 años me reunía con mis amigos ¿y de qué hablábamos? ¡De las mujeres! De cómo ellas nos inspiran, de lo linda que son, del amor! Hace poco volví a reunirme con varios de ellos en Rosario. ¿De qué hablamos? ¡De nuestras dolencias! ‘Que me duele aquí, que la ciática, que las rodillas, que las pastillas!'” cuenta y la gente sonríe. Su público es gente como él. Aunque muchas veces vienen familias completas (papá, mamá, abuelos y nietos), la mayoría de sus seguidores son personas de mediana edad para arriba…

Estuvo pocos días en Iguazú pero no se privó de visitar las Cataratas y seguir mateando

Allí, Semino la rompió y la sigue rompiendo.

Si la juventud no siempre durará / Hay belleza que jamás marchitará / Yo veo en ellas mucho más / Que el simple paso de la edad / Mi voz canta y dice la verdad /

Y sigue: Rot, rot, rot, rot sind die Rosen / Rosen geschenkt aus meinem Herzen / Ich bring sie gerne heim zu dir / Und sag ich danke dir dafür / Bist ja so lieb zu mir. (Algo así como “sí, las rosas son rojas. Son rosas que doy desde mi corazón. Y estaré feliz de llevártelas a casa y te daré las gracias por eso, por ser tan amale conmigo”).

Suele nombrar a su esposa Gabi de la que estuvo separado algún tiempo y ahora volvieron a estar juntos. Y de sus nietos. En una palabra, un tipo como todos.

Nunca se olvidó de quienes estuvieron con él en sus inicios y los lleva a sus conciertos. Hay cantantes de música latinoamericana, bailarines de tango, músicos paraguayos con sus arpas.

Y en la propia Alemania, Rossi rescata a viejos ídolos del schlager y los convoca a sus recitales. En una palabra, es un artista popular y generoso que comparte con todos sus buenos momentos.

Han pasado veinte años desde que rezó a Diosito. Y nunca dejó de estar en la cresta de la ola. Vino por segunda vez a cantar en la Argentina.

Se recordó enseguida de su querida mamá fallecida el año pasado. Nonagenaria que siguió tocando el piano hasta el fin de sus días.

Fue en el Centro de Convenciones del Amerian en Puerto Iguazú el sábado 28 de septiembre. Mil personas de Paraguay, Brasil y Argentina concurrieron a verlo.

A las 20, empezó todo. Durante una hora los “teloneros” de Semino dieron su arte. A las 21 empezó él. cantó sin parar 90 minutos. Se tomó un break y volvió a las once de la noche y siguió hasta la medianoche. Más de dos horas y media en recital.

Cuando terminaba dijo: “Mañana los espero en La Aripuca para firmar autógrafos. Vengan…”

Pero hubo otros que se quedaron. Semino fue a darse una ducha y volvió al hall.

Y allí todos recibían su saludo y abrazo. Con la calidez de siempre. Y cada mujer, cada dama -como la considera él- se iba con su foto autografiada en el momento y una rosa roja.

Con el autor de estas líneas, su esposa Gladys, Semino Rossi siempre atento.

Ese es Semino Rossi, señores.

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